Sus fotografías consiguen crear composiciones poéticas plagadas de significados ocultos en las que se mezclan lo cotidiano y lo fantástico.
Paisajes simples con detalles rompedores para representar anomalías visuales y explorar la capacidad y el razonamiento de la mente humana. Esa es la atmósfera que la fotógrafa Brooke DiDonato elige para sus composiciones. Su objetivo retrata imágenes románticas, bellas y armónicas bajo una aparente inquietante inocencia. Pone a prueba al cerebro y al pensamiento a través de fotografías donde reina la belleza y la armonía más surrealista. Aunque nada es casualidad, los sujetos de sus imágenes parecen muebles y se infiltran como camaleones en los paisajes más comunes que se puedan imaginar: carreteras, arboledas, garajes o pasillos. Son los protagonistas de las instantáneas y están colocados meticulosamente con el fin de hacernos pensar en nuestra percepción de las imágenes.
Siempre en colores pasteles para conseguir ese encanto que le caracteriza, DiDonato desafía la realidad y lanza preguntas abiertas sobre la composición y las razones que se esconden tras el proyecto. La mirada de sus fotografías, el comportamiento extraño de los sujetos… Si no fuera una imagen construida sobre un ambiente elegido ¿podría ser casualidad? ¿Sería posible conseguir una fotografía parecida espontáneamente? ¿Actuamos nosotros así? ¿Cuando estamos a solas nos comportamos diferente que en una reunión grupal?
Habla de emociones y plantea una serie de cuestiones creadas intencionadamente para dar rienda suelta a la imaginación. Esa es la propiedad que consigue hacer al trabajo de la fotógrafa tan especial.
La individualidad o la colectividad, la pureza o la artificialidad, el anonimato o la visibilidad, la simpleza o el exceso. Tú eliges con cuáles te quedas, aquí todo es subjetivo pero lo que sí que queda claro es que rompe con el sistema bajo la conciencia más casual y la interpretación más buscada de los sentimientos.
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