Historia sexista de los bolsillos

18 / 08 / 2020
POR María Leache

Desde el siglo XVII, los bolsillos femeninos han ido evolucionando hasta convertirse en un mero elemento decorativo. En cambio, los masculinos siguen manteniendo su comodidad y funcionalidad. Repasamos su historia.

Kurt Hutton/Getty.

No existen palabras con las que explicar esa sensación que experimentamos al encontrar una prenda que nos gusta y, además, tiene bolsillos. Y no, no estamos hablando de esos microcompartimentos en los que es difícil meter algo más que un dedo meñique. Nos referimos a bolsillos de verdad, a esos en los que podemos descargar todos nuestras pertenencias y nos liberan de llevar bolso. Y es que, si profundizamos en esta idea, nos damos cuenta de que la mayor parte de ropa de mujer casi nunca tiene bolsillos prácticos (y cuando parece tenerlos resultan ser falsos). Si, encima, la comparamos con la ropa de hombre, llena de bolsillos cómodos y funcionales, llegamos a la conclusión de que un objeto tan trivial como son los bolsillos resulta ser una prueba más de la desigualdad que existe entre ambos sexos. 

Repasamos la historia del bolsillo femenino para conocer los motivos que lo han convertido en un mero elemento decorativo, mientras que el dedicado al hombre mantiene su practicidad. 

Recreación de los bolsillos medievales. DEA/C.Balossini/Getty.

· SIGLO XVII. BOLSILLOS GRANDES, PERO DE DIFÍCIL ACCESO ·

El origen de los bolsillos se remonta a la Edad Media. Nuestros antepasados guardaban sus pequeñas posesiones personales en bolsas que se ataban a la cintura o colgaban de cinturones. Algo similar a las riñoneras que podemos encontrar hoy en día. Pero, en una época de hambruna y enfermedad, resultaba bastante arriesgado transportar sus pertenencias a la vista de todos (ladrones incluidos). Por ello, tanto hombres como mujeres pensaron en ocultar estos “bolsillos” debajo de la ropa. En cierto sentido, durante esta época, no había grandes diferencias entre sexos.

La diferenciación llega en el siglo XVII, cuando surge la idea de coser estas bolsas a la ropa y nacen los bolsillos, tal y como ahora lo conocemos. Pero, en su origen, esto solo se aplicó a los hombres, quienes comenzaron a llevarlos adheridos al forro de sus abrigos, chalecos o pantalones. Las mujeres, sin embargo, según cuenta el Museo Victoria and Albert de Londres, seguían atando el bolsillo alrededor de la cintura entre dos capas de enagua. Algo que dificultaba su acceso, ya que no podían llegar al contenido de sus bolsillos sin prácticamente desnudarse.

Historical Picture Archive/Corbis/Getty.

 

· SIGLO XVIII. BOLSILLOS ACCESIBLES CONVERTIDOS EN ACCESORIO ·

A lo largo del siglo XVIII, la funcionalidad de estas bolsas, que hacían las veces de bolsillo para las mujeres, fue mutando hasta convertirlas en un accesorio de moda. Por lo que, adornadas con ornamentos y bordados cosidos a mano, además de servir para guardar monedas, joyas o, incluso, pasteles, reflejaban un estatus social. Durante esta época, igualmente, los bolsillos se hicieron más accesibles gracias a unas aberturas en las costuras laterales de las enaguas, que facilitaban poder pasar las manos y alcanzar las diferentes posesiones. En este caso, tanto en hombres como en mujeres, el bolsillo seguía siendo invisible pero accesible. 

Bolsillos de lino bordados. Cortesía del Museo de Londres.

· SIGLO XIX. LAS ENAGUAS PASAN DE MODA Y CON ELLAS LOS BOLSILLOS ·

A principios del siglo XIX, la moda femenina sufria una revolución. Los grandes volúmenes, con las enaguas como protagonistas, pasaban de moda y daban paso a siluetas de inspiración griega. Vestidos ajustados a la cintura se ceñían al cuerpo, impidiendo colocar los tradicionales bolsillos debajo de la ropa. Como solución, las mujeres comenzaron a llevar unas diminutas bolsas, denominadas retículas, sobre el brazo en lugar de en sus caderas. Así es como nació lo que hoy conocemos como bolso, aunque, en su origen, su tamaño era tan reducido que apenas tenía espacio suficiente para un pañuelo y una moneda. Tal y como sucedió en el siglo anterior, al adornarse adquirieron un valor más decorativo que funcional. Y es que, en esta época, toda la responsabilidad sobre el dinero y la propiedad recaía sobre los hombres, mientras las mujeres quedaban relegadas al cuidado del hogar. 

Mujeres llevando retículas en el siglo XIX. Fotografía: Getty.

En contra de esta realidad, a mediados y finales de siglo, se realizaron campañas, dirigidas por la Rational Dress Society, a favor de una ropa femenina más funcional. Como resultado, según el Museo Victoria and Albert, los patrones de costura empezaron a incluir instrucciones para coser bolsillos en las faldas con el objetivo de que las mujeres ganasen independencia.

 

· SIGLO XX. UNA ERA DE LUCES Y SOMBRAS PARA EL BOLSILLO FEMENINO ·

En años de guerras mundiales, la ropa utilitaria comienza a llenar los armarios femeninos. Y, con ella, las mujeres recuperan los pantalones y, por tanto, los bolsillos. Además, el siglo XX popularizó todavía más los manuales con instrucciones sobre cómo coser bolsillos a sus faldas y llegó a poner de moda un “traje sufragista” con no menos de seis bolsillos. 

Fotografía de la Fuerza Aérea de EE.UU.

Terminada la guerra, el estilo masculino dejó de ser apto para mujeres y los bolsillos volvieron a ser un objeto de hombres. Y es que, la moda, obsesionada con adelgazar la silueta femenina, no concebía que las mujeres pudiesen llevar cualquier prenda que no fuese sinónimo de embellecimiento. Pero, esto no solo se aplicaba a la ropa sino que también se tenía en cuenta para los accesorios, como los bolsos. Así lo confirmó Christian Dior en 1954, quien, tal y como recoge el Spectator, dijo “Los hombres tienen bolsillos para guardar cosas, las mujeres para la decoración”. Aunque, a finales de siglo, parecía que la moda masculina -con bolsillos prácticos- volvía a la vida de las mujeres, con referentes como Annie Hall o Hillary Clinton, los años 90 llenaron de fama a los bolsos de diseñador de lujo y con ellos quedo relegada la importancia de los bolsillos. Algo que no mejoró con el auge de los pantalones ajustados y de tiro bajo que difícilmente dejaban espacio para bolsillos.

Fotografía de Diane Keaton y Woody Allen en ‘Annie Hall’.

· SIGLO XXI. TENEMOS BOLSILLOS, PERO ¿SON PRÁCTICOS? ·

Los vaqueros ajustados y chaquetas slim-fit llenan nuestros armarios y, aunque suelen tener bolsillos, siguen sin resultarnos prácticos. Y es que, sin tener en cuenta los bolsillos falsos, que juegan con nuestros sentimientos y luego son un elemento decorativo más, la mayor parte de nuestras prendas apenas tiene espacio para guardar lo que realmente necesitamos. Esta realidad se hace todavía más evidente si tenemos en cuenta que nuestros móviles cada día son más grandes. Sin embargo, los bolsillos masculinos siguen manteniendo la comodidad y funcionalidad con la que fueron creados hace más de 400 años.

Sea como fuere, en plena revolución feminista seguimos encontrando pruebas que demuestran la desigualdad que sigue habiendo entre hombres y mujeres y que, en algunas casos, se materializa en elementos tan triviales como los bolsillos de la ropa. 

Mujeres trabajadoras en 1920. Fotografía: D.R.