La historia de los sostenes ha estado muy ligada a los cambios en la visión del cuerpo femenino. Hace siglos que esta prenda apareció en la vida de las mujeres. Pero, ¿cómo ha cambiado a lo largo de los años?
1955. Jane Russell y Jeanne Crain
Por muy raro que hoy nos parezca, las mujeres no siempre han decidido cubrir sus pechos al vestirse. En muchas civilizaciones antiguas, las mujeres y los hombres llevaban el torso desnudo la mayor parte del tiempo. Cuando se cubrían, a menudo, solía ser por el frío. En el antiguo Egipto tampoco hacían uso de esta prenda. Las mujeres portaban vestidos sin nada debajo, hechos con material tan fino que casi eran transparentes.
Fue en la Antigua Grecia y Roma donde se hizo común una prenda con forma de sujetador. Eran una especie de bandas, muy simples, compuestas por una o dos piezas. Este bandeau se usaba para garantizar un soporte y que la gravedad no dominara. Se solían utilizar debajo de las túnicas o atuendos que llevaban las mujeres o para realizar actividades deportivas.
Mujeres romanas con bandas de pecho, Villa Romana del Casale, Piazza Armerina, Sicilia. Siglo IV d.C
En China, se hizo popular un corpiño atado a la cintura y al cuello. Esta pieza recibía el nombre de dudou (cubierta del vientre). Las mujeres ricas adoptaron esta moda entre los siglos XIV y XVII, durante la dinastía Ming. Fue adoptado en la subsiguiente dinastía Qing, durante los siglos XVII y XX. En la cultura vietnamita fue introducido como yem y permanece en uso en estas dos culturas.
Mujeres chinas llevando un dudou
En la Edad Media, la forma ideal era de pecho pequeño y figura grande, lo que simbolizaba la abundancia de la fertilidad. Los pechos se reducían al mínimo con vestidos con corpiños rectos, faldas completas y escotes rectos. Era excepcional que las mujeres restringieran sus senos y si los sostenían, probablemente lo hacían con una carpeta de tela. Sin embargo, un hallazgo arqueológico de 1390 a 1485 reveló que las mujeres sí sostenían sus pechos. Se encontraron cuatros sostenes decorados con telas de encaje durante un proyecto de renovación en un castillo austriaco.
Sujetador encontrado en el castillo austriaco
En torno al siglo XVI en Francia, apareció el corsé, que apretaba y elevaba el pecho de la mujer. Estaban fabricados con un largo trozo de madera o una ballena cosida a la tela. A pesar de todos los problemas que esta prenda provocaba – desmayos por la dificultad para respirar, abortos por el estrechamiento de la cintura – el corsé se mantuvo vivo durante 400 años, pese a sufrir ligeramente una pérdida de popularidad por el alto coste, fuera del alcance de las nobles.
Parte delantera y trasera de un corsé del siglo XVI
A finales del siglo XIX, los corsés sufrieron un cambio para acercarse a lo que serían los sujetadores modernos. En 1889, Herminie Cardolle de Francia inventó una prenda interior de dos piezas a la que terminó llamando le bien-être (el bienestar). Su prenda cortó el corsé tradicional en dos. La parte inferior estilizaba el vientre y la cintura y, la parte superior, sostenía los pechos con correas en los hombros. En 1905, ya se vendió por separado como un sujetador.
1889. Sujetador le bien-être de Herminie Cadolle
Al fin, en 1914 apareció el primer sujetador de la mano de la estadounidense Mary Phelps Jacob. Esta invención fue fruto de la casualidad, pues cuando se estaba vistiendo encontró un problema: el corsé sobresalía notablemente de su vestido. Así que, con dos pañuelos y una cinta rosa, improvisó esta pieza que le colocaba el pecho sin asomar por el escote. Phelps inventó el nuevo estándar para la ropa interior femenina. Además, cuando Estados Unidos entró en la Primera Guerra Mundial, el Gobierno pidió a las mujeres que donaran sus corsés de metal para fabricar naves. Fue el momento oportuno para buscar alternativas más cómodas.
1904. Sujetador de Mary Phelps Jacob
De nuevo, el sujetador se erguía como un hito y una nueva era de liberación estaba a punto de iniciarse. En 1930, Ida Rosenthal, una modista estadounidense, creó una gran variedad de tallas que se adaptaban al pecho de cada mujer. Su tallaje, con copas A, B, C y D, todavía sigue vigente con algunas modificaciones. Además, el auge se incrementa cuando, durante los años 40 y 50, el precio de los sostenes baja y las mujeres comienzan a comprar cosas para sí mismas. Durante estas décadas el bullet bra o sujetador torpedo era el más popular entre las famosas. Howard Hughes diseñó este sujetador para Jane Russel con el objetivo de que levantara o proyectara el pecho en la película «El Forajido». Desde entonces, se convirtió en tendencia.
Izquierda: Mamie Van Doren, 1955; Derecha: Marilyn Monroe, años 50
El sujetador ha sido visto, en muchas ocasiones, como un símbolo de desigualdad y de opresión hacia el cuerpo de la mujer. En los años 60, durante la segunda ola del feminismo, como protesta, las chicas quemaban sus sujetadores y los arrojaban a los contenedores como señal de libertad. Desde entonces, los sujetadores se han convertido en algo más que en una simple prenda.
Protesta feminista en Atlantic City, 1968
En los años 90 y los 2000 el sujetador es visto como emblema del sex appeal. Diferentes marcas sacaron un provecho del sujetador, al que se le empezó a atribuir una connotación erótica. Durante este periodo, los diseñadores también han jugado con la estética y puede utilizarse perfectamente como prenda de vestir.
1992. Anuncio de Versace Jean Couture
Los sostenes han sufrido modificaciones, seguido tendencias, variado sus formas y ampliado su oferta. Durante más de un siglo, esta prenda nos ha acompañado en todas sus formas y variaciones. Pero, el confinamiento que hemos vivido durante tres meses, ha provocado que la mayor parte del tiempo, nos deshiciéramos de su uso. Si bien es cierto, algunas celebrities ya habían puesto de moda la tendencia braless (no llevar sujetador) y un gran número de mujeres se han sumado al movimiento durante la pandemia. Por comodidad, reivindicación o decisión personal, la tendencia de «ir libre» está pisando fuerte.