Elsa Schiaparelli: moda y surrealismo en 10 claves

13 / 01 / 2017
POR Jaime Martínez

Su nombre vuelve a formar parte del reducido grupo de miembros de la Alta Costura. Feminista, impulsora del “branding” y vinculada a los movimientos dadaísta y surrealista, repasamos los aspectos que marcaron la vida de la singular diseñadora.

 

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La llamaban Schiap. “No quería que nadie la llamara Elsa porque no le gustaba su nombre, por lo que sus amigos la llamaban Schiap. Y mi hermana y yo también”, contaba Marisa Berenson, una de las nietas de la diseñadora italiana, al narrar algunos capítulos de su infancia en unas declaraciones a VMagazine en 2012.

La casa Schiaparelli desapareció en 1954, momento en el que la diseñadora abandonó su labor creativa para dedicarse por completo a escribir su autobiografía, “Shocking Life”. Resucitada por Diego Della Valle, CEO de la firma Tod’s, e incluida ya como miembro de pleno derecho en la Alta Costura de París, la maison Schiaparelli reaparecía, en calidad de invitada, en el calendario oficial de desfiles de 2014. Sin entrar en polémicas discusiones sobre la adecuación o no de reavivar viejas casas de moda, lo que sí recordaremos son las reflexiones al respecto que el diseñador Miguel Adrover realizaba durante una de sus últimas declaraciones al semanario SModa, “Las compañías venden que los creadores son artistas, cuando en realidad los remplazan sin más. ¿Se siguen pintando cuadros de Picasso? No. ¿Por qué en moda sí? ¿Por qué murió McQueen y se siguen confeccionando diseños con su firma? Es algo que no puedo comprender. Cuando un creativo muere, debería morir su compañía. Sé que hay una industria detrás, pero las nuevas generaciones también necesitan espacio”. 

Rememorando la inimitable y extraordinaria labor de Schiaparelli, y algunas de sus creaciones más llamativas, repasamos en 10 puntos claves los aspectos que marcaron su vida.

 

1. El gusto por el arte de una mujer renacentista.

Elsa Schiaparelli nació en Roma en 1890, en el seno de una influyente familia aristocrática e intelectual. Descendiente por vía materna de Los Médici, su padre era un reconocido arabista y profesor, hermano del astrónomo Giovanni Schiaparelli. Completaba el estudioso circulo familiar Ernesto Schiaparelli, primo de su padre, afamado egiptólogo, y director desde 1984 del Museo Egipcio de Turín.

El ambiente erudito en el que se crió nos sirve para entender su inclinación hacia el mundo del arte y el misticismo. Sería con su tío con quien recorrería los cielos trazando sueños, adivinando constelaciones y jugando con las estrellas. A la pequeña Schiap no le gustaban los lunares de su mejilla izquierda, y sería él quien le señalaría lo especial de unas marcas dispuestas a imagen de la constelación de la Osa Mayor. Desde aquel momento la agrupación de estrellas pasaría a formar parte del introspectivo mundo de la pequeña, para germinar, muchos años después, en la que supuso una de las mejores colecciones de la diseñadora, “Zodiac”, su propuesta para la temporada otoño-invierno de 1938-1939.

 

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Prendas de la colección “Zodiac” para la temporada Otoño-Invierno 1938-1939.

 

2. Feminismo y libertad.

El origen acomodado de Schiaparelli le propiciaba una seguridad económica y vínculos con círculos eruditos e intelectuales, pero con el paso de los años aquella seguridad se tornó en cárcel.

Con apenas 21 años publicaba “Arethusa”, un sensual poemario por el que sería ingresada en un internado suizo, cuya estancia terminaría en una huelga de hambre. Después se marcharía a Londres, donde conocería a Wilhelm Wendt de Kerlor, un teologo-estafador con el que se casaría en 1914, y con el que emigraría a Estados Unidos escapando de la Primera Guerra Mundial.

En América daría a luz a su única hija, “Gogo”. Abandonada por su marido a las pocas semanas, comienza a trabajar con Gabrièle Buffet-Picabia, quien la introduce en el circulo dadaísta neoyorquino.

Durante esta etapa Schiaparelli interioriza los conceptos de funcionalidad, libertad y comodidad tan propios del modo de vestir americano. Será ella quien los traiga a Europa, plasmándolos en algunos de sus revolucionarios y confortables diseños, como la falda pantalón que luciría la tenista española Lili Álvarez durante el torneo de Wimbledon de 1931.

 

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Lili Álvarez luciendo el modelo de falda-pantalón diseño de Elsa Schiaparelli durante el torneo de Wimbledon de 1931.

 

3. Paul Poiret, mentor y amigo.

Volvía a París en 1922, justo cuando Paul Poiret, el couturier más importante de la época, organizaba un gran espectáculo con el que anunciaba su vuelta tras la guerra. El matrimonio Poiret y los Picabia eran amigos, y Gabrièle necesitaba un nuevo vestido con el que asistir al evento. Schiap no sabía diseñar ni tejer, pero eso no le impidió confeccionar un vestido para su amiga. Orgullosa del resultado, Gabrièle comentaba dichosa la alegría de llevar el primer “Schiaparelli”, y Poiret, al verlo, transmitió su enhorabuena a la diseñadora.

Apoyada por Poiret, cuya amistad se consolidaría con el pasar de los años, Schiaparelli emprende su nueva carrera como diseñadora en solitario. Confecciona unos suéteres de punto con trampantojos de lazos en blanco y negro que la revista Vogue no duda en calificar de “Obra maestra”, y en 1927 abre su primera tienda-taller bajo el lema “Schiaparelli – Pour le Sport” (Schiaparelli, Ropa deportiva).

 

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Jersey en trampantojo, 1927.

 

4. Pionera del “Demi Couture”.

Hasta la apertura de su taller de ropa tipo “sport”, el diseño de moda solo se había orientado hacia la creación de la alta costura. El hecho constituyó la primera ocasión en la que aparece algo similar a las tendencias del prêt-à-porter que tan bien explotaría Yves Saint Laurent a finales de la década de 1960, y a la actual corriente del demi-Couture por la que apuestan las principales casas de moda.

Influenciada por los diseños de su amigo Poiret, sus comienzos vinculados a prendas prácticas y de diario evolucionan rápidamente, y en 1932 Schiap ya cuenta con un departamento de alta costura. Su desbordante imaginación y sus cuidadas maneras hacen que termine adueñándose de técnicas tan elaboradas como el plisado, que desarrollará hasta una delicadeza y perfección que no volverán a verse hasta los trabajos de Issey Miyake de finales de 1980.

 

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(1) Vestido ‘Delphos’ de Mariano Fortuny, 1909.  (2) Jacqueline Marcel con un modelo plisado de Elsa Schiaparelli, 1951. (3) Modelo plisado de Issey Miyake, 1990.

 

Su gusto por la experimentación le harán diseñar una colección con rayón, disponer las cremalleras como un motivo ornamental más o diseñar el corte sirena.

El estallido de la Segunda Guerra Mundial le lleva a presentar modelos confeccionados con resistente tela de paracaídas, y un tristemente práctico “modelo para la fuga”. Un mono de lana con cremallera, pantalón ancho y cuatro grandes bolsillos donde poder llevar documentos, joyas y una linterna.

 

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(1) Modelo para la fuga de la colección “Cash & Carry”, 1939. (2) Vestido de noche en corte sirena, 1939.

 

5. Impulsora del Branding.

Cultivó amistades que le aportaban clientes de una manera innata. Cerraba vestidos con “candados” que pasaban a formar parte del lenguaje de la firma, cuyos perfumes empezaban siempre con la letra “S”. Si Poiret hacía décadas que había traspasado las barreras naturales de su oficio, ahora Schiap hacía lo propio y era la primera diseñadora en crear una línea de bolsos y de gafas. El universo Schiaparelli parecía infinito, y sus llamativos diseños no hacían más que incrementar una lista de clientas entre las que se encontraban La Duquesa de Windsor, Katharine Hepburn o Marlene Dietrich.

Sus aportaciones al lado más “industrial” de la moda no terminaba ahí, y sería la primera en dotar a sus colecciones de un nombre y un hilo argumental. Para su extraordinaria colección “Le Cirque” contó con trapecistas y acróbatas vestidos de satén rosa, en una representación que se convirtió en lo más parecido a un desfile.

 

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Diseños e ilustración de Christian Bérard para el desfile de la colección “Le Cirque”, 1938.

 

6. Sí, el “Shocking” es un color.

En su autobiografía cuenta que su fascinación por este color vino al ver el diamante Cartier de su amiga Daisy Fellowes, “brillante, imposible y descarado”. Era 1937 y Schiaparelli preparó el lanzamiento de su nuevo perfume, «Schoking», que decidió vincular con este nuevo color que había descubierto. El perfume resultó un éxito, y su caja, de un intenso color rosa “Shocking”, contribuyó a popularizar el color.

Le gustaba tanto su nuevo tono que comenzó a incluirlo en vestidos de noche, pañuelos y barras de labios, hasta convertirlo en el tono corporativo de la casa. Y su adjetivo, “Shocking”, en sinónimo de su propia vida, hasta el punto de dar nombre a su última colección, “Shocking Elegance”, y a su autobiografía, “Shocking Life”.

 

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Fotografía de Horst P. Horst de un conjunto en crepé negro con lazo bordado de tafetán en color rosa “shocking”, 1947.

 

7. Dadaísmo y surrealismo.

Schiaparelli cultivó relaciones vinculadas al mundo del arte que introduciría como seña de identidad de su marca y sus diseños.

Entre la larga lista de nombres que colaboraron junto a ella encontramos a la escritora Elsa Triolet, Jean Dunand, Alberto Giacometti, Christian Bérard, Meret Oppenheim, Andy Warhol, Leonor Fini, René Magritte, o a los fotógrafos Cecil Beaton, Horst y Man Ray.

En 1937 Cocteau le enseñaría un dibujo que terminaría inspirándola para crear uno de sus más conocidos diseños. Un vestido y un abrigo con la ilusión de un bordado que hacía ver tanto a dos mujeres de perfil, como a un jarrón rebosante de rosas. 

 

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Dos de las colaboraciones de Cocteau junto a Schiaparelli. (1) Abrigo en trampantojo de dos caras y rosas, 1937. (2) Traje bordado con cabeza de mujer, 1937.

 

8. Dalí

Mención a parte merece su intima relación con Dalí. Juntos diseñarían la polvera en forma de rueda de teléfono, el traje escritorio, el vestido “lágrima” o el surrealista sombrero en forma de zapato, una de sus más conocidas colaboraciones.

 

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(1) Obra de Dalí “El escritorio antropomórfico”, 1936. (2) «Traje escritorio» de Elsa Schiaparelli, 1936. (3) “Sueño de Venus”, fotografía de Horst P. Horst para Gaudí con collar de estrellas diseño de Schiaparelli, 1939.

 

En 1934 Dalí había comenzado a introducir la Langosta en sus creaciones, y en 1937 impresionaba un gran dibujo de una de ella junto a unas ramas de perejil en un vestido de organdí blanco. Aquel vestido pasaría a la historia por las fotografías que Cecil Beaton realizaría de Wallis Simpson poco antes de su matrimonio con Eduardo VIII.    

“Estimada Elsa, me gusta esta idea de ‘huesos en el exterior’…” decía la nota que acompañaba a unos bocetos que el pintor surrealista hacía llegar a la diseñadora en 1938. La idea no tardó en plasmarse en un atrevido diseño, y aquel mismo año se presentaba ante los ojos de un abigarrado público el vestido “Skeleton”. 

 

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(1) Wallis Simpson fotografiada por Cecil Beaton, 1937. (2) Vestido “Lágrima”,1938. (3) Vestido “Langosta”, 1937. (4) Vestido “Skeleton”, 1938.

 

9. Elsa Schiaparelli, “La italiana”.

El enfrentamiento entre Chanel y Schiaparelli forma ya parte de la historia. Velados insultos e incidentes, como el del vestido de Schiaparelli que ardía en llamas por culpa de un “tropiezo” de Chanel, resumen la continua pugna entre estas dos grandes modistas del siglo XX. Si bien, Chanel parece haber ganado con el tiempo la batalla que perdió durante su enfrentamiento con aquella mujer a la que despectivamente llamaba “La italiana”. Al contrario de lo que hoy pudiera parecer, fue Schiaparelli quien gozó de una mayor aprobación y repercusión mediática, siendo la primera diseñadora en protagonizar la portada de la revista Time.

Las diferencias entre ambas no terminaban entre el minimalista estilo de Chanel, y la explosión surrealista de Schiaparelli, alcanzando aspectos del ámbito personal y moral. Mientras Chanel se vinculaba con el gobierno colaboracionista francés y estrechaba lazos con generales nazis, Schiaparelli hacia lo imposible por introducir medicamentos en la Francia ocupada, que terminaba abandonado en 1941 y a la que no regresaría hasta el final de la guerra.

 

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(1) Coco Chanel por Boris Lipnitzki, 1936. (2) Portada de la revista Time de 1941. (3) Elsa Schiaparelli fotografiada por Cecil Beaton, 1930.

 

10. Referente de ayer, hoy y siempre.

“En tiempos difíciles, la moda siempre es extravagante” solía decir. Y pasando por dos guerras, y desarrollado la mayor parte de su carrera durante el periodo que condujo de una a la otra, no cabe duda de que los suyos lo fueron.

El vestido “Skeleton”, que tanto recuerda a algunos de los más llamativos diseños de McQueen. Un perfume en forma de portavelas al estilo Moschino. Una combinación de  voluptuosa falda y entallada blusa, hoy sello de la diseñadora Carolina Herrera. Florales y enjoyados guantes, como los que pueden verse acompañando a las creaciones de Joseph Font para Delpozo. Los ya mencionados plisados que heredaría Issey Miyake. Y prendas de corte masculino y militar, que abrían los caminos por los que más tarde transitarían diseñadores como Yves Saint Laurent, son tan solo una pequeña muestra del poder inspirador y de atracción que han mantenido con el paso de años las creaciones de Schiaparelli.

 

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(1) Retrato de Elsa Schiaparelli por Horst, 1937. (2) Atrevido vestido de noche con ilusión de mostrar la ropa interior, colección “Fruta Prohibida”, 1949.