De mujeres, animales y el mundo queer de Montmartre. Bienvenidos al mundo etéreo de Marie Laurencin

05 / 08 / 2019
POR Alegría Olmeda

Aunque pasó desapercibida en el París de los años 20, la activista de la emergente sociedad gay de la época se desarrolló entre Chanel y Diaghilev. Te la descubrimos.

Gertrude Stein and Alice B. Toklas by Cecil Beaton ©Victoria & Albert Museum.

Su arte se desarrolló entre los ballets rusos de Diaghilev, el chic pobre y masculino de Coco Chanel y la poesía de Cocteau. No es de extrañar, entonces que su trabajo pasara algo desapercibido, a un segundo plano. Para Marie Laurencin, igual que para esos artistas de diferentes doctrinas, la -bendita- década de 1920 fue totalmente decisiva. 

Es en ese contexto en el que, tras practicar el fauvismo y la vanguardia cubista, empieza a explorar sus cuadros habitados por féminas etéreas en lienzos de tonos pálidos. Retratos intimistas de mujeres jóvenes rodeadas de animales, como una Diana con sus ninfas.

Activista en la emergente sociedad de gays y lesbianas en los felices años 20, conectó con muchos artistas que se movían de diferentes maneras en la escena como Serge Diaghilev, Jean Cocteau y Francis Poulenc. También era de las fijas en el salón dirigido por la prominente pareja de lesbianas Gertrude Stein y Alice B. Toklas, y Stein se convirtió en una de sus primeras patrocinadoras.

Compartir ambiente con Diaghilev, le llevó a probar suerte en el diseño teatral. Para sus icónicos Ballets Rusos, diseñó el vestuario y el decorado para ‘Les Biches’ (1924).  Coreografiada por Bronislava Nijinska, el género y la sexualidad están representados desde una perspectiva femenina

Figura de madera de Aldon Studios que representa a Nemchinova en «Les Biches», Francia, 1924 / Traje de seda y terciopelo diseñado por Laurencin para Vera Nemchinova, Francia, 1924. © Victoria & Albert Museum.

El crítico e historiador de danza Cyril W. Beaumont escribió: ‘Una sección transversal genuina de una fase de la vida contemporánea, una presentación que se hizo más picante por la delicadeza de sus considerables imputaciones’. Estas imputaciones se centraron en expresiones alternativas de la sexualidad, jugando con disfraces y entendiendo la diversidad de género para explorar el deseo alternativo en el escenario. Resultó ser un ballet muy popular, aunque efímero, que se hizo más significativo debido a la influencia del diseño femenino.

Laurencine también retrató a parisinos famosos de la escena, entre ellos a la mismísima Coco Chanel, quien le encargó una pintura en la que la modista aparece de frente, sentada y lánguida con un caniche en la falda. A Chanel no le gustó la pintura, por lo que se negó a pagarlo. Laurencine, por su parte, rechazó pintarle otro y se quedó ese en propiedad.

Puedes encontrar parte de la colección de Marie Launcerine en el Museo de l’Orangerie en París.