¿Qué hay de nuevo? La mirada femenina se impone en la London Fashion Week

17 / 10 / 2022

Las diseñadoras toman la London Fashion Week

Una nueva generación de jóvenes diseñadoras ha ido ganando peso en los últimos años dentro de la Semana de la Moda de la London Fashion Week. De entre todas ellas, Simone Rocha, que debutó en 2010, es la más veterana y uno de los pesos pesados. Hija del diseñador chino-irlandés John Rocha, sigue enfocada en su amor por el romanticismo y las siluetas orientales con ecos al trabajo de Rei Kawakubo de Comme des Garçons, con la que ha colaborado en sus tiendas Dover Street Market. Rocha se ha mostrado siempre muy consistente a su imaginario, tan delicado como lleno de matices, pero ha ido ganando madurez, y en esta ocasión se ha estrenado introduciendo prendas dirigidas al público masculino. “Quería trabajar en esta masculinidad hermosa y reflexionar en la yuxtaposición de todo lo que he hecho en la última década con mujeres, y ver cómo se desarrolla ese mundo en el cruce entre los dos”, justificaba la diseñadora a Vogue Runway. Su nueva propuesta de prendas fluidas quedó absolutamente integrada en una colección que logró el equilibrio perfecto entre fantasía y realidad; todas las prendas eran tan absolutamente Simone Rocha como ponibles; algo que sin duda, es un reto para muchos diseñadores. A las puertas del desfile, mujeres de todas las edades lucían sus delicados y preciosos diseños.

Molly Goddard

A Molly Goddard, que lanzó su marca de conjuntos de princesa para el día a día, y que enseguida se volvió viral gracias a sus fantásticos vestidos de tul, parece que le está resultando algo más complicado hacer evolucionar su marca. Da la sensación que Goddard se cansó de esos vestidos que le dieron la fama, pero no consigue encontrar diseños de transición hacia nuevos lenguajes que le permitan superar ese primer éxito. La diseñadora, que aprovechó para reflexionar sobre su proceso creativo, subió encima de la pasarela vestidos que homenajean el arte del moulage, prendas muy gestuales y otras muy casuales: pantalones de raya diplomática, jerseycillos de punto, trajes chaqueta; pero inevitablemente la vista se va a las piezas de tul, más transparentes de lo habitual, y delicadas chaquetas y tops llenos de fruncidos. Con un estilismo que jugaba al despiste, Goddard no se acaba de encontrar. Por otra parte, a Rejina Pyo, una diseñadora que se ha convertido en una de las favoritas de la categoría contemporary: diseño a precios asequibles en prendas para el día a día, le faltó algo de riesgo y de poesía.

Y entre vestidos anda el juego. En un registro totalmente diferente, Nensi Dojaka, aupada como Goddard gracias a la visibilidad de sus diseños en las redes sociales, brilló también con luz propia. Conocida por sus ajustados vestidos, al igual que muchos de sus colegas, se subió al carro de la nostalgia para presentar una colección de aires noventeros y ochenteros en la que se podían vislumbrar ecos de Ungaro o Mugler. De nuevo, se echó de menos el lado más experimental de la diseñadora, que apostó por lo seguro y se aseguró la foto con la participación de la súper-modelo Emily Ratajkowski. En este sentido, dentro de una frecuencia similar, la menos conocida Dilara Findikoglu sirvió una colección con mucho más nervio e intención, y en la que tejió un interesante diálogo entre el punk y la estética historicista.

Aunque probablemente haya sido el debut de las diseñadoras Chopova Lowena uno de los momentos más destacables de una Semana de la Moda de Londres marcada por la muerte de la Reina madre. De origen búlgaro, este dúo lo dio todo en su primera vez. No son unas desconocidas, en poco más de dos años, han logrado hacerse un hueco en el complicado ecosistema de diseñadores que suenan, gracias a sus diseños upcycled que actualizan prendas típicas del folkore búlgaro y en las que cruzan influencias como el punk, el pop, el rave o la estética japonesa. Un mezcladito de referencias que logran tamizar a través de una mirada propia ofreciendo una estética reconocible y que no se parece a nada más que a ellas mismas. Algo que parece fácil de decir, pero que resulta tremendamente complicado de conseguir. A ello hay que añadir que Chopova Lowena presentó un casting mixto, con una gran diversidad corporal y  de edades, en lo que resultó toda una declaración de intenciones. Por supuesto no faltaron sus faldas plisadas con bloques de color, ni sus característicos estampados. Eclectisimo bien entendido para sobrevivir tiempos difíciles. Un debut menos sonado pero también interesante ha sido el de la diseñadora Susan Fang que con sus preciosos vestidos de tul se suma al neo-romanticismo con Crocs. Con su propuesta quiso explorar sentimientos de paz y amor y “el arte de dejar ir lo que no puedes controlar”, así como rendir un homenaje a la energía femenina que llegará gracias a próximas alineaciones de los planetas.

Jardines Ingleses

Uno de los aspectos que hace única la London Fashion Week es ese espacio propio que ha logrado la British Fashion, y en el que tan bien logran sus diseñadores dialogar entre el pasado y el presente, entre la tradición y la rebeldía, entre el homenaje y la crítica. Vivianne Westwood, John Galliano, Alexander McQueen marcaron el camino y, junto a las escuelas, Saint Martins, el Royal College, Westiminster, se ha desarrollado todo un saber hacer y una metodología que sigue dando sus frutos.

SSDaley

Una nueva incorporación a esa herencia es Steven Stoke-Daley. Este diseñador que empezó trabajando en su marca SSDaley con tejidos recuperados y reaprovechados y que se ha llevado el LVMH Prize de 2022, se inspira en la estética de las clases privilegiadas inglesas de los años 20 y 30 para hacer crítica social. Su nueva colección se inspira en la historia de amor que emerge entre la correspondencia de dos mujeres para seguir ahondando en su universo que de nuevo cruza muchas referencias en busca de una mirada única. No muy lejos del universo surrealista, retro y cándido del inconfundible cineasta Wes Anderson, o de las puestas en escena de la genial Shona Heath, asistente del fotógrafo Tim Walker, Daley, sirvió una colección de prendas nostálgicas, con toques naïf y muy apetecibles. Mención especial son los modelos masculinos de tallas más allá de la 42 que incluyó en su casting.

El diseñador Erdem Moralioglu, conocido por su mirada delicada y sus inspiraciones de época, presentó una colección muy femenina y llena de detalles, en la que no faltaron sus intrincados bordados florales y guiños a siluetas históricas. Analizando la propuesta en conjunto, resulta sorprendente cómo se alinea con el universo de la casa Dior. Erdem tiene ya su público, y aunque la colección resultó perfecta, quizá ese fue su principal defecto. Ante propuestas más irónicas y contemporáneas como las de Simone Rocha o Daley, el control de Erdem no se percibe como actual.

 

Otro diseñador que pone las flores como elemento central de su inspiración pero con una mirada y un proceso creativo más cercano al mundo del arte que al mundo cinematográfico, es Christopher Kane, que regresaba después de un parón reivindicando su legado, en sintonía con muchas de las tendencias actuales. Este diseñador que llamó la atención con su primer desfile con una colección de vestidos ajustados de bandas elásticas en colores flúor y detalles de encaje ¡hace ya 15 años!, siempre se ha mantenido en un segundo plano a pesar de ser tremendamente creativo.  Para el próximo verano Kane recopiló ideas importantes de su archivo y las re-interpretó en una especie de decálogo con las mujeres y las flores como elementos centrales: “Las flores simbolizan el amor y la muerte. Y va sobre todo esto: celebración o luto” le explicaba a Sarah Mower en Vogue Runway.

Richard Quinn

God Save the Queen

La muerte de la Reina Elizabeth II el 8 de septiembre lo impregnó todo. El diseñador Richard Quinn hizo historia cuando logró que por primera vez la Reina Isabel II se sentara en primera fila de un desfile en febrero de 2018. Ocurrió con motivo del premio Queen Elizabeth II Award for Fashion, que con el objetivo de premiar a jóvenes creativos de la moda, galardonó a Quinn, un diseñador joven que en muy poco tiempo ha conseguido hacerse hueco en el ecosistema de la moda hecha en Londres. Como respuesta a ese vínculo tan especial en su biografía con la monarca, Quinn y su equipo trabajaron a contrarreloj para crear en tan solo diez días,una colección de condolencia de 22 conjuntos de piezas intrincadas en color negro con encajes, volantes y pasamanería. Tras ese primer pase, Quinn hizo desfilar la colección que ya tenía preparada en la que trabaja una silueta amórfa elaborada con texturas y tejidos florales que como un bulbo redondea los hombros. En sintonía con sus anteriores colecciones, Quinn logra un interesante equilibrio entre lo trash y lo dulce, lo romántico y lo fetish, tejiendo así su imaginario único.

 

JW Anderson, Un verso suelto

JW Anderson sigue su propio camino algo alejado de los códigos comunes que hemos visto que atraviesan las diferentes marcas con sede en Londres. Empeñado en descrifrar estos momentos extraños en los que vivimos, en los que lo digital está empezando a distorsionar la noción de realidad, JW Anderson, como ya hiciera Schiaparelli en los veinte, hace uso del surrealismo como leguaje expresivo en busca de respuestas. Una mirada que está teniendo un impacto tanto en su propia línea, como en el trabajo que está realizando en Loewe. “¿Estamos cayendo en nuestras pantallas, convirtiéndonos en nuestros teléfonos? Pienso que realmente es como un universo alternativo, y hay capas y capas y capas. Probablemente se trate de realismo. No creo que se trate de futurismo. Se trata más de un reflejo de nosotros mismos” contaba en Vogue Runway. ¡Y qué reflejo! Delicados vestidos lenceros se combinan con prendas con teclas de ordenador gigantes, vestidos-escultura y prendas con estampados fotográficos hiperrealistas. Los juegos con los volúmenes y texturas poco comunes hilan una colección extraña y algo siniestra que conecta, de alguna manera, con el universo de David Lynch, un cineasta conocido por sus inquietantes películas. Y es que cómo bien apunta el diseñador, la realidad es la nueva ficción.