¿Qué hay de nuevo? La columna semanal de Estel Vilaseca
Lo dijo Heráclito allá hacia 535 a.C., y lo dijo también, en otras palabras y otro contexto Karl: “la moda no tiene que ver sólo sobre prendas – sino sobre todo tipo de cambio”, y “la moda es lo que me mantiene diseñando: el amor por el cambio, la idea de que la próxima será la correcta, el diálogo sin fin”. También mi adorada Diana Vreeland: “La moda es parte de la vida diaria y cambia todo el tiempo, con cada acontecimiento. Una puede ver cómo se acerca una revolución en las prendas”. Y aquí estamos una semana más, atentas a esas olas que vienen y van. Ha sido una semana cargada de noticias que siguen hilvanando algunas de las ideas que hemos empezado a vislumbrar en esta columna durante las últimas semanas.
El nombramiento de Peter Do como nuevo director creativo de Helmut Lang, propiedad del grupo de Uniqlo, el pasado 15 de mayo afianza la idea de que la industria de la moda se prepara para la vuelta de Phoebe Philo. De origen vietnamita pero afincado en Estados Unidos desde los 14 años, este diseñador ha logrado con su marca homónima un estatus de culto gracias a una propuesta que buscaba ocupar el vacío que Philo había dejado tras salir de Céline. Así lo confirmaba el artículo “Peter Do’s Modern Female Sensibility” que en 2019 le dedicaba a este fenómeno The Business of Fashion. Do, como ganador de la primera edición del LVMH Prize, escogió trabajar en Céline como parte de su premio. Durante dos años allí, junto al equipo de diseño de las prendas de pasarela, el diseñador declaraba que “aprendí sobre la parte creativa y perfeccioné mi técnica”, aunque también se llevó el gusto por el anonimato – nunca muestra su rostro -, la discreción y la resistencia a la velocidad: “Todo se mueve tan rápido. La idea de comprar más, leer más, navegar más (…) todo lo que hacemos está muy meditado. Lo bueno lleva tiempo”.
Tras pasar por Derek Lam, en 2018 Do emprendió junto a un grupo de amigos y se presentaron como colectivo: “Pronto me di cuenta de que trabajar en esas empresas no era para mí. Había capas que no me gustaban, quería mi libertad. Quería poder expresarme de forma plena”, declaró a Matches Fashion. Todos ellos se habían sentido ajenos a ese mundo y creían que era importante construir un proyecto “con una filosofía familiar e inclusiva en su corazón. (…) Todos éramos tan infelices cuando estábamos en la industria – queríamos demostrar que puedes tener éxito en una empresa de moda, pero siendo cortés, respetuoso y amable, sin que eso se convierta en un cliché”, a lo que añadía: “queríamos crear un entorno en el fuera emocionante ir a trabajar y en el que pudieras estar orgulloso de las cosas que estabas haciendo”, o, ya en un plano más poético: “mostrar que una constelación es más brillante que cualquier estrella individual”. El anuncio de la toma de Helmut Lang por parte de Peter Do marca una nueva etapa para esta familia y supone tanto una oportunidad como un desafío, más si tenemos en cuenta la presión a la que están sometidos los diseñadores principales de estas firmas icónicas.
Esta misma semana se anunciaba la salida de Ludovic de Saint Sernin tras poco más de seis meses como director creativo de Ann Demeulemeester y con una única colección que no ha tenido tiempo de llegar al mercado. Parece que el momento para recordar de Hunter Schafer luciendo uno de sus escuetos diseños para Demeulemeester no fue suficiente para asegurar su permanencia al frente de la firma. En las redes, las opiniones de dividían entre los que consideraban que no tenía sentido tomar este tipo de decisiones sin ofrecer el tiempo necesario para que un diseñador pueda desarrollar su visión particular de una marca ajena, y entre aquellos que pensaban que faltaba experiencia en las cúpulas para dar con diseñadores con la capacidad para entender la complejidad del rol, más allá de su potencial creativo y mediático. No ha sido la única separación. Bally y Rhuigi Villaseñor anunciaban que emprendían caminos separados menos de una año después de incorporarse a la firma.
Y hace poco más de un mes, tras el adiós de Tom Ford – veremos si ahora sí para siempre – al mundo de la moda, Peter Hawkings, su mano derecha tomaba las riendas de la marca. Vanessa Friedman, crítica de moda de The New York Times, con su particular sentido del humor, le dedicaba una columna que casi parecía un obituario en la que analizaba los tres fashion films de despedida: “Desde un punto de vista actual, parece como si Tom Ford fuera Don Quijote lanzándose contra esos molinos de viento. Ese es el mensaje que los vídeos parecen transmitir: un cris de coeur sobre el cambiante mundo de la moda y el estatus de las mujeres, con el diseñador en un retiro (…). Karen Elson canta una aria; Amber Valetta llora. El requiem no parece para el Sr.Ford sino para el fin del mundo cómo lo conocíamos”. El análisis desde un punto de vista sociológico y semiótico de estos tres cortos – el rol de ellas y el de él – nos podría dar para otra columna entera, pero de lo que no hay lugar a dudas es que la cosmovisión de Tom Ford es ya historia de la moda.