
El trabajo de esta ilustradora de Taipei siempre se ha definido por sus colores pastel, excesivamente aclarados. Sus ilustraciones casi se desdibujaban, como una nebulosa etérea a punto de desaparecer, como un halo nostálgico que va y viene. Una calma inquietante se apoderaba de sus figuras delicadas que, en ocasiones, parecía que fueran a desaparecer. Las escenas melancólicas y los cuentos de hadas están dando paso a una interpretación más realista de los rostros de sus protagonistas, ahora un poco más expresivos.
Los motivos florales o animales, como las mariposas, siguen estando presentes, incluso un arcoiris se adueña de algún rostro pero también grietas, el efecto de un papel roto o plásticos se apoderan de las caras.
vía HI·FRUCTOSE