‘Edén’, los collages de Inés Cardó inspirados en Pachamama

16 / 08 / 2018
POR Paula Martíns

Su nuevo trabajo sobrepasa los límites de la realidad y crea la simbiosis perfecta entre naturaleza y feminidad. En el mes que se honorifica a la Madre Tierra, hablamos con la artista sobre su evolución creativa y personal de este último año.

 

 
Es mujer y es joven pero además es artista. Inés Cardó rompe clichés y lucha en cada uno de sus trabajos por destruir estos estereotipos que a menudo son un obstáculo para quién se dedica al arte. Cuando el año pasado la entrevistamos ya nos dimos cuenta de que su constancia y su fuerza consiguen que, día tras día, sus proyectos sean fuente de admiración.  Nació en Bolivia, creció en Brasil y desde hace años vive en España. Es experta en collage, amante de la fotografía y apasionada de los fanzines.

Aunque ya no tiene miedo, sí que un día lo tuvo. Pero Cardó es valiente y por eso, un año más tarde, vuelve a hablar con nosotros. En sus respuestas, la artista se quita capas, muestra abiertamente su personalidad y nos presenta Edén , uno de sus nuevos proyectos en el que mezcla feminidad y naturaleza en un mismo espacio. Sin prisa pero sin pausa, así construye las paredes de su futuro. Pasen y lean.

1. ¿Qué te permite el collage que no ofrece otra técnica?

Para mí la mayor ventaja del collage es que me permite sobrepasar los límites de lo real, pero manteniendo el realismo en las imágenes. Es decir, todos los elementos que forman un collage parten de cosas que existen a nuestro alrededor y que estamos acostumbrados a ver. Su lectura a primera vista no es complicada porque son elementos reconocibles. Sin embargo, al seleccionarlos y combinarlos se consiguen imágenes de alguna forma surrealistas que desafían los límites de lo posible y crean un lenguaje visual distinto. Me parece que es una técnica que construye imágenes muy potentes visualmente y mediante la cual he encontrado mi forma de canalizar un mensaje. En sí ya es un arte de reciclaje y su belleza y poder comunicativo residen también en esa capacidad de hacer renacer y reinventar imágenes antiguas, olvidadas o que se habían visto como irrelevantes y banales. Todos mis collages son hechos a mano y creo que en ese aspecto también encuentro una forma de reivindicar el proceso de intervención manual en el arte.

2. Naturaleza y feminidad, así es EDEN. Háblanos sobre ello ¿Qué te hizo crear esta serie de collages?

La serie nace de los paralelismos que he encontrado entre los dos elementos que ahora mismo configuran la parte más esencial de mi discurso artístico. La creencia de la Pachamama o Madre Tierra, que concibe a la tierra como una mujer, fue el punto de partida para hablar sobre una sociedad patriarcal que, además, castiga a la naturaleza. Por otro lado, hay muchas similitudes en el lenguaje y la simbología que se utiliza para ambos: la sensualidad, la pureza, la delicadeza o la fertilidad son características o significados atribuidos a las flores o la tierra, pero también a la mujer. Ahí entra en juego el elemento crítico de la serie al hablar sobre un conjunto de imposiciones que tratan de crear una mujer idealizada o una feminidad prefabricada. El jardín del Edén engloba tanto a la mujer como a la naturaleza y simboliza esa idealización y perfección platónicas.

3. Podemos ver metáforas de mujeres tumbadas sobre cactus o brazos que se disuelven entre montañas acunando a bebés ¿Cuál de los collages de EDEN es más especial para tí y por qué?

Creo que el collage más especial para mí es el de la madre-montaña sujetando un bebé en sus brazos. Muchos de mis collages están inspirados por las mujeres que tengo a mi alrededor y este en concreto lo hice cuando mi hermana nos anunció su embarazo.

4. Y haciendo hincapié en el concepto de Pachamama y en tus influencias peruanas ¿qué repercusión ha tenido la diosa inca en tu vida?

Más allá del concepto de Pachamama en concreto, para mí ha sido fundamental como parte de mi experiencia cultural personal integrar elementos de la cultura peruana y de la cosmovisión tradicional dentro de mi lenguaje e ideario artístico que, al fin y al cabo, acaba participando de una forma propia de percepción e interpretación de la realidad.

Siento que profundizar sobre estos temas enriquece mi obra a la vez que me permite conocer mejor mi cultura. Me influyen mucho todos los trabajos que tratan sobre ello, desde Moon, Sun and Witches, un libro de Irene Silverblatt que trata sobre la ideología de género y clase en el Perú Inca y colonial, hasta obras contemporáneas como la película La Teta Asustada de Claudia Llosa, sobre una experiencia femenina en la época posterior al terrorismo o el corto El Bulto de Melanie Smith, sobre la identidad poscolonial. Me parece muy importante escuchar el testimonio, las reflexiones y las experiencias de otras mujeres latinas.

En el fondo mi obra es otro punto de vista frente a cómo me han afectado o tocado diferentes partes de mi cultura.

 

 
5. Hace más de un año que hablamos contigo en #VEINDIGITAL sobre tu fanzine Heartbreak Nation. Nos dijiste que en unos años esperabas estar estudiando la carrera que querías y seguir haciendo fotografías. Ahora sabemos que lo has conseguido, estás estudiando Bellas Artes ¿Has descubierto alguna técnica que te haya hecho cambiar de perspectiva y explorar nuevos espacios artísticos?

Aparte de los trabajos que hacía para la carrera y centrándome más en lo mío, el collage ha sido definitivamente la técnica que más he desarrollado este año, seguido de la fotografía. Hace un par de años ya los hacía pero no les daba la importancia que les doy hoy en día. Era más bien un entretenimiento, parte de mis diarios o preparaciones previas a modo de moodboard para sesiones fotográficas. Ahora, sin embargo, son una parte fundamental de mi creación artística, tienen mucho más protagonismo que antes.

También he aprendido mucho más sobre la fotografía analógica, he descubierto en la técnica mixta un espacio muy amplio para expresarme y experimentar y he realizado algunos trabajos con hilo y textiles.

Sin embargo, creo que lo que más me ha aportado este año la carrera ha sido poder ver el proceso creativo y los resultados de mis compañeros. Ver la manera de pensar y trabajar de los demás me parece muy enriquecedor.

6. Sobre la fotografía. Sabemos que Floriografía ha tenido muy buena acogida ¿Qué es para ti una flor? ¿Es musa?

Este año me di cuenta de que la naturaleza y más en concreto, la flor, era un tema recurrente creativamente para mí y poco a poco la he ido asimilando como parte de mi lenguaje artístico.

De ahí nace Floriografía, cuyo nombre hace referencia al lenguaje simbólico de las flores durante la era victoriana. El elemento central de la serie es definitivamente la flor y en ese sentido sí se podría decir que es la musa. Sin embargo, más allá de su capacidad visual, me interesa más a nivel simbólico.

Para mí las flores son una de nuestras mayores herencias simbólicas tanto artísticamente como a la hora de relacionarnos en nuestro día a día y constituyen, en conjunto, un lenguaje metafórico que hemos asimilado ya con total naturalidad. A lo largo de la historia, la flor ha encarnado la sexualidad, pero también la pureza, la vida y también la muerte… es distinto una flor en una capilla que una flor en un hospital, un cementerio o como regalo en una relación afectiva. Floriografía es precisamente un estudio visual de esa enorme gama de significados, que muchas veces son duales o contradictorios, y de cómo varían y se adaptan según su contexto físico.

 
collage

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7. ¿Y cómo ha evolucionado Heartbreak Nation desde entonces?

La verdad es que después de la publicación de la quinta edición del fanzine lo dejé un poco en stand-by. Es un proyecto que llevaba haciendo desde los catorce años y llegó un momento que no sabía muy bien si quería seguir o hacia qué dirección llevarlo y antes que hacerlo sin ganas o hacer cambios drásticos en un fanzine que siempre ha tenido una estética muy unificada entre sus números, decidí darme un descanso para pensar cómo seguir con el proyecto. También tenía ganas de dedicar más tiempo a otros proyectos y experimentar un poco más con los fanzines, de reinventarme y probar nuevos formatos, temas y estéticas. Todavía no tengo muy decidido cuál será el futuro de ese este medio, pero siempre lo tengo en mente y es un proyecto al que tengo mucho cariño.

8. ¿Podemos hablar de próximos zines o alguno que tengas entre manos?

Después de Heartbreak Nation hice un fanzine personal para el Mini Pichi, una edición más corta de la feria de autoedición Pichi, que se celebró en Vaciador 34 en mayo. Era una recopilación de las primeras fotos que tomé para mi serie Floriografía, con un prólogo en el que explicaba un poco la serie y algunos textos en los que identificaba y relacionaba las flores con situaciones de mi vida en los últimos dos años. Hice unas veinte copias que se vendieron casi todas en la feria.

En el mes de julio maqueté e hice el diseño para el fanzine ¿Podemos ser amigos de Dios? de Uxía Taboada, decorando sus textos con una estética religiosa. En cuanto a próximos fanzines, me gustaría sacar uno de collages.

 
collage

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9. Nos interesa mucho tu visión de la mujer en el arte. A menudo está presente y puede decirse que es el centro de muchos de tus trabajos. Tú, como mujer artista y joven ¿crees que es difícil hacerse hueco en ese campo y más aún cuándo tu trabajo gira en torno a la figura femenina?

A veces siento como si en el mundo del arte hubiese una división entre lo que se considera serio y lo que no. Es como si existiese una línea invisible que divide aquello que es suficientemente serio o maduro de aquello que es inmaduro y, de alguna forma, se ve como un simple entretenimiento o arte efímero. Muchas veces, y sobre todo cuando empezaba a hacer mis primeros trabajos, me daba miedo que todos aquellos temas que giraban en torno al ser mujer cayesen dentro de lo que se considera como arte no suficientemente serio. Me preocupaba que a la gente no le interesase lo que yo tenía que decir como mujer y también que, al ser joven, mi arte se viese como algo inexperto o inmaduro.

Todavía hay muchos prejuicios, es algo que no se puede negar y que se ve muy claramente cuando hay personas que dicen, por ejemplo, que en los libros de historia del arte no se estudian tantas mujeres porque no han tenido suficiente nivel artístico. Sin embargo, creo que es algo que poco a poco está cambiando. Movimientos como el Girl Gaze en fotografía han girado el foco precisamente hacia estos temas y espero que esto siga sucediendo y que a las mujeres artistas se les de la atención y el reconocimiento que se merecen. Sin embargo, hay mucho trabajo que hacer todavía para que esta inclusión pueda llegar a todas las mujeres, sin importar su raza, edad u otras condiciones personales, y no solo a un grupo reducido de artistas.

10. ¿Cómo conseguiste crecer en el mundo artístico? ¿Hubo algún momento de estancamiento y de decir: “hoy lo dejo”?

De hecho, la mayor parte de momentos que he tenido en los últimos años han sido de estancamiento. Cuando empecé a hacer fotos, hace ya algunos años, tenía muy clara la estética y dirección que quería seguir, pero llegó un momento en el que sentí que esas decisiones y propósitos ya no me atraían tanto como al principio o que no podía identificarme con el arte que había hecho hasta entonces. Eso dio inicio a una época de parón muy grande en la cual traté, sobre todo, de recopilar ideas, experimentar y aprender mucho del trabajo de los demás.

Creo que en la creación artística la renovación es algo esencial y con esto no me refiero a cambiar constantemente tu estética u obra, sino a un constante planteamiento y cuestionamiento de lo que estás haciendo y creando. Para mí, mi arte es algo muy personal y es inevitable que a medida que he ido cambiando como persona y creciendo he sentido que algunos de los elementos esenciales o pilares sobre los cuales había construido mi trabajo hasta entonces ya no encajaban tanto con la persona que era en ese momento. Muchas ideas, temas o técnicas de mis primeros trabajos siguen vivas en mi obra pero desde un enfoque distinto.

Cuando entré a la carrera también tuve momentos en los que creaba menos, sobre todo por falta de tiempo. Este primer año sentí que me exigían una sobreproducción y centrarme en terminar todo lo que se me pedía consumía la mayor parte de mi tiempo y fuerzas. Pasar de dedicarme al arte en mis tiempos libres, como cuando era más pequeña, a girar mi vida en torno a ello y a su aprendizaje, como en la carrera, ha sido un giro muy grande para bien y para mal. Es muy fácil caer en el desánimo y en las comparaciones de tu trabajo con el de los demás. Es algo muy negativo que te desilusiona mucho y a veces te quita las ganas de seguir haciendo cosas. También ha sido un año de experimentar y eso implica buenos y malos resultados e inevitablemente te altera el ritmo de creación.

Intento estar siempre en ese proceso de renovación y de flujo de ideas y es inevitable pasar por momentos de parón. Es algo que antes me hacía sentir mal por no conseguir crear a un ritmo constante o no tener todo mi lenguaje ya construido, pero que ahora entiendo como algo normal y hasta necesario.

 
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