Bravo Vintage: contar la historia a través de la moda

26 / 06 / 2024

El proyecto de vida de Tani Sayil Pérez, hace que nos cuestionemos la política y la historia a través de las prendas que nos vistieron.

Bravo Vintage es el proyecto de vida de Tani Sayil Pérez, que desde su tienda en La Colonia Americana de Guadalajara (Jalisco) recrea la historia a través de la ropa y los objetos que va acogiendo en este espacio que rebate al espacio/tiempo. Su cuenta de instagram da un soplo de aire fresco ante el universo de frivolidades diarias, con su activismo nos ayuda a entender y acercarnos las narrativas de lo que no fuimos y terminamos siendo.

¿Dónde crees que está el inicio de esta pulsión por encontrar tesoros y revivirlos?

Me encanta que hayas usado el término “pulsión”, porque sí, de pronto ese encontrar tesoros, e intentar “revivirlos”, pareciera un impulsivo mecanismo para calmar un dolor, una angustia interna, un vacío que no se llena, y que muchas veces cuesta trabajo asumir: la vida se acaba. Los momentos se acaban; las relaciones terminan; las épocas culminan. El cambio es inherente a la vida y, al mismo tiempo, es una suerte de experiencia a la muerte, a la finitud.

Cuando comencé a rescatar objetos y prendas del pasado, prendas que estaban abandonadas o que eran despreciadas, porque su tiempo de “vigencia” –en términos de la moda– había terminado, no pensaba que lo hacía por esa resistencia a asumir que nos acabamos… Pero hoy, después de más de una década de hacerlo todos los días, me doy cuenta de que se trata de una pulsión para suprimir la angustia que me provoca la muerte.

Estudiaste relaciones internacionales ¿Cómo después de haber cursado estudios que no estaban relacionados con la moda, o iban por otro lado, decides, ya no dedicarte, si no implicarte al 100% con ella?

Es que sí están relacionados a la moda. Quizá no lo parezca de una manera evidente, pero la moda, como expresión humana y social, incluso como institución, es un dispositivo de poder. Leer a la ropa con la lente de las relaciones internacionales, proporciona un maravilloso viaje –y a veces muy oscuro, jaja– a la historia, a la historia de las sociedades, y de nosotras mismas dentro de la sociedad. Detrás de los patrones de ropa que se hicieron tendencia en alguna época, de los insumos y telas empleados en su elaboración; detrás del origen geográfico de donde fueron hechas, tanto las prendas como los insumos; detrás del cambio experimentado del siglo XIX al XX, en el que las máquinas llegan a hilar y tejer los textiles, a coser las prendas, desplazando poco a poco a la hechura tradicional, y no sólo eso, detrás del nacimiento de las fábricas (esos nuevos espacios para albergar las máquinas) y de la incorporación de personas, que las manejaran, dando nacimiento a una nueva clase: la clase obrera, ¡Hay historia!, ¡Hay relaciones internacionales!

No se puede entender a el fenómeno de las modas sin la historia, sin estudiar las relaciones de poder que hay detrás. Los modelos de vida que se buscan emular, por ejemplo.

Los estudios de las relaciones internacionales están en todo… yo sólo elegí a la ropa como el registro histórico mediante el cual, hablo de ellas. Entonces, aunque no terminé trabajando en un espacio evidente para una internacionalista, como lo es la ONU por ejemplo, jajaja, terminé trabajando en un espacio que a veces pareciera no tan evidente, jeje.

Además de la tienda impartes talleres, me quedé con muchas ganas de recibir uno. ¿En qué los basas y cuál suele ser tu público?

¡Me encanta dar talleres o clases! Preparar una clase, y darla, es una de mis actividades favoritas de la vida… Puedo estar teniendo días difíciles, tristes, angustiantes, pero tan pronto como me pongo a preparar una clase, algo sucede en mí… el mundo se detiene, mi mundo, el de la angustia, y entro de lleno al de todos, donde lo mío no importa tanto como sí nuestra condición estructural y social.

Normalmente, a partir de una prenda, elijo el tema. El último que di, por ejemplo, se trataba sobre la peor crisis económica que vivió México en su era moderna. La titulé 1980: La Década Perdida y El Fin de una Ilusión. El “hilo conductor” de esta clase fueron los vestidos cargados de lentejuelas, pedrería, etc. que estuvieron tan de moda dentro de las sociedades occidentales, durante los 80. Entonces, quería llevar a las personas asistentes a una reflexión desde una confrontación específica: ¿Por qué durante aquella época de decrecimiento económico, de pérdida de poder adquisitivo, de la inflación más alta de nuestra historia, de devaluación catastrófica, de tragedia absoluta, estaba de moda la ropa que simbolizaba abundancia?. Y bueno, mientras llegábamos a esa reflexión, explicaba por qué vivimos esa crisis, qué la desencadenó, cómo intervinieron los organismos financieros internacionales, como el Fondo Monetario Internacional, y básicamente las lentejuelas se ven de manera distinta, jaja, a lo mejor ya no se les antoja ponérselas… jeje.

Las personas que asisten suelen ser quienes siguen mi proyecto en las redes sociales, mayoritariamente mujeres, lo cual me emociona e ilusiona. Comencé a dar los talleres, en un principio, para poder ahondar más en los temas que ya toco en mis publicaciones y videos de las redes sociales, y también durante la pandemia, para hacerme un ingreso… Y ahora se quedó, porque en la realidad, no sólo eso es lo que más me motiva a despertar, sino a actuar. Y creo que muchas sienten eso al terminar la clase.

Guadalajara está subiendo como la espuma, se está convirtiendo en el lugar ideal para instalarse y desde allí teletrabajar, el perfil son personas que llegan de países más ricos y con sueldos cinco veces más altos a los mexicanos que ayudan a que la gentrificación se dispare. En concreto, en la zona donde está Bravo, están desapareciendo los lugares que le daban la identidad a la zona. ¿Cómo resistes Tani?

La verdad, ya me estoy cansando de resistir, jaja. Al principio sonaba hasta poético resistir, teniendo como proyecto de vida una tienda (primero en Facebook, luego física) que busca divulgar historia a través de ropa del pasado. Porque lo que yo intento ofrecer es que la mirada hacia una prenda, el valor de una prenda, no resida en lo que se pueda considerar estéticamente apetecible o no, sino en su historia. Y desde ahí, una juega en desventaja. Pero bueno, me la fleté en su momento, y me la sigo fletando. Pero ¿sabes? una resiste no sólo moralmente (que es la parte poética, que avala la rebeldía y la enaltece en ciertos grupos), sino económicamente… hasta que de pronto, no da, y llega la angustia, y una se pregunta “¿para qué?”, “¿por qué las ganas de seguir haciendo esto?”

Y entonces la moral también se baja, y dan ganas de rendirse… Algo así es lo que veo y experimento con todos los cambios que han habido en la zona donde está mi tienda. Primero, quiero decir, que esa calle en específico, no es la calle de mi tienda, es la calle de mi abuela… para mí siempre fue la calle de mi abuelita, la calle donde mi mamá era feliz cada tarde que íbamos a visitarla; era la calle donde me cuidaba, me hacía mis lonches de frijoles, y me dejaba jugar con sus abrigos y zapatos viejos. Era la calle de las cenas familiares, y de navidad, más memorables… tan memorables, que siento que todas y cada una de las cenas o encuentros familiares que devinieron después de la muerte de mi abuela, intentaban emularlas, encontrar en ellas lo que ya habíamos perdido…

Por ello, cuando pude poner mi tienda ahí, casi frente a la ex casa de mi abuela, tenía mucho sentido: era como un castillo a la nostalgia. Y justo experimentar diariamente el cambio que ha habido ahí, me confronta con dos cachetadas. La primera: todo se acaba, todo termina. Todo muere. La segunda: a veces, en esos procesos de cambio, una puede observar las relaciones de poder generalizadas que hay en el mundo, en un microcosmos, ya no en los libros, ni en los análisis académicos, sino en la calle… y duele un chingo, porque te das cuenta que ese tipo de problemas sociales no se van a resolver de manera aislada, sino socialmente… Y una se cansa, ¿sabes? el idealismo ya no se carga igual con la edad… las rodillas y la espalda ya no dan, jaja.

Me parece una tarea casi de maga que a través de una prenda saques un contexto histórico entero, además escribes las etiquetas a mano ¿cómo lo haces? ¡¿Por qué sabes tanto?!

Jajaja, no sé tanto. Cada día que pasa me doy más cuenta de que me falta tanto por saber, y al mismo tiempo, me doy cuenta que me moriré y habré sabido muy poco, jaja. Creo que todas las personas sabemos sobre temas que nos apasionan. Tengo amigos clavadísimos con videojuegos, ¡y saben un montón!; o amigas que saben muchísimo sobre cierto estilo musical… Lo que pasa es que a mí, lo que me apasiona es esto, pero soy muy ignorante de otras muchas cosas, además de que ignoro cosas dentro de lo mismo que me apasiona.

Me gusta mucho escribir a mano los ensayos que acompañan a la prenda con su historia… creo que para mí, por mi generación y contexto social, me ha sido más sencillo “atrapar” las ideas con la pluma en mano, más que con algún otro artefacto o máquina, para que no se me vayan. Eso sí me pasa, mis ideas parecen ir más rápido que la velocidad con la que las escribo, jeje.
Siento que, buscando entender el porqué de las cosas, una puede asir el mundo…
No sé si de verdad suceda, pero es una buena ilusión.

Contar la historia a través de los objetos, en concreto el textil es un gancho perfecto para atraer a las personas que estamos alejadas de ella. El activismo a través de la moda, que suele quedarse en una frase en una camiseta, tú lo llevas a una forma de vida. ¿Consideras tu labor social? ¿Cómo crees que ayuda?

Toda labor es labor social, en tanto se ejecuta en sociedad. No somos islas, como diría el poema de John Donne. No sé si ayuda, pero me imagino que el acercamiento que intento hacer de la historia con la ropa, ha afectado a algunas personas… al menos ha llevado a unas cuantas a cuestionarse cosas que ni siquiera sabían que podían cuestionarse. Y no sólo me refiero a desafiar los paradigmas estéticos establecidos, sino incluso a desafiar la idea de desafiar los paradigmas… ¿de dónde viene, por qué algunas personas queremos hacerlo?.

Vivir en sociedad, relacionarse con las otras personas, así sea en una tienda, en una clase, en una reunión, dentro de un probador de ropa, etc. tiene un impacto. Convivir con otros, pero de verdad convivir, es dejarse impactar. A mí me impactan las personas que vienen, que me leen, que me escriben, que me escuchan, que me hablan. Y, quizá, yo también a ellas. No sé si ayuda, pero quizá lanza preguntas y miradas hacia donde antes no habían volteado a mirar…

Qué desearías que fuese lo próximo con Bravo, un plan pendiente o algo que vayas a cumplir.

Pues, lo próximo que me gustaría es que pudiera seguir existiendo, jaja, poder seguir haciendo esto, rescatando historia de los armarios de la gente que ya no está en el mundo de la manera en la que tú y yo estamos; y poder seguirla mostrando en el espacio en el que estoy actualmente.

En algún momento quise tener, formalmente, un museo. Si de pronto me ganara la lotería y no necesitara volver a trabajar nunca, YO SEGUIRÍA HACIENDO ESTO, porque esto le da sentido a mi vida, profundamente y hasta las lágrimas. Me encantaría poder tener un museo itinerante… ir a más lugares, a otras ciudades, a otros países, hablar de historia, de nuestra historia colectiva, con ropa que en algún momento, alguien consideró desechable o indeseable, fuera del deseo preponderante y actual. Hablar de historia con la ropa rota, manchada, desgarrada, porque esxs también somos nosotrxs. Porque ahí, en esa historia, estamos nosotras, nosotros, nosotres como integrantes de una sociedad. Somos una historia que no termina de escribirse y vale la pena, totalmente, leer los capítulos anteriores al nuestro. Si no, la trama de la vida se nos va a complicar, jeje. Las personas del presente somos el encuentro entre el pasado y su futuro, lo que el pasado consideró futuro. Vale la pena intentar entender, acercarnos, a esas narrativas de lo que no fuimos y terminamos siendo.

Tu prenda fetiche

Mmmm, creo que no tengo una en particular, pero siempre me emociona encontrar uniformes militares, quizá porque con esas prendas es mucho más sencillo, más evidente, la conexión entre la ropa y la historia internacional. Además de que con ellas podemos observar un fenómeno bastante interesante: la ropa que usamos lxs civiles está, más atravesada de lo que imaginas, por cosas que tuvieron origen bélico.

Fotos y texto de Rocío Madrid