Comme des Machines

15 / 08 / 2016

Comme Des Machines nos cogen de la mano para saltar al futuro donde llevan tiempo instalados. Aran Azkarate, Andrés Iglesias, Miren Arzalluz, Joan Mikel Azkarate y Suso León no necesitan máquina del tiempo. Ellos ya viven unos años por delante del resto con su vida entregada a las posibilidades de cambiar el mundo de la impresión en tres dimensiones.

Con apenas cuatro años de vida, ya han colaborado con diseñadores de renombre como Bruno Pieters, con quien se convirtieron en la primera marca de la historia en ofrecer una colección de diseños descargables para imprimir en impresoras 3D. Porque en el futuro que ellos están diseñando no compraremos objetos sino archivos que nos durarán toda la vida y que podremos imprimir con materiales biodegradables totalmente personalizados a nuestro gusto.

Un proyecto apasionante y exigente con el que buscan cerrar la cuadratura del círculo: impresión en tres dimensiones, sostenible, biodegradable, creativa, útil, local y económica. En definitiva, que la tecnología esté al servicio de todos para hacer un mundo mejor, diverso y más justo. A nosotros ya nos han convencido. ¿Saltas?

 

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Cuándo y por qué surge Comme des Machines?

Empezamos allá por 2012, cuando la crisis estaba en su momento álgido. Como amantes de la tecnología que somos, sabíamos que una nueva era acababa de explotar y que las cosas nunca volverían a ser como antes. Supimos que era el momento. Comenzamos como consultores especializados en moda y tecnología y éramos sólo dos. Una de nuestras obsesiones era la impresión 3D. Y cuanto más investigábamos más nos enamorábamos.  Las posibilidades que ofrecía nos parecieron revolucionarias, así que decidimos aprender. Hoy, tres años más tarde, las cosas han cambiado mucho.

El nombre es todo un guiño a Kawakubo ¿no?

¡Sí! Somos fieles admiradores de Rei. Ella, con su marca Comme Des Garçons, supo presentir las inquietudes y las revoluciones de las últimas décadas del siglo XX. Si bien todas ellas siguen vigentes, ahora el debate está en otro lugar. La tecnología está a punto de transformar el mundo tal y como lo conocemos, desafiando todo lo que damos por sentado. Nos esperan sendos debates. Es crucial que seamos conscientes de que estamos viviendo en un momento histórico. De ahí, Comme Des Machines.

Actualmente sois en total cinco personas. ¿Venís todos del mundo de la moda o de otros campos?

No, nuestras formaciones y trayectorias son muy variadas. Pero de una manera extraña han terminado siendo muy complementarias. Dos venimos de la moda, otro era DJ y diseñador gráfico, otro ilustrador y la última de a bordo, historiadora. Eso sí, todos tenemos una cosa en común: la pasión por caminos poco transitados y una casi enfermiza vocación por la investigación y el aprendizaje constante.

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Esta última incorporación ha sido Miren Arzalluz, ex-directora del Museo Balenciaga y con una sólida trayectoria como investigadora de moda. ¿Cómo ocurrió?

Nosotros éramos profundos admiradores del trabajo de Miren. Y cuando nos conocimos encajamos desde el primer momento. Empezamos a compartir conversaciones infinitas cada vez más frecuentes. Hasta que, en un momento dado, nos dimos cuenta de que nuestras áreas de trabajo, a priori tan distintas, se unían. Herramientas del futuro para preservar, divulgar o exponer el pasado, ¿por qué no? Ya hemos puesto en marcha distintos proyectos que nacen directamente de esta unión. Y tenemos que decir que estamos incluso abrumados por las posibilidades.

¿Cuándo entró la impresión 3D en vuestras vidas?

Conocer, la conocíamos hace muchos años. La impresión 3D como tecnología no es nueva. Se emplea desde los ochenta para el prototipo de ciertas piezas en ciertas industrias… La verdadera revolución va más allá de la tecnología en sí misma. Se dan una serie de factores como el desarrollo de internet, ordenadores y gente conectada a tiempo real para que se encienda la mecha de la revolución digital. En consecuencia, esta tecnología, como tantas otras, empieza a encontrar nuevos cauces. Ejemplo paradigmático de ello son los makers: movimiento DIY que colaborando y compartiendo empieza a hacer uso de herramientas digitales con otros enfoques y otros objetivos. Nosotros, que somos un poco freaks a nuestra manera, frecuentábamos sitios virtuales que empezaban a recoger esta nueva ola. Esto ocurría allá por 2008.

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¿Qué fue lo primero que imprimisteis?

¡Un botón! Éramos tan ingenuos que pensábamos que era lo más sencillo del mundo. Fue un amigo maker el que nos dio las pautas para empezar a imprimir. Sufrimos mucho para sacar nuestras primeras piezas. Y, más aún, para alcanzar calidad.

Al tratarse de una tecnología tan nueva, imagino que habrá muchos escollos. ¿Con qué obstáculos os estáis encontrando?

¡Todos! El principal problema, del que derivan muchos de los otros, es que utilizamos esta tecnología para lo que será usada en el futuro, pero también para lo que no fue pensada en el pasado. Con todo lo que ello conlleva… En nuestro caso, además, tenemos algunas dificultades extra. La principal, la sostenibilidad. Cuando decidimos apostar por las printers, no era con la pretensión de hacer las cosas más deprisa sino de hacerlas mejor. Por eso teníamos claro que sólo queríamos emplear procesos que fuesen en esta dirección. Hoy por hoy, sólo una de las «familias» del printing (impresión por deposición) permite materiales biodegradables o reciclados. Lo cual deja fuera de nuestro alcance máquinas que nos permitirían hacer más cosas o hacerlas de manera más sencilla. Y, para más inri, hacemos cosas para las que las cualidades estéticas son indispensables. No son prototipos o piezas que irán en el motor de un coche. Toda esta carrera de obstáculos nos obliga a invertir muchas horas y a ser muy creativos. Eso sí, nos está haciendo crecer mucho.

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Cómo surgió el proyecto con Bruno Pieters? ¿Con qué os quedáis de esa colaboración?

Se puso en contacto con nosotros tras conocer nuestro trabajo vía redes sociales. Y casi nos da un ataque porque le admiramos mucho. Fue un placer enorme realizar la colección Download EP01 junto a Bruno. Es un diseñador valiente y comprometido. ¡Ha sido tan fácil, tan fluido y tan inspirador! Nos quedamos con el lema con el que lanzó el proyecto: #TheRevolutionBeginsWithYou.

En ese caso, es el cliente el que se produce el objeto en casa. ¿Cuánto queda, como expertos en el tema, para que nos podamos imprimir un vestido en casa?

Sí, en casa o en un hub (tienda especializada en impresión 3D). En definitiva, hay que pensar que esto es como la impresora de toda la vida: todos teníamos una, pero no por eso dejaron de existir las imprentas, ni las copisterías especializadas. En casa nos imprimiremos algunas cosas, pero abundarán los hubs y otra multitud de formatos. Pero hay otro concepto relevante en este formato de futuro: tú compras un archivo. Es decir, compras algo para toda la vida. Puedes imprimirte esa pieza siempre que quieras y en todos los colores que quieras. Merece la pena detenerse a digerir esta idea, porque desmonta la industria tradicional completamente. Estarás produciendo de manera local un producto que se diseñó en otra parte del mundo. Y, además, el material podrá ser biodegradable. Tal vez, incluso, las tiendas puedan cambiar el almacén por un inventario digital y en la parte de atrás haya impresoras 3D en lugar de estanterías revueltas.

También ponéis énfasis en que el printing 3D ofrezca aplicaciones útiles, eficientes y cotidianas.

Insistimos en el tema de la utilidad, la eficiencia y la cotidianidad porque pensamos que los intentos que se están haciendo para aplicar la impresión 3D a la moda son más o menos bonitos, pero no disruptivos. No tienen la capacidad de transformar la industria porque no son digeridos, incorporados por ella. Si creamos nuevas herramientas, pero seguimos haciendo las cosas del mismo modo, sólo estamos llenando el mundo de más trastos. Para nosotros era imprescindible hacer algo que contribuyese a hacer las cosas de otro modo.

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¿En qué cosas nuevas estáis trabajando ahora?

Tenemos varios frentes abiertos. La nueva aventura es Tigersprung. Precisamente inaugura la incorporación de Miren al equipo. Este proyecto es, en realidad, un pretexto para plantear nuevos territorios, para abrir la puerta a nuevos conceptos y, al mismo tiempo, hacer I+D. Con Tigersprung, homenaje a Walter Benjamin, pretendemos rescatar diseños de textiles históricos para reinterpretarlos imprimiendo en 3D sobre tejido. La historia está viva como lo están los recuerdos. La tecnología puede contribuir en este sentido.

También estamos trabajando para hacer realidad la impresora de nuestros sueños, que se ajuste a las necesidades del futuro en industrias como la nuestra, y el desarrollo de un filamento adaptado a industrias creativas. Veremos si encontramos el modo de llevar esto a cabo porque es ambicioso. Pero somos testarudos.

CDM es un estudio con un discurso muy sólido. ¿Es tan importante la forma como el contenido?

Absolutamente. Eso es lo que convierte nuestra rutina en algo tan desafiante: que queremos utilizar la impresión 3D en un contexto nuevo. Uno en el que el aspecto también nos importa. Y mucho.

¿Cómo veis el estado actual del sistema?

Con muchos motivos para el optimismo. Las cosas no eran mejores antes, como solemos decir a menudo las personas. No eran ni más auténticas, ni más sinceras, ni más comprometidas. Las cosas eran como eran, y ahora son como son. Lo que sí podemos empezar a construir es cómo queremos que sean. La tecnología, con su capacidad de que las personas podamos estar conectados a tiempo real, pone a nuestro alcance resolver los grandes dramas del mundo. Obviamente, no lo hace por sí misma. Pero si se atiende a lo que nos cuenta la realidad, hoy hay más proyectos solidarios que nunca; la gente colabora más que nunca con el objetivo de hacer cosas por los demás; la gente innova en las direcciones más dispares; la sostenibilidad medioambiental y social está sobre la mesa… De nosotros depende qué elegir.

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Este mundo tan nostálgico (sólo hace falta ver las últimas propuestas encima de las pasarelas) parece que se resiste a saltar al futuro. ¿Por qué?

En realidad, nosotros creemos que cuanto más futurista sea el mundo, más vintage será. La tecnología pondrá en entredicho muchas cosas que dábamos por sentado. Viviremos décadas desafiantes y a menudo estresantes. Eso despertará en nosotros una necesidad de ir back to the roots.

¿Cómo se imagina CDM el mundo dentro de diez años?

Para entonces ya seremos conscientes del poder estar conectados a tiempo real, no sólo entre las personas, sino con todo lo que nos rodea: es el Internet de Las Cosas. Y sólo eso ya lo cambia todo. Las ciudades, los hogares, las fábricas, los coches, las carreteras, las prendas que usamos, incluso el maquillaje o las lentillas serán inteligentes. Lo cual nos permitirá hacer todo de manera más eficiente, sostenible y personalizada. La tecnología será cada vez más invisible y más emocional. Lo digital habrá dejado de ser algo que frecuentamos a ratos para estar indivisiblemente mezclado con nuestra vida. Cuesta imaginar el calado de lo que significa ser digital, pero tenemos ante nosotros un mundo nuevo. Suena aterrador, pero puede ser grandioso.

Por simplificar, somos más de Her que de Black Mirror (aunque seamos fans de ambas).
 
 
 

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La entrevista completa a Comme des Machines está en #VEIN7

Créditos
Texto: Estel Vilaseca
Fotos de Lle Godoy