La cineasta británica estrena en cines su primer largometraje como directora: el camino de aprendizaje de tres adolescentes que buscan tener sus primeras relaciones sexuales. Hablamos con ella sobre mujeres en la industria, y cómo debería ser filmado un abuso.
Ha alcanzado recientemente la treintena, y ya cuenta con una extensa trayectoria en rodajes como directora de fotografía y cámara. Este 15 de marzo, sin embargo, la británica Molly Manning Walker estrena en cines españoles su primer largometraje como directora, la película How to have sex, que ganó el certamen Un certain regard en el pasado Festival de Cannes. Con ella, la cineasta comparte una visión rabiosa del mundo, así como las tristes memorias de una juventud femenina que todavía se está descubriendo a sí misma.
Junto a otras directoras emergentes en su país, se esta visualizando un nuevo horizonte de cineastas británicas que han llegado para reescribir las reglas del juego. Es el caso de Charlotte Wells, que sorprendió a medio mundo con Aftersun, su frágil retrato sobre un tiempo detenido en la juventud. O también el de Charlotte Regan, con quien Manning Walker ha colaborado como directora de fotografía en su opera prima, Scrapper.
Con sus primeros trabajos sobre la intimidad, la salud mental y el deseo femenino, las nuevas voces británicas no solo abren una ventana de reconocimiento en su país de origen, sino también más allá del mar del Norte, en cada uno de los festivales de cine que pisan. Le toca el turno a Manning Walker, quien llega con una historia desacomplejada y libre, en la que tres amigas acuden a Malia, Grecia, para pasar el que debería ser el verano de sus vidas.
Las expectativas sobre el sexo y la independencia jugarán una mala pasada a una de sus protagonistas, Tara (Mia McKenna Bruce, ganadora del premio BAFTA en la categoría de Estrella Emergente), a quien un incómodo episodio le hará repensar la relevancia de las primeras veces y el consentimiento. En un tiempo en el que la información vaga más libre que nunca entre un público de corta edad, la cineasta reflexiona sobre la necesidad de una verdadera educación sexual, dirigida a los jóvenes, pero también al resto del mundo.
El título de la película [Cómo tener sexo, en español) hace referencia a un aprendizaje. ¿Crees que hay más educación sexual ahora que cuando creciste?
Creo que no, tristemente. Puede que haya muchas personas como yo, que creemos que estamos en disposición de entender el sexo y poder hablar de todo, pero la realidad es que todavía nos queda un largo camino por recorrer.
En tu película chocan por un lado las expectativas generadas en cuanto al sexo, y por el otro el silencio de un hecho traumático. Todo ello confluye en la carencia de comunicación. ¿Es una película dedicada a los jóvenes, o a todas las edades?
La verdad es que, cuando hicimos la película, pensamos que más bien iba dirigida a adolescentes. Pero luego nos dimos cuenta de que muchas mujeres de cualquier edad han pasado por esta experiencia. Y no era necesario que estuviesen en unas vacaciones locas como estas, ni mucho menos. Fue curioso descubrir también que había muchos hombres de cierta edad que eran realmente como Paddy [Samuel Bottomley]. En un principio, no estaba dirigida para todo el mundo, pero al fin y al cabo, sí acaba siendo una película para todos.
Hablando del personaje de Paddy… En la película hay reflejado un diverso espectro de sensibilidades: desde los jóvenes con poca empatía, como él y Skye [Lara Peake], hasta aquellos que sí conectan, de manera más auténtica con la protagonista. ¿Era importante para ti mostrar diferentes tipos de masculinidades y feminidades?
Hablamos de esto antes de hacer la película, y nos pareció importante, justamente, que se vieran diferentes espejos, como dices. Lo que estaba claro es que todos eran personajes libres, todos tenían defectos y cualidades. Pero también, de lo que se trataba era de fijar tal y como es la sociedad que nos rodea, y eso es lo que principalmente pensamos desde un comienzo.
Es increíble la evolución que tiene Tara (Mia McKenna-Bruce) durante la película: desde su actitud hasta su vestuario refleja el gran cambio que acontece al personaje. ¿Cómo preparaste el papel con Mia?
Lo que hice con Mia fue trabajar mucho el backstory, la historia previa de los personajes. También el entorno donde ella sale, su familia… construirle una base, al fin y al cabo. Luego, durante los ensayos, les di mucha libertad para que construyeran un mundo entre las tres protagonistas.
También hay que reconocer que Mia es una actriz magnífica. A menudo, con la primera toma, ya nos ofrecía lo que queríamos. Eso nos daba mucho tiempo para experimentar con otras tomas, sin la presión de tener que hacer la buena.
Llama la atención el uso del sonido en la película. No solo la música es importante, sino también la respiración de la protagonista en determinadas secuencias. ¿Cómo crees que debería ser filmado un abuso?
Para mí, lo realmente importante en estos casos no es filmar el acto en sí, o lo que está ocurriendo en ese momento, sino las emociones, como las que muestra Tara. No hace falta verlo, basta con ver su cara, lo que su expresión nos comunica. Con eso creo que es bastante y, por lo menos, es lo que me importaba.
Hablando de la música, la película termina con la canción Strong, de Romy & Fred again, que dice algo así como “You don’t have to be so strong” en su estribillo. ¿Tenías en mente esta canción cuando ideaste el guion?
Fue una cuestión de suerte. Romy me envió el álbum cuando estábamos terminando la producción, y es una canción llena de emoción, que se oye muchísimo en las discotecas. Realmente me conmovió ese sonido, y empezó a obsesionarme. Cuando llegamos al final del montaje de la película dijimos: “Bueno, es la mejor canción de créditos que podíamos tener”.
Hace un par de semanas saltaba una importante noticia sobre abusos ocasionados en el seno de la industria cinematográfica española. Por tu parte, además de directora y fotógrafa, eres fundadora de un equipo de fútbol femenino y no-binario para cineastas. ¿Crees que la industria cinematográfica en Reino Unido es un entorno sano?
Creo que está mejorando, desde luego. Ha habido muchos cambios en los últimos años. Eso sí, aún queda mucho que recorrer. Luego hay una cosa importante: cuando mujeres como Charlotte Wells o Charlotte Regan se erigen como directoras y cuentas con mujeres en sitios de poder, la cosa mejora.
Eres muy joven y tu filmografía como directora ya parte de una gran rabia. ¿Qué otros temas te gustaría abordar en un futuro?
Básicamente, me gustaría hablar del mundo en el que vivimos, y hacer un comentario social sobre este entorno.
–