Inspirada en los recuerdos más íntimos de Carla y Berta Donat, y en el jardín de su abuela Totón, la nueva colección de Commelle captura la belleza fugaz de los momentos que realmente importan.
Entrar en la nueva tienda de Commelle en la calle Provença es como pisar tus propias vacaciones. Como si, de repente, te trasladaras a un rincón íntimo de la costa mediterránea. Hay algo en la forma en que la luz rebota sobre las paredes rugosas, en los tejidos suspendidos como si flotaran, en los colores que visten el espacio, que invita a bajar el ritmo. A recordar esas épocas sin prisa ni destino, donde lo importante no es lo que haces, sino cómo te sientes.
Esos tonos rosados de amanecer, cítricos de sobremesa y plateados de atardecer no están ahí por azar. Son el hilo emocional que cose Transiciones del cielo, la nueva colección de Commelle by Totón Comella. Una firma que no solo diseña ropa, sino atmósferas. Carla y Berta Donat, hijas de Totón y herederas de un linaje textil de tres generaciones, firman esta propuesta como quien escribe una postal desde el jardín de su infancia. Un jardín real, el de su abuela, con limoneros, promesas y veranos que parecían eternos.
Transiciones del cielo es un recorrido emocional por un día perfecto de verano, tal como lo imagina Commelle. Cada prenda, cada tono, evoca un instante concreto, desde el rosa delicado de la aurora durante ese primer baño en la playa hasta el dorado vibrante del mediodía en un pueblo costero. Este año, además, la colección se nutre de un recuerdo especialmente íntimo: el jardín de Totón. Ese espacio lleno de limoneros donde Carla y Berta pasaron su infancia se convierte ahora en inspiración para tejidos en tonos lima, cítricos y refrescantes. Los limones, presentes también en el diseño de la tienda, evocan hogar, raíces y la esencia del verano más auténtico.
A medida que el día avanza, la paleta cromática también transita y los plateados suaves del atardecer tiñen las prendas con una calma luminosa hasta llegar al azul profundo de la noche, cuando los sueños se despiertan en una cena íntima con esa persona especial. Más que una colección, es una oda a las prendas que capturan momentos, emociones y la belleza fugaz de los días de verano. Una propuesta diseñada para vivir, recordar y sentir.
Cada pieza es un paisaje estival, como esos vestidos que brillan como el mar al mediodía o camisas que flotan en el aire y que te llevan directamente a una sobremesa de verano en el jardín con la brisa marina acariciando la piel de los comensales. A diferencia de su madre —fundadora de TCN y referente de la época—, Commelle se atreve a explorar el brillo pero con honestidad y sutileza, sin artificios: lurex que no araña, satén que fluye como agua. Y es que el objetivo no es destacar, sino iluminar con naturalidad ciertos gestos, ciertas siluetas.
La producción de proximidad encuentra en Commelle un sentido real. Las prendas se producen en Cataluña e incorporan procesos artesanales como el tintado pieza a pieza, convirtiéndolas en elementos únicos.
El espacio, diseñado por la propia Carla, es un reflejo de esa misma filosofía. Minimalismo cálido, mediterraneidad sin postal, textura y silencio. Es un lugar donde apetece quedarse. Porque, ¿a quién no le gusta sentirse de vacaciones, aunque sea por un momento?
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