LAIA ALEN: el legado del saber hacer

05 / 12 / 2025
POR Marta Verdeguer

La diseñadora barcelonesa Laia Alentorn transforma el legado de cuatro generaciones dedicadas al punto en una visión actual y coherente. Su estética mantiene la delicadeza original, pero incorpora un espíritu más ligero y lúdico.

La marca nace con un origen casi novelado: cuatro generaciones dedicadas al punto. Para Laia Alen, ese pasado no es un museo, sino una materia viva. Continuar el legado familiar es —explica— “tanto privilegio como responsabilidad.” Ella creció viendo manos trabajar, hilos tensarse y paciencia hecha técnica. Ese aprendizaje íntimo sobre el oficio se trasladó a sus valores esenciales: “Las generaciones anteriores me transmitieron el valor de lo artesanal, de hacer las cosas bien y sin prisa, y hoy mi reto es trasladar esa herencia a un contexto donde las marcas necesitan ser relevantes, sostenibles y emocionalmente auténticas.” El punto, para ella, no es solo material: es lenguaje, gesto y memoria.

La producción se realiza íntegramente en Olot y de forma artesanal. ¿Cómo influye esta cercanía con los talleres y artesanos en tus decisiones creativas y empresariales? 

La relación directa con los expertos de nuestra fabrica me permite entender a fondo las posibilidades y los límites de cada técnica, ver cómo trabajan con sus manos y adaptar los diseños para que mantengan esa esencia artesanal que para mí es irrenunciable.

Esta proximidad crea un diálogo constante: muchas ideas surgen hablando con ellos, viendo pruebas, tocando materiales, ajustando colores o remates en el momento. Esa agilidad y ese intercambio humano serían imposibles si la producción estuviera deslocalizada. A nivel empresarial, producir en Olot me permite asegurar calidad, trazabilidad y un ritmo de creación más consciente. Puedo tomar decisiones rápidas, controlar cada etapa del proceso y garantizar que cada pieza tenga el nivel de detalle que define a la marca.

Para mí, no es solo una cuestión de proximidad geográfica, sino de compartir valores: respeto por el oficio, compromiso y una manera de trabajar honesta. En resumen, trabajar con talleres tan cercanos no solo mejora el producto es clave en la identidad de la marca.

En tus piezas siempre hay una mezcla de tradición y estética contemporánea. ¿Cómo consigues que la herencia del punto siga viva sin volverse nostálgica o predecible? 

Intento que la tradición sea un punto de partida, no una limitación. La respeto profundamente, pero no la reproduzco de forma literal. Respeto la técnica, pero la interpreto desde un lenguaje contemporáneo en formas, materiales y proporciones. Así la tradición sigue presente, pero nunca se convierte en nostalgia.

Observo mucho cómo se comportan los materiales, pruebo nuevas combinaciones, y trabajo mano a mano con el equipo. Esa búsqueda me permite innovar sin perder la esencia.

La sostenibilidad para ti no es solo materiales, sino control total del proceso y producción responsable. ¿Cómo definirías vuestra visión de sostenibilidad y en qué se diferencia de la del resto del sector? 

Nuestra sostenibilidad nace del control total del proceso: producir localmente, en pequeñas series, con materiales duraderos, elegidos a conciencia y sin sobreproducción. No es un claim, es una forma de trabajar. Lo que nos diferencia es que no delegamos esa responsabilidad: la vivimos en primera persona, con talleres que conocemos y procesos que controlamos de principio a fin.

Hablas de diseñar de forma “pausada y responsable”. ¿Cómo se integra esta filosofía en tu día a día creativo? 

Esta filosofía está presente en mi día a día de una forma muy natural. Cuando diseño, no pienso solo en “qué quiero crear”, sino en “cómo se va a hacer” y “quién lo va a hacer”. Trabajo siempre en diálogo con nuestro equipo: probamos materiales, ajusto prototipos in situ y escucho mucho a artesanos porque su conocimiento técnico es parte esencial del proceso creativo.

Diseñar con esta visión significa también asumir ritmos más humanos. No fuerzo ideas ni colecciones: dejo que cada pieza tenga su tiempo, y eso influye directamente en la calidad y en la autenticidad del resultado. La sostenibilidad se convierte, así, en una guía silenciosa que me hace elegir mejor, diseñar pensando en la duración y evitar cualquier detalle que no aporte valor real.

Desde tu fábrica familiar trabajáis con hilos italianos, cachemir y materiales seleccionados. ¿Qué papel juega la materia prima en la construcción del ADN de la marca? 

La materia prima es parte esencial de nuestro ADN. Seleccionamos normalmente hilos italianos de lana merino, cashemere o viscosa , para verano,  porque aportan calidad, carácter y durabilidad, y porque definen cómo se sienten y cómo envejecen nuestras piezas. 

Tu iniciativa “Hands Behind the Thread” visibiliza a quienes hacen posible cada pieza. ¿Qué te motivó a lanzar este proyecto y qué esperas generar con él? 

Lancé “Hands Behind the Thread” para dar visibilidad cada una de las personas que hacen posible cada pieza y para poner en valor el oficio. Mi objetivo es una humilde contribución a humanizar la moda, y generar una conexión más consciente y respetuosa entre quien crea y quien compra.

En esta campaña se destaca especialmente el papel de los artesanos Agustí, Ester, Roser y Mariàngels. ¿Por qué era importante visibilizar su labor en la narrativa visual de esta colección?

Visibilizar a Agustí, Ester, Roser y Mariàngels era esencial porque ellos -entre otros – son un ejemplo de todo lo que implica nuestro proceso creativo. La artesanía suele quedar oculta detrás del producto final, pero son sus manos, su técnica y su sensibilidad las que dan forma a cada pieza. Para mí, mostrar su labor no es un recurso estético, sino un acto de honestidad: creo profundamente que su trabajo merece ocupar un lugar central en la narrativa visual.

Además, incluirlos en la campaña permite explicar de manera muy directa qué significa producir localmente y en pequeñas series. Eso genera una conexión emocional mucho más fuerte con el público y reivindica el valor real del oficio.

Dices que empezaste a producir punto porque no encontrabas jerséis “bonitos, con buen corte y a un precio adecuado”. ¿Cómo ha evolucionado tu visión del diseño desde aquel problema personal hasta la marca que es hoy? 

Mi visión del diseño nació de una necesidad personal, pero hoy se ha transformado en una filosofía mucho más amplia: crear piezas bien hechas y con propósito. He pasado de buscar el jersey perfecto para mí a construir una marca que apuesta por la artesanía, la calidad y la durabilidad como pilares del diseño, pensando en una clienta real, gracias a la experiencia de estos años.

La campaña fotografiada por Agustina Malva y estilizada por Blanca Pérez Cabrero se rodó en Barcelona con un enfoque muy narrativo. ¿Qué importancia tiene para ti la construcción de una historia visual alrededor de cada colección? ¿Qué aspectos de la ciudad son los que más influyen en tu imaginario estético?

La historia visual es fundamental: permite transmitir la emoción, la sensibilidad y el universo que hay detrás de cada colección. Cada colección necesita un contexto, un ritmo y una emoción que la expliquen sin palabras. Trabajar con un enfoque narrativo me permite mostrar no solo las piezas, sino como llevarlas y el mundo que hay detrás: la artesanía, los valores, la sensibilidad y la forma en la que imagino a la mujer que las lleva. En cuanto a Barcelona, como ciudad sí influye profundamente en mi imaginario por su luz, su arquitectura y esa elegancia relajada que define la ciudad – y su gente- y que inspira la estética de la marca.

La marca ha logrado presencia en retailers internacionales como Le Bon Marché o El Corte Inglés. ¿Qué aprendizajes te ha dejado dar este salto a un mercado global manteniendo la escala artesanal?

El primer aprendizaje ha sido entender que crecer no significa producir más, sino producir mejor. Hemos tenido que perfeccionar procesos, mejorar la planificación y estructurar sin perder la esencia del trabajo hecho a mano. También he aprendido la importancia de comunicar muy claramente quiénes somos y cómo trabajamos. La artesanía, bien explicada, no es una limitación: es un valor diferencial.

Y, por último, este crecimiento me ha enseñado que se puede tener presencia global manteniendo un alma local. La clave está en ser coherente: no deslocalizar, no sobreproducir y elegir partners que valoren tu forma de trabajar. Para mí, ese equilibrio entre ambición y autenticidad ha sido la lección más importa

Tras años construyendo una comunidad fiel, ¿cómo describirías hoy a la mujer (o persona) que viste Laia Alen? 

Me gusta pensar que la persona que viste Laia Alen es alguien que valora la autenticidad y la sensibilidad detrás de las cosas bien hechas. No busca piezas estridentes ni tendencias efímeras; busca prendas con alma. Para mi es alguien que aprecia la artesanía, que entiende el valor de lo local, y que conecta con un universo visual cálido, íntimo y honesto. Es una persona curiosa, con criterio propio, que prefiere pocas piezas pero especiales.  En definitiva, es alguien que no solo compra un producto: se identifica con una forma de crear y de mirar el mundo.

Mirando hacia adelante, ¿qué te gustaría seguir explorando en la marca, ya sea en artesanía, narrativa o procesos creativos?

Mirando hacia adelante, me gustaría seguir explorando tres dimensiones que para mí son fundamentales: la artesanía, la narrativa y los procesos creativos.

En artesanía, quiero profundizar todavía más en técnicas que quizá no hayamos usado hasta ahora. Dentro del punto, de técnicas como el Jacquard o  los acabados manuales que hacen que una pieza sea realmente especial. Me gustaría seguir colaborando con mi equipo para seguir aportando nuevas miradas a cada colección

En narrativa, quiero seguir construyendo un universo visual que explique no solo lo que hacemos, sino por qué lo hacemos. Me interesa explorar historias más íntimas, campañas más documentales tanto del proceso, como de nuestras clientas finales.

Y en lo creativo, quiero permitirme más experimentación: probar nuevas combinaciones de materiales o colaboraciones con marcas afines. Seguir creciendo, pero siempre desde la coherencia y la calma que definen a la marca.

Descubre la nueva colección OI25 de Laia Alen

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