Los pétalos también hablan por sí solos

25 / 04 / 2017
POR Pablo Gandía

Pocas cosas superan la estética de un bodegón de flores. El vídeo ‘Delilum’ es una de ellas.

 

 

Habrá alguien que recuerde el desfile de Dries Van Noten SS17, más que nada porque fue una absoluta reivindicación del ikebana. El artista japonés Azuma Makoto preparó para la ocasión una serie de bloques de hielo con plantas congeladas. La idea de todo aquello no era ni de lejos jugar con la ilusión primaveral, ni con la alergia de los presentes, pero viendo las críticas del público y de la prensa, estaba claro que el trasfondo psicológico pasó desapercibido. Ahora bien, ¿puede que Makoto estuviese advirtiéndonos de que las flores van a recuperar su estatus de culto, que Occidente se arrodillará a la cultura Zen del mismo modo que lo ha hecho ante la economía asiática? Es suficiente con revisar algunos proyectos de artistas europeos para darse cuenta del cambio inminente.

 

“Hablamos de una mujer que es capaz de alcanzar la plenitud sin necesidad de los demás. Una mujer que es feliz estando sola porque se conoce a ella misma y se respeta”, explican Alba Adán y María Morató, dos directoras de arte que le han dado forma a esa mujer de un modo muy poco convencional: con un vídeo que utiliza las flores para explorar la masturbación femenina. ¿El problema? Que en un minuto y medio, que es lo que dura la pieza, resulta complicado comprender el mensaje. Y claro, no todo el mundo está dispuesto a darle al play por segunda vez. “En realidad no nos preocupa que el espectador no entienda lo que le contamos, porque lo que queríamos desde el principio es crear una atmósfera y que percibiera de forma sutil todo el erotismo”.

 

El propio título ya lo resume. Delilum, según ellas, tiene que ver con un juego de palabras: lilium es el nombre de una flor abierta que enseña su sexo, a diferencia de las rosas o los tulipanes, y delirio hace referencia a la excitación. Pero una duda: ¿y qué hay del proceso para materializar esta metáfora? “Primero definimos las supuestas fases de una masturbación y buscamos las flores que mejor podían representarlas”, cuentan las catalanas. “El gran hándicap es que cada flor tiene su temporada, así que nos ajustamos solo a las que podíamos conseguir para el día del rodaje. Después ya nos quedamos con las que encajaban con la paleta cromática”.

 

El resultado, más que una elección, tiene pinta de haber sido un proceso de descarte complicado. Igual que el montaje. “Las dos nos dedicamos a la dirección de arte y nunca habíamos dirigido nada desde la idea inicial. Sabíamos muy bien lo que queríamos explicar y mostrar, pero llevarlo a la práctica era mucho más difícil”, reconocen. “Al ser un bodegón había poco dinamismo. Hacía falta acciones que amenizaran la pieza y que además conectaran unos planos con otros de cara al montaje”. En este terreno les ayudó el director Joan Bosch, un amigo de Barcelona de hace varios años. “Por suerte él guió el rodaje y nos ayudó a crear un ritmo mientras nosotras nos concentrábamos más en otro tipo de detalles”.

 

A Alba y María los planes parecen haberles salido según lo previsto, y aquella idea vaga, abstracta, que surgió de una conversación “absurda” hace ya un año y medio, por fin tiene un sentido para ellas. Eso sí, lo que necesita es un empujón promocional. “Lo enviamos a Nowness y no nos respondieron, así que optamos por hacerlo circular y ver cómo se movía. Por ahora nos lo han preseleccionado en algún festival y la intención es seguir difundiéndolo, pero no nos ponemos metas”, admiten. Su filosofía de hoy es la misma con la que empezaron: “no presu, no pressure”. Seguro que Azuma Makoto opina lo mismo: con calma y un poco de paciencia, hasta Occidente devolverá a las flores su simbología ancestral.