¿Qué hay de nuevo? Mucho déjà vu, poco riesgo

10 / 03 / 2023

¿Qué hay de nuevo? La columna semanal de Estel Vilaseca, cada viernes en VEIN

 

La semana de la moda de París ha llegado a su fin, y es entonces cuando una se pone a sacar conclusiones en busca de mensajes más allá del plano visual. Tras una época marcada por narrativas impactantes, la semana pasada os contaba cómo la crisis de reputación de Balenciaga ha marcado un antes y un después. De este modo, para el próximo invierno la mayoría de equipos de diseño han evitado arriesgarse y se han concentrado en servir prendas listas para vestir, recurriendo a la nostalgia y al cliché. Las sorpresas han sido mínimas y las tendencias apuntan a una vuelta a lo formal, huyendo de la ironía y de cualquier lectura que pueda generar mensajes comprometidos.

 

 

Tanto Dior como Chanel llevan temporadas con propuestas muy conservadoras, que no aportan nada nuevo pero que funcionan de maravilla a nivel de ventas. De momento, los excelentes resultados económicos avalan a sus directoras creativas. Virginie Viard escoge la socorrida camelia, la estampa, la cose en chaquetas y vestidos y voilá, nueva colección. No, no son tiempos de sutilezas. Maria Grazia Chiuri, por su parte, si bien fue fiel a Dior en algunas de sus siluetas, otros de sus diseños hacían pensar en Dries Van Noten y el resto en Prada. Por su parte, Pier Paolo Piccioli, director creativo de Valentino, que hasta ahora había conseguido una mirada propia, en esta ocasión, sus diseños nos recuerdan a demasiadas cosas más allá Valentino. ¿Cómo puede un diseñador como él subir una enésima versión del jersey rojo y negro de Kurt Cobain? Hedi Slimane lo hizo ya en FW 2013. El resultado es un extraño popurrí que quizá reflejé el desconcierto del momento. La presión para mejorar resultados es alta y uno ya no sabe hacia donde disparar.

 

 

Ante este panorama, que Daniel Rosberry sea fiel – a su manera – al legado de Schiaparelli y suba encima de la pasarela una modelo con turbante y botones dorados de inspiración surrealista se lee como un gran éxito. Pero qué queréis que os diga, la Schiaparelli original era mucho más transgresora y moderna que esta interpretación ostentosa y retro que ha desfilado este mes de marzo. Y de nuevo, bailes de referentes: una chaquetilla acolchada blanca y negra de piel tipo Chanel y un vestido de raso rosa palo que bien podría haber sido firmado por Vivianne Westwood. De la colección, me quedo con los abrigos de lana estampados y un vestido abotonado marrón.

 

Balmain, por su parte, presentó una colección súper ochentera que ofrecía un sincero homenaje a los grandes costureros de la época. De nuevo, la nostalgia como tabla de salvación en tiempos inciertos. Harris Reed, en su debut en Nina Ricci, jugó una baza similar, en un desfile que parecía guionizado por el equipo de Emily in Paris. Se agradeció el atrevimiento y la apuesta por la diversidad, pero no se perdona que en el siglo XXI se presenten diseños que restrinjan hasta tal punto la libertad de movimiento de las mujeres. ¿Le perdonamos la novatada?

 

Por suerte, también se han podido ver sorpresas agradables. Parece que Julien Dossena está consiguiendo hacer algo más de ruido, tanto en sentido literal como figurado, y acaparar algo más de atención en Paco Rabanne. Se palpa que el diseñador ha disfrutado en el desarrollo creativo de esta última colección, en la que ha tirado del hilo de la amistad entre el diseñador español y Salvador Dalí. Un punto para los vestidos galácticos, otro para los vestidos sonoros y uno más por el regreso encima de la pasarela de los diseños originales de Rabanne, que décadas después se manifiestan como los más contemporáneos.

 

 

Por su parte, Chitose Abe, la diseñadora de Sacai, sigue desarrollando un lenguaje propio con una colección llena de apetitosas prendas en la que destacó el trabajo en las piezas de sastrería. En otro registro diferente, pero en la misma senda de la independencia y de la experimentación, Glenn Martens ofreció luz al final del túnel con su nueva colección para su marca propia Y/Project. Prendas en sintonía con el momento presente, rabiosamente jóvenes pero para todas las edades. Parece que la estabilidad que ha conseguido con la dirección creativa en Diesel le está dando alas a uno de los diseñadores con más buenas ideas del panorama actual.

 

Y por último, quiero dedicar este párrafo final a Jonathan Anderson. El diseñador inglés continúa con su discurso reflexivo en torno a los tiempos que corren y el impacto que la tecnología y nuestro día a día con lo digital está teniendo en nuestras vidas. Tras un par de temporadas en las que pesó una aproximación surrealista e irónica sobre el tema, para el próximo otoño parece cerrar este capítulo desde la poética: «Es algo así como el fantasma de la moda. (…) Esta idea sobre el pasado y sobre el momento presente. El clasicismo de la costura se encuentra con algo que es nuevo», explicaba a Vogue Runway. Y así, el diseñador estampa en sus vestidos-lienzo, vestigios de prendas clásicas. ¿Será, aunque no lo diga, una crítica velada a todos aquellos colegas que se resisten a dejar atrás los viejos fantasmas?