Breve historia del «Wellness»: salud más allá de tendencias

09 / 03 / 2023
POR Mirena Ossorno

Dentro de las industrias culturales y creativas, el sector de la moda es el que más apuesta por la salud a través del culto a la belleza, pero aún queda camino que recorrer.

Ilustración de Mirena Ossorno

Es un hecho que el alcohol, el tabaco y las drogas siempre han tenido un lugar especial dentro de las industrias culturales y creativas. Desde Hollywood a la Nouvelle Vague, los cigarrillos han brillado en el cine gracias a actrices míticas como Lauren Bacall o Anna Karina, y la cocaína no solo dominó la pista de baile en Studio 54, también tuvo una notoria presencia en la escena literaria surgida del Bennington College en los años 80, liderada por escritores de la talla de Donna Tart y Bret Easton Ellis. Pero no solo hemos idealizado sustancias. A través de la cultura, también hemos romantizado otros comportamientos igual de perniciosos para nuestra salud, como la ambición, el especialismo o la crueldad en las relaciones personales, como bien reflejó Halston, la serie que produjo Netflix sobre la vida del histórico diseñador norteamericano.

Sin embargo, todo eso está cambiando. Hoy en día, ya no es necesario ser estrella de cine para aparecer en una pantalla. Con fama o sin ella, todos nos hemos hecho extremadamente conscientes de nuestro aspecto gracias a redes sociales como Instagram o aplicaciones como Zoom. Esa preocupación por nuestro físico ha hecho que nos demos cuenta de que cuidarse es todo un arte. De ahí que muchas modelos, actrices e influencers se hayan convertido en gurús del autocuidado: Gwyneth Paltrow, Melissa Wood-Tepperberg, Lo Bosworth, Verónica Blume o Aída Artiles dan buena cuenta de ello. Porque quién mejor que ellas, que durante años han tenido que sufrir las exigencias absurdas de una industria que las quiere jóvenes, guapas y delgadas a toda costa, para compartir rutinas de belleza.

No obstante, no es solo la imagen lo que importa. Si bien los hábitos saludables se están abriendo paso en la sociedad -cual caballo de Troya- a través del culto al cuerpo, ahora lo importante no es solo verse bien, sino sentirse bien. En vista de ello, junto a los smoothies, el Pilates y los matchas, también se promocionan prácticas como la meditación, el journaling o el ir a terapia. Definitivamente, los Marlboro Lights y Cosmopolitans de Carrie Bradshaw ya no quedan bien con el bolso baguette de Fendi. En su lugar, las palabras wellness y health están tan de moda, que se pueden ver directamente estampadas en gorras, camisetas y sudaderas como las de la marca neoyorquina Sporty & Rich. Pero ¿qué significan realmente? 

Sporty & Rich

Si nos fijamos en la etimología de la palabra inglesa health (salud), podemos observar que procede de la palabra anglosajona hale, que significa whole (todo). Lo mismo sucede con la palabra salud (del latín salus), la cual proviene del adjetivo latino salvus, que significa entero, intacto. Así pues, el significado original del término ya es holístico en sí mismo, no necesita de este adjetivo. Wellness, por su lado, es un concepto moderno con raíces antiguas. El uso de la palabra en el idioma inglés, entendida como «estado de bienestar y buena salud» o lo contrario de illness (enfermedad), data de la década de 1650, según el Oxford English Dictionary, aunque como movimiento comenzó en la década de 1950 gracias al médico y bioestadístico estadounidense Halbert L. Dunn.

Para Dunn, estar sano significaba mucho más que evitar la enfermedad. Para él, la salud era «una condición de cambio en la que el individuo avanza, ascendiendo hacia un potencial más alto de funcionamiento». Sus ideas, desarrolladas primero en una serie de 29 charlas ofrecidas a finales de los años 50, y posteriormente reunidas en el libro High Level Wellness, publicado en 1961, estaban alineadas con la definición que se adoptó durante el Preámbulo de la Constitución de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1946, la cual afirma que salud es «un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades»

Pero las ideas de Dunn no fructificaron hasta años más tarde. Para entonces, la contracultura y las ganas de encontrar nuevas maneras de vivir tan características de los baby boomers, habían abonado el terreno para que el movimiento wellness germinase. En ese contexto, el médico John W. Travis abrió, en 1975, el Wellness Resource Center en Mill Valley (California), inspirado por el libro de Dunn. El centro promovía un enfoque autodirigido para alcanzar un estado de bienestar que no se conseguía con la llamada medicina tradicional, más orientada hacia la enfermedad. Siguiendo el trabajo de Dunn y Travis, Bill Hettler, médico de planta de la University of Wisconsin-Stevens Point, fundó el National Wellness Institute y organizó la primera National Wellness Conference en 1977. Esta universidad fue, además, la primera en abrir un centro de wellness en el campus. Posteriormente, a lo largo de la década de 1980, este tipo de centros se fueron estableciendo en todas las universidades de Estados Unidos, así como en espacios de trabajo. 1979 sería, con todo, el año definitivo para la popularización de la palabra, gracias al especial que el programa 60 Minutes, presentado entonces por el periodista Dan Rather, dedicó al Wellness Resource Center. A partir de ahí, la extensión ha sido imparable.

A lo largo de su historia, al término le han ido acompañando críticas y polémicas varias, aunque estas siempre suelen estar causadas por desinformación e intenciones ocultas. Más allá de teorías disparatadas al estilo QAnon, es cierto que el wellness mal entendido puede generar que las personas se obsesionen con la salud de un modo que va contra la naturaleza de nuestra propia biología. Por eso, es importante recordar que la salud no puede ser un objetivo, sino una forma de entender la vida. Tampoco la podemos reducir a ser simplemente una forma más de consumo conspicuo -algo así como la adquisición de productos o servicios para lucir un estatus elevado-, como lo definió el economista Thorstein Veblen en su libro The Theory of the Leisure Class: An Economic Study of Institutions (1899). En cualquier caso, quedémonos con lo esencial del movimiento y cómo este nos puede ayudar a crear una cultura más saludable. Actualmente, el sector de la moda es el que más apuesta por la salud y el wellness, como bien muestran conocidas publicaciones, modelos e influencers. Ahora cabe averiguar qué papel juegan el resto de sectores vinculados a las industrias creativas en la salud colectiva.

Si quieres unirte a esta conversación, te recomendamos escuchar el primer episodio de The Art of Living en Spotify, un pódcast presentado y dirigido por Mirena Ossorno.