Sobre lo que olvida el feminismo blanco

10 / 05 / 2022
POR Gabriella Nuru

En ‘Feminismo de barrio’ la activista afroamericana Mikki Kendall ofrece las claves para descolonizarnos ante un activismo excluyente y desfasado.

‘Feminismo de barrio. Lo que olvida el feminismo blanco’ (Capitán Swing, 2022), de la activista, escritora y crítica cultural afroamericana Mikki Kendal no se anda con rodeos. Desde el primer capítulo la autora deja claro su objetivo y misión: que se analicen las cuestiones fundamentales que atraviesan las mujeres racializadas con menos oportunidades, pues estas normalmente se quedan fuera de la narrativa y los estudios de la cultura popular. Una forma de ayudar a que la gente se cuestione los principios básicos sobre los cuales se ha erguido un feminismo blanco hegemónico ya inviable, excluyente y obsoleto.

Mikki Kendal nació en Chicago en 1976 y fue veterana de la armada estadounidense hasta que en 2013 decidió centrarse plenamente en su carrera como escritora. Kendall proviene del llamado hood (barrio) y una de sus máximas preocupaciones a nivel artístico e intelectual es saber cómo crear narrativas que no aislen los movimientos sociales de los barrios o, más bien, estudiar formas y dinámicas que pretendan ajustar al contexto de los barrios y sus propias problemáticas cuestiones tan importantes como la equidad, la seguridad y la salud comunitaria.

En su libro aborda, a lo largo de dieciocho capítulos, transversalidades básicas que tocan de cerca a las mujeres racializadas, en especial a las mujeres negras, y explica cómo un feminismo concienciado y solidario podría actuar positivamente sobre éstas.

Para Kendall hablar de feminismo como tal y sus supuestos avances es una utopía si éste no se convierte en un movimiento que quiera entender las realidades de las personas con diferentes recursos, oportunidades y alcances.

Kendall explica cómo el feminismo tendría que abordar temas tan importantes como la violencia armada, el hambre o los estereotipos hacia las mujeres racializadas y ponerles fin o solución porque son cuestiones que deben ser consideradas desde una mirada amplia de estudio y no solo para quien lo sufre o experimenta. Si la población blanca, en especial las mujeres blancas, no se implican nunca las podremos ver como aliadas, puesto que se evidenciaría más que el hecho de que a ellas les vaya bien no supone que a las mujeres racializadas les pase lo mismo y tengan una garantía de libertad y seguridad per se.

Hace falta pues,según Kendall, un feminismo que esté inconforme con el estatus, ya que sin esa incomodidad y deseo de cambio no habrá camino real hacia la igualdad de todas las chicas racializadas.

Dice la autora que el feminismo y la percepción que cada una tiene de él emana de cómo la raza, el género y la clase han influido en el acceso que hemos tenido a la educación, tratamientos médicos, el dinero y el tipo de trabajo que desarrollamos puesto que estos pocos factores van a determinar cómo la sociedad y las figuras de autoridad nos traten a lo largo de nuestras vidas.

Hay que tener en cuenta que las mujeres negras en la narrativa occidental actual son consideradas como seres fuertes sin necesidad de cuidados, ayuda ni protección. Esta imagen ha hecho que la deshumanicen y la consideren como la mujer perteneciente a una otredad latente que puede con la carga de todo (los hijos, la familia y la comunidad) y nunca tiene derecho a nada, mucho menos a la queja.

Las mujeres negras no son vistas como seres inocentes, merecedoras de protección, más bien como seres precoces que para ser consideradas como iguales (a las mujeres y demás personas blancas) tienen que cumplir y alcanzar la “respetabilidad”, que es algo así como ganarse el derecho al respeto y la seguridad por parte de la cultura blanca dominante que tiene el poder. La narrativa principal determina que de lo contrario estarán abocadas a la invisibilización eterna, y esto es lo que pasa en la mayoría de veces ya que las mujeres racializadas tienen que preocuparse de los peligros sociales, la policía, los depredadores y aprender a vivir en un mundo de pobreza donde las calles pueden ser desde el lugar más cruel hasta el espacio más seguro donde se nos reclama con más urgencia.

Dice Kendall que no es viable ni realista un feminismo que no ampare a todas las mujeres y que con el silencio y la inacción respalde un sistema donde los derechos humanos básicos dependan de un patrón de conducta concreto para ser consideradas dignas.

Al hilo de lo último y teniendo en cuenta la adultificción a las que las niñas y jóvenes se ven sometidas, la hipermasculinidad también es visible por parte de la comunidad negra masculina, pues no solo se les hipersexualiza y se les ha hecho ingerir una masculinidad tóxica causada e influenciada por la opresión, sino que se les ha señalado y criminalizado de forma masiva. 

Esto ha hecho que los roles de familia cambien en muchas ocasiones y que a causa de esta criminalización, y encarcelamientos masivos, las mujeres racializadas se las tienen que ver solas, siendo ellas el único sostén de un núcleo familiar y conciliando nuevas formas forzadas de ver y vivir como familia, pues los núcleos tradicionales familiares negros se han visto rotos a la fuerza por el racismo institucional y la falta de oportunidades. Esto pasa en mucho menor porcentaje con las mujeres y las familias en general blancas debido a que gozan de una protección que se da por hecho desde siempre.

Los barrios necesitan feminismo, uno que sea real e interseccional, uno que vele tanto por mujeres como por hombres y por personas de la comunidad lgtbiq+, un feminismo que aborde y abarque todos los problemas con igual tenacidad e implicación y sobre todo que vea a la mujer negra y racializada en general como igual de válida que las demás sin necesidades del reconocimiento ajeno pero sí, inevitablemente de su apoyo.

Porque dice Mikki Kendall, que la mujer negra no es ninguna mula de carga, no somos fieras dispuestas; por una parte a sacar los dientes constantemente para defender a los demás y, por otra, siempre listas para complacer los deseos y placeres ajenos. Somos inteligentes, tenemos metas y sueños aunque el barrio nos haya visto crecer y, pese que esto pudiera suponer un obstáculo, como dije anteriormente, es el propio barrio quien muchas veces nos ha visibilizado, abrazado y protegido porque por suerte o por desgracia, las demás personas de comunidades y estratos sociales más favorecidos no lo han hecho.

No siempre tenemos una existencia penosa y si así fuera tenemos derecho a resurgir de ese abismo y tener las herramientas y la legitimidad para levantarnos. No tenemos por qué asumir los estándares que el propio racismo nos impone con sus reglas opresoras, no queremos encerrarnos en nuestro propio cuerpo y mantener siempre la fachada requerida, no queremos que se abuse de nuestro trabajo físico y emocional dando tanto de nosotras que nos absorban hasta la propia esencia por muy desfavorecidas que estemos.

Tenemos que priorizar nuestro bienestar psicológico y mental ante todas las cosas y estar dispuestas, como visión comunitaria que tenemos, a arropar y guiar a las compañeros, compañeras y compañeres que lo necesiten y quieran sanar y curar sus traumas sin nosotras drenarnos. El feminismo debe estar preparado para actuar de tal forma que todas las personas con problemas de salud mental podamos acceder a un sistema de atención.

Y, por último, necesitamos un feminismo que nos enseñe que no dependemos de una política de respetabilidad y comprender que lo blanco es un constructo que nunca nos dará su aprobación, pero no por eso estamos perdidas, puesto que no necesitamos la aprobación del supremacismo blanco para ser y seguir con nuestras misiones y labores.

Necesitamos proteger nuestra esencia y  nuestros valores y las transversalidades que nos moldean hoy en día. Necesitamos preocuparnos menos de las apariencias y más de las soluciones exigiendo políticas que no nos condenen a la precariedad en ninguna de sus formas.

Sin duda, Feminismo de Barrio es un libro contemporáneo que necesitas en tu estantería si quieres, independientemente de tus orígenes o raza, descolonizarte y entender más sobre un movimiento tan fundamental que nos atraviesa en los tiempos en los que vivimos y debería ampararnos a todas, todos y todes.