¿Qué hay de nuevo? Es momento de recuperar la inocencia

07 / 05 / 2023

¿Qué hay de nuevo? La columna semanal de Estel Vilaseca

El miércoles después de comer mi madre me manda un Whatsapp. Tras una consulta logística me lanza: “Me pregunto, ¿nadie hace críticas a la gala del Met? Es la eterna sexualización de la mujer una vez más, ¡cuánto trabajo a hacer!”. A mi madre nunca le gustó Karl, es más de Coco, pero no puede tener más razón. Estamos a final de semana, y a la velocidad que ahora va todo, la gala queda lejos. Quería hacer la columna sobre el Met, pero ¿tiene sentido estirar este evento comercial disfrazado de evento cultural? Probablemente no. Para crítica, la maravillosa colección de memes que nos ha regalado el equipo de Granary. No tiene desperdicio.

 

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Pero entre tanto ejercicio de autocomplacencia esta mañana se cruzó en mi feed el delicioso clip “LA ROBE” de Jacquemus en el que el diseñador recreaba su primer recuerdo de Karl Lagerfeld y arrojaba algo de poesía a todo esto. Tan bien como él siempre sabe hacerlo. El pequeño Simone, sentado delante de un viejo televisor, se deja acariciar por las plumas de la cola del largo vestido que Nicole Kidman lucía en el mítico anuncio de Chanel Nº5: “Sólo era un niño y ese vestido y su larga cola se quedaron para siempre en mi mente”. Cosas del destino, ese fue el vestido que lució la actriz en la Gala, la primera en la que este diseñador francés había sido invitado. Jacquemus acompañaba a la estrella del momento, el cantante Bad Bunny, al que había vestido. El diseñador lo hizo con un semblante solemne, consciente que rendía homenaje al que había sido inspiración y maestro, luciendo un traje chaqueta con un sorprendente escote confeccionado con un tejido de tweed bordado por los artesanos de Lesage. Esta maison fue adquirida por la firma Chanel en el año 2002, dentro de la estrategia de rescate impulsada por Karl Lagerfeld a partir de las fábricas y talleres que proveían a la alta costura y que estaban en riesgo de desaparecer.

 

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Es un vídeo muy corto pero que comunica muchas ideas. Por una parte, va al corazón de su marca, construida sobre las ilusiones y los sueños que él tenía de niño. Ese niño ha aparecido en muchas ocasiones en sus campañas y resulta imposible no conectar emocionalmente con él. Cuando aparece en un anuncio o en pantalla nos vemos a nosotros mismos a esa edad, con la mirada curiosa y toda una vida por delante. El pequeño Simone aparece en paisajes cotidianos, vestido de forma sencilla, lleno de inocencia e ilusión. En una entrevista para Número, Jaquemus explica que “cuando era pequeño solía estar muy aburrido. Un día, decidí que quería hacerle un vestido a mi madre, así que le hice una falda con las cortinas de lino de nuestro salón y un cinturón hecho con cordones de unas Converse. Y ella se lo puso – ¡fui el niño más feliz del mundo!”. Pocas cosas impulsan tan lejos la creatividad como el aburrimiento.

Pero hay más personajes en ese pequeño salón de tonos amarillos. El clip habla también de la capacidad de asombro que uno tiene cuando es pequeño y que con la edad y un contexto de sobreinformación, inevitablemente se va perdiendo. Era otra infancia, eran otros tiempos. Y es entonces cuando irrumpe la nostalgia, un poderoso sentimiento que lo invade todo y al que es complicado resistirse. Jacquemus en poco más de una década ha logrado convertirse en un rostro relevante en una industria en la que resulta difícil retener los nombres de directores creativos que van y vienen. Y lo ha hecho desde la independencia y, sobre todo, con una gran honestidad. “Incluso viviendo dentro de una burbuja, dentro de mi propio sueño, siempre he querido que este sueño esté conectado con la realidad”, le contaba a Olivier Zahm en una vieja entrevista. Es precisamente en esa relectura de lo que es la “aspiración”, lo que lo hace tan especial. Porque, por encima de todo, no hay nada que nos haga vibrar más que aquello que reactiva nuestra joie de vivre. Adiós Karl, hola Jacquemus.