La cautivadora moda de los «ojos de amante»

31 / 01 / 2019
POR Mariana Martinez

Las pequeñas joyas que encerraban una mirada, representaron la devoción, la pasión y la complicidad entre los amantes en la Inglaterra del siglo XVIII. Esta es su historia.

 

 
Todo comenzó en 1785 con la historia de amor entre María Anne Fitzherbert y el Príncipe Jorge de Gales. El monarca británico estaba enamorado y desesperado, pues en aquellos años las Leyes de la Corona prohibían que una viuda católica como Fitzherbert formara parte de la monarquía. Pero el príncipe estaba determinado en conquistarla y el 3 de noviembre le escribió una carta rogándole que se casara con él. Sus palabras fueron, además, acompañadas por un extraordinario objeto: un retrato miniatura del ojo derecho del Príncipe Jorge.
 

 
No se conoce exactamente la reacción de Fitzherbert ante ese particular regalo, pero se cree que terminó por convencerla ya que al poco tiempo se casaron en una pequeña ceremonia, y para fortalecer la unión otro ojo (o mirada) encerrado en un pequeño medallón fue retratado, esta vez el de su esposa. El objeto serviría para que el Príncipe lo atesorara y, sin importar donde estuviera, podría abrir el medallón y ver la mirada de su amante.
 
Y es así, como surge la romántica tendencia de regalar los «ojos de amante» en la Inglaterra del siglo XVIII, una forma íntima de demostrar la devoción, la pasión y la complicidad, a través de una mirada que sólo la pareja podría comprender y valorar. ¿Qué pude ser más romántico que un retrato miniatura del ojo de tu amante pintado sobre marfil, encerrado en un broche de oro adornado con piedras preciosas?
 

 
Lo fascinante de estos pequeños objetos es lo raro y únicos que son. En parte retrato y en parte joya, no son fáciles de categorizar, además están envueltos en misterio. En la mayoría de los casos no se sabe a quien pertenece el ojo ni mucho menos quien lo pintó, a pesar de que muchos de ellos forman parte de la colección de distintos museos, como el Philadelphia Museum of Art y el London’s Victoria and Albert Museum.
 
El acto de la mirada y su importancia en la sociedad británica del siglo XVIII es fundamental para comprender el significado de los «ojos de amante». Para este momento, los códigos sociales limitaban la interacción pública entre personas del sexo opuesto, por lo que las miradas tomaban el protagonismo (era más fácil intercambiar miradas que palabras).
 

 
Es por eso que cada tipo de miraba representaba diferentes emociones y mensajes; lujuria, amor, vigilancia, o a veces las tres al mismo tiempo. Cada miniatura se siente íntima y personal, aunque sus estados de ánimo oscilan desde la adoración, el anhelo y la lujuria hasta la penetración y la inquietante vigilancia. Uno mira tímidamente desde el centro de un alfiler circular, que se asemeja a una mirilla, como si insinuara sus deseos más íntimos, mientras que otro mira, con los párpados pesados ​​y adorando, a través de una brillante corona de gemas. Otros expresan mensajes más oscuros y melancólicos: desde un decorado dorado adornado. Un hombre mira de manera controvertida, con las cejas arqueadas, como si intentara disuadir la infidelidad; él está vigilando a la mujer que llevó esta joya, incluso en su ausencia.
 
Sin embargo, para 1830, la tendencia comenzó a desaparecer. Con la aparición de la cámara fotográfica y las fotografías, no había más interés en los pequeños retratos, así se empezaron a olvidar los «ojos de amante» y las historias de amor que se escondían en ellos. Aunque, hoy en día, sin conocer el contexto todavía las pequeñas miradas son hipnotizantes.