Bamba Editorial recupera algunas de las obras fundamentales de Elena Garro, una de las autoras latinoamericanas más importantes de todos los tiempos.
Hay nombres que se olvidan de una generación a otra. O, más bien, nombres que nunca se llegan a conocer del todo, como si su resonancia no le llegase a hacer justicia a la intensidad del talento de esa persona. Con Elena Garro pasa un poco eso, que por mucho que se conozca su nombre nunca parece que se atrape del todo.
Elena Garro fue una de las escritoras más importantes de México, y porta el valiosísimo título de haber inaugurado el realismo mágico en la literatura. Bamba Editorial sacó a la luz hace unos meses Testimonios sobre Mariana, una novela tremendamente poética, intensa y personalísima. Pero también rara y oscura por momento. Una novela torturada, de las que significan algo. El tipo de novela en la que es fácil adivinar una intención particular.
En Testimonios sobre Mariana, tres personajes persiguen en sus recuerdos la imagen esquiva de Mariana, quien ha dejado una huella imborrable en todos ellos. El dibujo que queda como resultado es complejo, con un lenguaje cargado de sueño y violencia, de pasión e intensidad. “No sabré nunca el origen del miedo de Mariana, solo sé que en ella era una fuerza poderosa y desconocida. Creo que jamás encontré a nadie con la capacidad de terror que poseía Mariana”.
En la obra se adivina también un tremendo poso autobiográfico. Patricia Rosas Lopátegui, biógrafa de Elena Garro, nos lo cuenta:
“La escritura de Testimonios sobre Mariana (1981) posiblemente haya sido una de las más conflictivas para Elena Garro. En ella relata su vida al lado de Octavio Paz, de 1946 a 1952, en París, y el periodo de Nueva York de enero a marzo de 1957. La polígrafa sabía de las represalias económicas y emocionales que le infligía su exmarido cuando revelaba aspectos de su vida en común. Esto se agravó durante el periodo del exilio en España (1974-1981), pues ella y su hija Helena Paz Garro dependían de la precaria mesada que les enviaba Octavio Paz. Elena estaba vetada y desacreditada por el gobierno mexicano, debido a su lucha en contra de la autocracia y las injusticias sociales, y no le daban trabajo en ningún sitio.
Siempre se apoderaba de ella la autocensura, y ese fue el caso en Testimonio sobre Mariana. En una ocasión comentó: Yo tengo una desdicha, yo solo puedo escribir de lo que he visto, porque si me pongo a inventar cosas que no he visto, pues no se me ocurre inventar. Entonces, entre las cosas que he visto hay mucho de Octavio Paz.”
La historia de amor se va dibujando en la novela, a medida que cobra forma el personaje nebuloso de Mariana. En el texto, el dolor y el amor se van volviendo casi idénticos. Dos pulsiones primarias, tremendamente fugaces y violentas.
“-No tengo amantes, hay algo que me avisa que no te vea… pero ya te vi…
-Y…
-Estoy perdida…”. Escribe Elena Garro.
Toda la obra se coagula en un texto lúcido, cargado de poética, que es fácil disfrutar de principio a fin. Una historia envolvente que por poco no ve la luz.
Patricia Rosas Lopátegui nos cuenta que “Elena Garro siempre se enfrentó con muchas dificultades para publicar sus obras, debido a la egolatría y al machismo de Octavio Paz, quien no quería competencia en casa. En un artículo periodístico de 1989, Rafael Solana, amigo de la pareja, explicó, de manera tangencial, la opresión que infligió Paz sobre el talento de Garro: “Se diría que la tinta estaba bendita si Octavio y Elena hubieran escrito al mismo tiempo; en realidad ella ha venido a revelar la gran escritora que es después de que su ropa y la del autor de Las trampas de la fe dejaron de lavarse juntas”. Es decir, Elena Garro pudo finalmente reiniciar sus proyectos intelectuales que se habían quedado truncos desde 1937, a raíz de su matrimonio, después de que el poeta y ella se separaron. Sin embargo, Octavio Paz siempre ejerció su autoritarismo como una de las figuras más importantes de la cultura mexicana coludidas con el poder, para impedir que se publicaran las obras de su exesposa, especialmente aquellas en donde hiciera mención a su vida conyugal.”
El nombre de Elena Garro está viviendo un momento de redescubrimiento gracias al trabajo que están haciendo desde Bamba Editorial por traer su obra a nuestros días. Raquel Bada, editora de Bamba, nos habla sus razones y motivaciones para recuperar una autora como Elena:
“Era una de nuestras autoras soñadas desde que empezamos a imaginar Bamba (…) Empezar con Testimonios sobre Mariana fue una decisión muy pensada. Es una novela que funciona como espejo: hay muchísimo de Elena ahí, en lo que se dice y en lo que se calla. Nos parecía esencial que la primera toma de contacto con su literatura en nuestro catálogo fuera una obra que permitiera conocerla no solo como escritora, sino como mujer marcada por el exilio, el desarraigo y la incomodidad de no encajar en ningún canon.
Memorias de España 1937 iba en la misma dirección. Un libro descatalogado, absolutamente único, donde Garro narra su paso por la Guerra Civil española desde una mirada personalísima, casi de niña testigo, recién casada con Octavio Paz – fue su luna de miel. Queríamos reivindicar ese texto como documento histórico, sí, pero también como una forma radical de escritura de la memoria”.
Lo cierto es que bastan con leer cualquier párrafo de Elena Garro para darse cuenta de que uno está ante una obra personalísima. Una perfecta definición de lo que significa el estilo y la voz en una autora. Un estilo que no siempre es sencillo de entender. No tanto por lo complejo que sea sino por lo sorprendente que resulta. Por su sensibilidad, su lucidez y su originalidad.
“Garro fue una visionaria- nos cuenta Raquel- mezcló lo fantástico con lo político, lo íntimo con lo histórico, antes que muchos de sus contemporáneos. Su lenguaje tiene una potencia casi profética, y su mirada sobre la violencia, la memoria y el destino femenino no ha perdido ni un gramo de vigencia. El lugar que merece es el que aún no le han dado: el de las grandes, sí, pero también el de las imprescindibles para entender lo que significa escribir desde los márgenes con una claridad devastadora.
Diría que ocupa un lugar central, aunque (injustamente) incómodo. No fue parte oficial del Boom —aunque su obra es igual de revolucionaria—, y su figura ha sido eclipsada durante décadas por su relación con Octavio Paz, lo que es una tragedia simbólica en sí misma.
Se la ha considerado la madre del realismo mágico, y aunque esa etiqueta tiene algo de justo, también resulta limitante. Es importante subrayar que Garro no usaba lo mágico como un simple recurso narrativo: para ella, lo fantástico no era ornamento, sino una forma de revelar la violencia estructural, el olvido, lo inexplicable que habita en lo real.”
La fuerza narrativa de Elena se nota como una necesidad de la sangre. Como algo imprescindible. Así lo explica Rosas Lopátegui: “Escribir para Elena Garro era como respirar; nunca pudo dejar de escribir, aun en las peores condiciones de vida, a veces en la cama, en el suelo, sin lentes, a ciegas, a oscuras…”.
El suyo fue un ejercicio de dificultad y luz.
–
Síguenos en TikTok @veinmagazine