Mujeres. Autoras. Gamberras

08 / 03 / 2016
POR Elisa McCausland

No creo que estemos en este medio ni realizando este trabajo porque tengamos una sensibilidad especial y común. La sensibilidad es como el DNI, cada una tiene la suya, personal e intransferible. Estamos aquí para contar historias y, si se quiere hablar de algo, debería ser de las historias que hemos contado o de las que queremos contar; qué nos ha llevado a querer contarlas y cómo demonios hemos logrado hacerlo.

Teresa Valero (autora de cómic y profesional de la animación)

 

image

Dibujo de Montse Martín (Curiosity Shop). Guión de Teresa Valero

Puede resultar contradictorio preguntarle a algunas autoras de cómic, ilustradoras, dibujantes, cuya obra está íntimamente ligada a la forma, a la expresión, que trasladen al espacio público con palabras el porqué de una vocación, de los límites (si los hay) de aquello que puede o no ser descrito con formas, colores, bocadillos o viñetas.

La editora y fanzinera Ana Sánchez Palacín (Iru) recurre a Juan Ramón Jiménez y su descripción del valor poético de las palabras: “Creo que dibujar nace de una honda palpitación del espíritu, de una necesidad de expresar”. También se perfila el dibujo como válvula de escape, obsesión o instrumento de (auto)aceptación, dependiendo de la motivación primigenia, de la educación emocional configurada por aquellos cómics, aquellas, imágenes, aquellos libros que se leyeron en el principio de todo.

vein_iru

Ana Sánchez Palacín (Iru)

Crecer con imágenes. Dar forma a un lenguaje, a un universo particular que está íntimamente relacionado con la poesía; con ocupar un lugar en el mundo. En ese sentido, dibujar es político, que no ideológico, ya que esta segunda concepción es susceptible de arrastrar la obra hacia marcos que confunden la acción con la censura de lo políticamente correcto. Dice Galvañ: “Vivimos un presente en crisis que ha legitimado exigir que las obras artísticas estén obligadas, de alguna manera, a formar parte activa de un proceso de transformación social representando, por ejemplo, los intereses de las clases más desfavorecidas”. No obstante, la autora de Podría ser peor (Ultrarradio, 2012), Trabajo de clase (Apa Apa, 2014) y Luz verdadera (Fosfatina, 2016) se pregunta si es esa la verdadera responsabilidad del creador y sus obras; en los tiempos del capital, ¿cuál es el fin de la representación o de la ficción? “En ocasiones, bajo el extendido mantra ‘todo es político’, la tendencia es realizar interpretaciones y análisis únicamente desde el punto de vista ideológico, dejando de lado otros matices –filosóficos, psicológicos–. En mi opinión, las representaciones en la ficción son básicamente un vehículo para transmitir algo que pugna por salir a la luz, ya sean experiencias o miedos existenciales, expresados a través del humor, la crueldad o una extraña belleza. Por supuesto, cabe la posibilidad de que la obra se utilice con el objetivo de trasladar un determinado mensaje; pero, esa es solo una de las múltiples opciones. No toda obra está abocada a lo didáctico, a la crítica social o a remover conciencias de manera intencionada”.

vein_anagalvañ_teenwoolf

Galvañ

Por su parte, Azucena Blanco, también conocida como Delirium Cándidum, opta por una estrategia casi de guerrilla, un posicionamiento que resume en “lo personal es político”. Como ella misma especifica, “mi única ‘regla’, o ética personal, es no representar, ni reproducir ninguna forma de opresión hacia cualquier cuerpo  llenándola de poesía, de ‘arte’”. El punto de vista de Blanco parte del “empoderamiento de los cuerpos oprimidos, pero no en un escenario ideal, ni como ‘superhéroes’, sino desde los márgenes, desde lo enfermo; desde un ambiente hostil ligado a la desobediencia”. Esta autora mexicana renuncia, como feminista, a la representación hegemónica, “lo que no significa que pase mis imágenes por un filtro de moral. Lo que yo hago es perverso y violento, desde luego, pues una de las cosas que más disfruto son las imágenes repletas de ultraviolencia –uno de mis principales referentes es el ero-guro–. Sin embargo, soy consciente de que son imágenes plagadas de machismo, altamente misóginas. Precisamente por ello, tomo de ellas lo que me interesa y, lo que no, lo mando al carajo y no lo reproduzco”.

vein_deliriumcandidum

Delirium Cándidum

Por otro lado, la dibujante Carla Berrocal ha planteado recientemente una serie de hackeos heroicos: le ha cambiado el género a Hércules, a Hamlet, a Robin Hood. Un juego que desnuda ciertas codificaciones heredadas.

vein_carlaberrocal_hercules

Carla Berrocal

Klari Moreno, autora de los fanzines Suspensión líquida (Ediciones Valientes), Origen, nudo y origen y Relacionarse muy fuerte (estos dos últimos autoeditados) considera que la representación no debería tener límites. “En este sentido, el cómic tiene una enorme capacidad creativa: el dibujo por un lado es una herramienta visual muy potente por su capacidad de congelar imágenes que pueden florecer de una referencia figurativa real o no. Por otro lado la narrativa del cómic tiene el poder de construir a través de la secuencia ritmos diferentes, y jugar con estos sin que necesariamente cuenten una historia como estrictamente lo entendemos. Eso podría ser una labor de investigación para los autores y autoras que están experimentando el tebeo abstracto, un campo interesantísimo y aún por crear una escuela consistente”. Admite Moreno estar en un momento de absorción de imágenes, da igual la fuente. “Sin embargo, en mi obra, a pesar de que todos mis tebeos tienen grandes tintes personales y emocionales, por el momento no me interesa especialmente el campo de lo autobiográfico desde un punto de vista fiel y formal. Me gusta trabajar en temas contemplativos, los momentos congelados y la observación de las transformaciones y el paso del tiempo y construirlos con ciertos toques mágicos. Aun así, no descarto temas ni dejar de investigar, en experimentar y salir de mi espacio de confort como dibujante”.

 

vein_klarimoreno_bdsm

Klari Moreno

La autora de manga María Llovet (Heart Beat, Eros/Psique, ambos editados por Norma) señala como uno de sus principales referentes a Frank Miller. Desde muy pronto supo que quería hacer algo relacionado con el arte, siendo la narrativa visual el campo en el que se ha enfrascado obsesivamente. “Mi obra es con y contra lo que batallo”, admite Llovet. Considera “la autocensura algo realmente peligroso, porque, a la larga, pone en riesgo la libertad de expresión. Creo que un artista nunca debería tener miedo a expresarse. Pero si todo fuera tan fácil de hacer como de decir…”.

vein_mariallovet

María Llovet

Por último, Mireia Pérez, autora de La muchacha salvaje (SinsEntido, 2012) y el fanzine Chicos (autoeditado), gusta de la palabra “artista” para definirse. En las páginas de Chicos, su alter ego concluye: “A veces me transformo, las obsesiones se apoderan de mí y me cuesta mucho controlarme. Una fuerza invisible sube desde el útero hacia el pecho y quiere gritar y romper cosas. Y lo hago. No me da vergüenza. Soy una gamberra”.

 

vein_mireiaperez_chicos

Mireia Pérez