La directora estadounidense debuta en la taquilla española con su primer largometraje, Blue Sun Palace, un canto calmado, pero devastador, sobre las almas solitarias y la conexión humana en una comunidad de inmigrantes chinos.
Cuando una persona accede al particular universo de Blue Sun Palace, el primer largometraje de la directora estadounidense Constance Tsang, probablemente lo haga cautivada por una intimidad que se antoje pudorosa. Con los personajes en primer plano, o en la distancia de uno de los pasillos del centro de masajes, gran protagonista del drama, da la sensación de estar presenciando la cotidianeidad más pura de sus protagonistas, las masajistas, con sus vidas privadas, sus citas, su hambre, sus bromas internas y sus sueños de futuro.

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Blue Sun Palace fue seleccionada en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes en 2024, y también se presentó en nuestro país durante la pasada Seminci. Este 29 de agosto se estrena en cines, y es una oportunidad maravillosa de adentrarse en la visión de una cineasta independiente que merece la pena seguir de cerca. Su visión de la diáspora en un barrio como Flushing, en Queens, pasa por experiencias de trauma, duelo e incluso violencia, pero también de conexiones comunitarias, como la amistad entre Amy (Ke-Xi Wu) y Didi (Haipeng Xu), dos buenas amigas y masajistas, que ven su futuro truncado tras un terrible suceso.
Como hija de inmigrantes, Tsang no puede evitar contar la realidad social desde el punto de vista del entorno con el que ha crecido. Pero lo hace de un modo intuitivo y delicado, de manera que su cine absorbe las incomodidades y el desaliento a base de gestos y no necesariamente demasiadas palabras. Así, su película está plagada de momentos introspectivos, y algún que otro giro de guion inesperado. Hablamos con ella sobre su visión del cine, sus maestros y sobre el camino que le depara a una directora que comienza a sellar su estilo desde su primer largo.
Tu película mantiene un ritmo sosegado, aunque no dejan de suceder cosas. Pero es particularmente relajante en determinados momentos. ¿Era ese tu propósito?
Lo era. Algo que quería hacer, especialmente con esta película, es que uno pueda simplemente dejarse llevar. Que fuese una experiencia más corporal que mental.
Es un primer largometraje muy preciso en tu carrera. ¿Qué te hizo retratar el duelo y la soledad de estos personajes en el Nueva York de la diáspora?
Gran parte de la historia tiene que ver con cómo pienso y recuerdo el viaje migratorio de mis padres en América. Y siento que mucho de esta película también está arraigado en la memoria: la de ellos y la mía. Además, al hablar del duelo, estaba realmente intentando procesar la pérdida de mi padre cuando era bastante joven. Creo que todo eso se convirtió en las semillas de la historia.
Hay en la película una dicotomía entre el encuentro de confianza y el encuentro con desconocidos. ¿Piensas en Nueva York como una ciudad solitaria?
Creo que Nueva York es definitivamente un lugar con muchas facetas, y puedes encontrar muchos tipos distintos de interacciones y conexiones significativas. También es un lugar donde puedes encontrar una profunda soledad si lo deseas. Es una ciudad que se mueve tan rápido que las cosas siempre están cambiando. Y creo que es muy posible encontrar versiones muy distintas de uno mismo en la misma ciudad.
Cuando uno ve Blue Sun Palace, de no saber que se trata de Estados Unidos, podría pensar que transcurre en China. Al contrario de la inmigración en EEUU, aquí es Occidente quien está de paso en el relato.
Sí, por supuesto. Creo que lo que representa el salón de masajes para mí, y también esos pasajes e incluso los propios espacios que se transitan, es que existen como espacios liminales. No tienen por qué ser lugares permanentes, sino que son lugares temporales en los que se encuentran los personajes.
La fotografía de Norm Li es bastante poderosa. La mirada sobre los personajes está muy distanciada de sus cuerpos, o muy cercanos. ¿Por qué lo planificaste así?
Creo que gran parte de ello tiene que ver con lo que estoy sintiendo a través de las escenas. La forma en la que siempre quiero abordar los momentos es pensando en cuándo necesitamos que el público sienta que realmente está comprometido y se conecta con el personaje, frente a cuándo podemos dar un paso atrás y simplemente observar. Y es una especie de intimidad que se conecta: es como observar los cuerpos y su presencia, mientras realizan su propia especie de coreografía en el espacio.
Las secuencias de masajes son bastante largas. ¿Qué importancia tiene para ti mostrar ese momento tan silencioso?
Creo que la conexión física es algo necesario para ellos, ¿sabes? Es muy diferente en cada una de las escenas, porque se usa para cosas muy distintas. Como cuando los personajes están en duelo por alguien, y realmente conectan entre ellos por primera vez. También hay una conexión física que es más violenta. Así que se trata de esa línea que separa los límites, el riesgo cuando se muestra piel y se ofrece cuidado.

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En este sentido, la prostitución es un tema que está un poco implícito en la película pero no muy subrayado. Las trabajadoras intentan separar eso de su trabajo, pero no siempre lo logran.
La forma en la que se visualiza y comunica la violencia en esta película siempre remite a cómo decidí investigar. Y creo que, al hablar con asesoras, trabajadoras sexuales y trabajadoras de salones de masaje, muchas de ellas comentaban siempre sobre la amenaza constante de violencia que las invade. Y creo que cuando hablábamos de la mirada masculina, del tipo de clientes que entran en esos espacios, de lo que buscan, siempre hay una especie de desigualdad de poder, aunque estemos hablando claramente de transacciones económicas y monetarias.
Pero el personaje de Cheung es diferente del resto de los hombres que aparecen por el centro de masajes. ¿Cómo trabajaste una figura tan compleja?
Para mí, es un hombre que es muy típico dentro de esta narrativa migrante. Así que no me parece tan inusual, porque en estas comunidades, muchas veces las personas siguen casadas con sus parejas en sus lugares de origen, pero se trata de matrimonios por conveniencia. Mandan dinero a casa, aunque no sea un matrimonio por amor. Así que muchas veces intentan encontrar una novia o alguien con quien tener una conexión romántica. Y así es como nació ese personaje. Y gran parte de su personalidad es la de alguien que busca amor y pureza. Hay una cierta pureza en él.
Tsai Ming-Liang es uno de los directores con los que se te ha comparado. Tu película también recuerda un poco a Kogonada. Pero ¿quiénes dirías que son tus inspiraciones más directas al crear Blue Sun Palace?
Hay una película que amo profundamente, y que realmente cambió la forma en que comprendí el cine. Y la he visto muchas veces ya, pero cada vez que la veo me deja asombrada y en lágrimas. Es Armonías de Werckmeister, de Béla Tarr. Me encanta. Creo que es mágica y hermosa. Espero poder hacer algún día una película que fuese una combinación de algo que se sienta realmente trascendental, que hable de la vida, la muerte y la humanidad, en una historia que sea tan poderosa.
Y sobre los libros que estaba leyendo durante la producción de la película, creo que Harold Pinter era alguno de ellos. Y también Esculpir en el tiempo, de Tarkovsky. Es su colección de pensamientos sobre el cine. Fue muy útil, porque realmente me ayudó a entender cómo editar en el tiempo. Y el tiempo es algo muy personal para la experiencia de cada uno. Así que ese texto fue muy fundamental para mí.
La película pasó por la Semana de la Crítica en el Festival de Cannes de 2024. ¿Cómo fue la experiencia?
Creo que como estaba tan sorprendida por la experiencia completa de haber sido seleccionada para Cannes, no sentí nada. Solo una sorpresa genuina. Lo que realmente sí sentí fue la alegría de estar con mi equipo, de que gran parte de mi elenco viniese al festival. Así que fue una forma maravillosa de celebrarlo con ellos.
Y ahora vas a hacer una residencia para tu próxima película.
Estoy haciendo una residencia con el Festival de Cannes, pero es en París. Así que he estado viviendo en París desde marzo. Es para el próximo largometraje. Será una película muy, muy libremente inspirada en mi relación con mi madre. Pero trata sobre dos mujeres que lidian con la muerte de alguien, y están intentando averiguar cómo seguir adelante y cómo es realmente su relación.
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