No solo tienen pocas oportunidades, sino que además tropiezan con personajes estereotipados que no representan para nada la realidad social del momento. ¿Es la autorrepresentación la solución?
La actriz Asaari Bibang en su actuación para Riot Comedy
El pasado octubre el colectivo de actores y actricxs negrxs de Barcelona redactó una carta abierta para compartir su disgusto acerca de una obra de teatro que acababa de estrenarse. «Ángels a Amèrica”, una famosa obra del norteamericano Tony Kushner que se estrenó por primera vez en 1996 y que contaba, en un reparto de 18, con dos intérpretes negros. Uno de ellos es el que hacía el personaje de Belice, un hombre negro abiertamente gay a quien le gusta travestirse y que también trabaja como enfermero. La nueva producción de la obra que llevó a cabo la Kompanyia Lliure y que se estrenó en el Teatre Lliure no contó con ninguno. El colectivo decidió denunciar la situación a través de una carta abierta y un vídeo. La carta comenzaba así: «La semana pasada la Kompany Joven del Teatro Libre estrenaba ‘Ángeles en América’ de Tony Kushner, dirigida por David Selvas. Hoy las actrices y actores racialitzats de Barcelona nos sentimos un poco más invisibilizados que ayer y ahora os explicamos el porqué”. Ese porqué nos hablaba de los pocos papeles a los que pueden acceder los actores y actrices no blancos, que la decisión de no ofrecer el papel a un actor negro participó en la precarización de las llamadas “minorías” en un sector ya de por sí precario y de cómo esta decisión privó de referentes a la nueva generación de niños y niñas negras.
Esto generó un debate interesante y necesario acerca de la representación. ¿Una compañía que solo cuenta con actores caucásicos puede representar la realidad social del momento? En torno a estos debates siempre planea el concepto de la discriminación positiva. Eso de obligar o forzar la diversidad es siempre objeto de controversia, pero la realidad es que vivimos en un mundo globalizado, marcado por el mestizaje y la multiculturalidad, y aún se cuentan con los dedos el número de personas no blancas en los medios de comunicación.
La actriz reconvertida en humorista Asaari Bibang, negra y de orgien ecuatoguienano, acudía a principios de enero junto a Penny Jay a una entrevista en el programa La Resistencia para hablar de su nuevo espectáculo “Riot Comedy”, un open mic de comedia femenina. Cuando Broncano le pregunta a Assari sobre su carrera como actriz, esta aprovecha la oportunidad para dar visibilidad con humor a los problemas que se enfrenta como actriz negra.”Me salí. Hace como cuatro años que no hago nada como actriz porque solo me ofrecían papeles de puta, así que he dejado la prostitución básicamente”. Su forma de contarlo generó carcajadas, pero el trasfondo es una problemática en torno a la representación de las minorías. Cuando Broncano le pregunta acerca de una serie de médicos en la que Assaai ha aparecido dos veces, ella comenta “ la segunda vez que participé hice de puta y en la primera hacía de madre que había sido puta”. Las risas inundaron la sala. Es sorprendente que en 2019 una actriz negra sienta que su única salida en la profesión es interpretar a una prostituta, obviamente inmigrante. Ya no es solo un problema acerca de la cantidad de papeles disponibles para una minoría, sino de la calidad de los mismos.
Los actores negros trabajaban mucho menos que sus colegas blancos y se ven encasillados en papeles que perpetúan estereotipos. ¿Cuál es la solución? La autorrepresentación parece una forma de atacar el problema de la perspectiva o mirada con la que se crean estos personajes o se cuenta su historia. Una de las charlas más famosas de Chimamanda Ngozi Adichie es un TEDTAlk titulado “The danger of a single story” (el peligro de una sola narrativa). La escritora utilizó como ejemplo los relatos de grandes escritores no africanos sobre África para hablar de la importancia para un pueblo o colectivo de contar sus propias historias. Ejemplos hay cientos de cómo los espectadores aprecian descubrir narrativas y miradas diferentes. Issa Rae creó The Mis-adventures of a Awkward black Girl en 2011. Lo lanzó en YouTube y fue todo un éxito. ¿Por qué? Porque retrataba a una mujer negra a la que le costaba socializar en el trabajo. Una representación completamente opuesta a lo que estamos acostumbrados a ver y que rompía con estereotipos muy arraigados en el imaginario colectivo acerca de la mujer negra. La serie ganó en 2012 el premio Shorty por la mejor serie online y provocó el despegue de la carrera de Issa Rae como actriz, productora, directora y creativa.
Los relatos cambian dependiendo de quien los cuente, porque la realidad es altamente subjetiva. El cambio no pasa solo por ofrecer más papeles a las “minorías” si el discurso sigue siendo el mismo. Se necesita diversidad en todos los niveles; escritores, guionistas, productores, directores y demás que ofrezcan una percepción de la realidad diferente y enriquezcan así los relatos.
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