La artista argentina protagoniza su mayor exposición en el Palacio de Velázquez de Madrid. Más de 500 pinturas en honor a su amor por la naturaleza.
Su gran fascinación por las realidades abstractas, los espacios relativos y los mundos imaginarios hacen de Vivian Suter una de esas artistas con una maestría única. En esta ocasión, ha decidido dejar El Retiro para mudarse al Palacio de Velázquez de Madrid con la oportunidad de presentar una amplia exposición como cántico a los ciclos de la naturaleza.
La muestra, organizada por el Museo Reina Sofía y comisariada por Manuel Borja-Ville, reúne cerca de 500 pinturas, desde algunas de sus grandes obras sobre papel de la década de 1980 hasta telas realizadas en los últimos meses. Podrán visitarse gratuitamente desde el pasado 25 de junio hasta el 2 de mayo del año que viene. Todos los momentos de su vida parecen reunidos en este lugar, como si lo que ocurriese en un futuro ya existiese para encontrarnos todos en un mismo espacio-tiempo. Entre las infinitas telas que cuelgan de las paredes, encontramos mensajes cifrados como: “nuestro mundo solo es mera sombra de otro, un acertijo insondable”.
Su relación con la naturaleza se vuelve más orgánica y procesual tras otras de sus fuertes tormentas tropicales ‘Stan’(2005) y ‘Agatha’ (2010): su estudio se inunda creando series pictóricas terminadas por las consecuencias de los fenómenos naturales. Desde entonces, la naturaleza se ha vuelto un componente creativo fundamental en la práctica artística de Vivian. En sus inspiraciones hay también un vínculo entre dos culturas. Sus telas son el resultado de una mezcla entre el mundo occidental y el contexto guatemalteco: técnicas, miradas y formas de pensamiento que se entremezclan sobre los lienzos, la pintura y la naturaleza.
La instalación del Palacio de Velázquez ha sido concebida por la propia artista teniendo en cuenta las características arquitectónicas de este peculiar edificio. Su idea se construye sobre una ruta museográfica donde las obras compongan un sitio habitable que envuelva a quienes visiten la exposición. La decisión de instalar sus pinturas en la nave central, hace que se magnifique ese entorno surrealista y envolvente, donde los elementos arquitectónicos se activan por medio de una instalación que simultáneamente resalta u oculta cada parte del Palacio. Así, la artista presenta sus lienzos, la mayoría sin bastidor, ocupando las paredes o incluso los suelos, formando una gran escultura textil en un espacio arquitectónico y natural.
Cada pintura se ha concebido individualmente y mantiene su propia autonomía como obra de arte. Sin embargo, la magia reside en la estrecha conexión con el resto de las piezas, en una especie de ecosistema evocador de experiencias climáticas, sensoriales y emotivas, al tiempo que remiten al lugar en que fueron creadas. Además, en muchos de los lienzos pueden verse las marcas de los elementos naturales que han participado en su concepción: huellas de sus perros, hojas de árboles, restos de agua y barro o restos orgánicos de madera.
La muestra no sigue en ningún momento un orden cronológico, pues la artista no pone ni fecha ni título a ninguna de sus creaciones. Lo único que ha hecho Vivian es colocar las pinturas más antiguas en el ala izquierda del palacio, hechas sobre papel, abigarradas de pintura, totalmente distintas y que contrastan con el resto de obras.
Nacida en Buenos Aires de padres europeos exiliados cuatro años después del final de la Segunda Guerra Mundial, Suter regresó a Basilea cuando tenía trece años, donde se formó artísticamente. Durante su infancia bonaerense, la artista solía jugar a esconderse entre las telas de la fábrica familiar, la Estampería Belgrano. En esta exposición sucede un juego similar que invita a perderse entre sus obras, colores y texturas, que cuelgan en el interior de este edificio con bóvedas de hierro y cristal.
Puedes ver más información acerca de la exposición de Vivian Suter en www.museoreinasofia.es
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