¿Qué hay de nuevo? El orden cósmico de las pequeñas cosas

02 / 04 / 2024

¿Qué hay de nuevo? La Columna de Estel Vilaseca para VEIN.ES

Uno de los elementos que más me fascina de la obra de Antoni Tàpies es su celebración de lo prosaico y el buscar lo excepcional en los elementos más corrientes. Una de sus obras más conocidas, la escultura “Calcetín” es: “un humilde calcetín, con el que se propone la meditación”, con él el artista quería representar “la importancia del orden cósmico de las pequeñas cosas”. Estos días su Fundación acoge la interesante exposición ”Tàpies. La huella del zen”, que muestra su interés por la filosofía zen y la obra de monjes japoneses. En una de las citas que dan contexto a la selección de obras expuestas se lee: “En vista de las enseñanzas txan (…) todas las actividades cotidianas, desde la manera de cocinar y comer, hasta las actividades consideradas más innobles de nuestro organismo – recordemos la belleza mágica de una simple estornudo que nos descubre en un haiku el poeta monje Basho -, todo se “sacraliza”, todo se transforma y queda situado en su justo valor”. 

Ensalzar lo cotidiano ha tenido un papel interesante en las últimas semanas de la moda. El diseñador Jun Takahashi de “Undercover” le dedicó su última presentación: “Watching a working woman”, que contó además con la voz en off del cineasta Wim Wenders leyendo un pequeño poema dedicado al día a día de una mujer trabajadora. Mientras las modelos desfilan nos cuenta que ella tiene un niño de ocho años, que escucha Bach en el coche, que se queda mirando fijamente la lavadora como si fuera un televisor mientras hace la colada y que escribe cartas a mano. Fue la última película de Wenders, “Perfect Days”, la que inspiró a Jun Takahashi para desarrollar una colección que celebra la poesía de lo ordinario con piezas que, detrás de su aparente sencillez, esconden una seductora complejidad a base de trampantojos, insólitos juegos de texturas y pequeñas sorpresas. Como complemento, algunas de las modelos lucían bolsas de plástico en las que asomaba una flor, una bolsa del pan o la bolsa de yoga. En la película de Wenders se intenta retratar el encanto que puede esconder la monotonía: “La belleza de un ritmo tan regular, de un mismo patrón de siempre lo mismo cada día, es que empiezas a ver todas las pequeñas cosas que no son lo mismo y cambian cada vez” (…) “si de verdad aprendes a vivir enteramente AQUÍ y AHORA, ya no hay rutina, es como una cadena infinita de eventos, encuentros y momentos únicos”, reflexionaba el cineasta sobre “Perfect Days”.

También hubo practicidad, poesía y bolsas de la compra con verduras en el debut de Adrian Appiolaza en Moschino. La propuesta del diseñador, con los pies en la tierra después de las fantasías de Jeremy Scott, resultó refrescante. Encima de la pasarela desfilaron personajes “excéntricos pero reales”, según las palabras del diseñador. Mantener la teatralidad pero de una forma más sutil fue el principal propósito de Appiozola que cuando más me gustó fue cuando conectó con el Moschino más poético. Ahí estaban los barcos de papel convertidos en sombreros: de nuevo un elemento de diario, el periódico, que, sin embargo, coge nuevos usos y significados. Delante del reto que supuso ponerse a dar forma una colección en tan poco tiempo, Appiozola se quiso centrar, sobre todo, en dar un mensaje positivo: “De lo que estoy seguro es de mi intención de enviar un mensaje lo más positivo y alegre posible”, le explicaba al periodista Luke Leitch en la primer entrevista que concedía. Por otra parte, para el diseñador de origen argentino la moda “no es necesario que tenga que ver con coger una idea de forma abstracta y conceptual”, algo que le parece interesante e importante, pero no el único camino: “puedes ser muy creativo simplemente jugando con prendas reales, llevándolas a algún lugar en el que todavía puedan resultar excitantes y únicas” declaraba para la CNN. Marine Serre, diseñadora de la que hablamos la semana pasada, también incluyó bolsas de la compra y carritos de las que asomaban hojas verdes.

 Foto de la campaña resort 2024 de Emilia Wickstead con Leandra Medine junto a sus dos hijas.

La moda desde el costumbrismo es un ejercicio que lleva meses practicando la influencer Leandra Medine, quien considera que vestirse es una oportunidad para conectar con ella misma. Conocida anteriormente como “Man Repeller”, Medine, ahora madre y lejos ya de las pasarelas para cuidar a sus gemelas y a la espera de un nuevo bebé, nos sirve grandes lecciones de estilismos lúdicos desde el salón de su casa. También a través del newsletter The Cereal Aisle, que cuenta con más de 100.000 suscriptores y en el que, sobre todo, nos invita a “How to wear and have fun with the clothes you have”. Repeller que siempre ha tirado más del humor que de la aspiración hace tiempo que ha dado por enterrada la era de las tendencias y nos enseña a cultivar nuestro estilo personal: “mi visión de la moda hoy es que estamos viviendo en el mundo de las post-tendencias, que está dando paso a una nueva era del estilo mucho más personal”.