La obra teatral ‘Las olvidadas’ aterriza en Madrid. En #VEINDIGITAL hablamos con Lara Díez Quintanilla, autora y directora sobre miedos, intimidad y perspectiva.
Lara Díez Quintanilla y su obra ‘Las olvidadas‘ se trasladan a Madrid, donde inundarán las calles de la capital de memoria y existencialismo desde el 24 de mayo hasta el 2 de junio en la Sala Mirador. Un proyecto cargado de sentido, amor y necesidad, donde las tablas del escenario acogen a sus protagonistas, Leydi Gómez y Carolina Sobisch, recorriendo un viaje intenso y valiente por la vida de veinte mujeres con cronologías muy diferentes.
Esta obra es una oda hacia las mujeres, a sus silencios, resiliencia, miedos, pero cómo directora, ¿Cúal ha sido tu mayor reto?
El mayor reto es conseguir enchufar el aire para que ellas puedan saltar sin miedo al abismo de habitar esas veinte mujeres que interpretan entre las dos.
‘Las olvidadas’ forma parte de una trilogía, ¿De dónde surge la necesidad de escribir la historia de las protagonistas?
La trilogía nació de la necesidad de seguir pensando sobre la duda existencial: ¿qué hacemos aquí? Me fascina observar lo que las personas humanas damos por hecho. Cómo hemos integrado unas normas sociales hasta elevarlas al nivel de verdad universal. Todo lo que llegamos a hacer con el tiempo que compartimos obviando que no tenemos ni idea de por qué estamos aquí, ni de dónde venimos, ni a dónde vamos. Cómo nos llegamos a tomar en serio a nosotras mismas creyendo que lo que hacemos tiene un sentido trascendente.
La primera obra, “Llenando el vacío”, trataba de las que llegan. “Nuestra parcela” de las que están. Y “Las olvidadas”, las que fueron. Esta última versa sobre cómo la tiranía heteropatriarcal ha operado siempre sobre nosotras en todas las épocas y todas las partes de la tierra y cómo lo hemos normalizado.
Como directora de la obra llevas años trabajando en este proyecto y, probablemente cada obra sea diferente, pero, ¿Has recorrido algún viaje a través de escena que se te haya quedado grabado?
Una vez, una mujer y su hija, después de ver la función, vinieron llorando y nos dijeron: “gracias por hablar de nosotras”. Son esos momentos los que dan sentido a dedicarse a esta profesión, los instantes de consciencia de que estamos juntas en el mismo barco y la confirmación de que el teatro nos acerca.
Todas formamos parte de ‘Las olvidadas’, pero Leydi y Carolina son las encargadas de materializar todo el proceso, ¿Cómo es trabajar con ellas en esta historia?
Solo puedo decir que maravillas. Hace un par de años coincidí con ellas en Buenos Aires en un festival de teatro. Yo traía mis obras traducidas al castellano impresas para dejarlas en una escuela. Pero ‘Las olvidadas’ se quedó en sus manos, sentía que tenía que ser así y la intuición no me falló.
Son dos personas increíbles con una capacidad extraordinaria para hacer de caja de resonancia de las voces de todas las mujeres que invitamos a escena. Porque eso es lo que hacen: convertirse en un canal que conecta las que somos con las que fuimos. Las admiro y aprendo de ellas cada día por su trabajo, su entrega y su compromiso.
El guión se sostiene gracias al feminismo y la memoria, habla de mujeres comunes con historias entrelazadas y dispares, pero ¿cómo es como autora deconstruir historias que parten desde otro punto totalmente diferente?
Desplazarse internamente al epicentro de situaciones de hegemonía heteropatriarcal y estudiar con cuidado y amor las mujeres que los sostienen para encontrar lugares comunes de conexión. Buscar canales, salvoconductos y lugares que permitan romper círculos de repetición abusivos y tóxicos. Es un viaje muy intenso que te zarandea hasta perder el norte. Pero hay que perderse para dar con lo que nos teje.
Viajar a través del sentido de la memoria puede ayudarnos a entender a las mujeres y puede que también a las de nuestra vida, sus caminos, decisiones… ¿Cómo mujer labrar ese recorrido ha sido complicado? ¿Con qué sensación sale el público de la sala?
Complicado y doloroso. Cuanta más consciencia y más perspectiva, más dolor pero a la vez más posibilidad de transformación. Eso lo dicen ellas en la obra. A veces tengo la tentación de meter la cabeza debajo de la tierra para no seguir viendo cómo hemos normalizado el horror de un mundo colonizado por el machismo. Pero es que debajo de la tierra también están ellos. También se sienten y se ven. No hay escapatoria, solo la revolución.
Cuando el público sale con este deseo de akelarre y de transformación, es cuando siento la obra tiene sentido.
La obra tiene cronologías diferentes entre espacio y tiempo, ¿cómo ha sido la construcción y el proceso para las actrices y para tí? ¿Habéis sentido vértigo o miedo al plasmar prototipos de mujer tan dispares?
Sí. Mucho miedo, vértigo y sobretodo respeto. Precisamente lo más difícil ha sido abandonar el prototipo para habitar lo humano y único de cada mujer que se representa. Conectar con aquello que nos une y nos permite colectivizar.
Parece que todo lo que no se ve no existe, en ‘Las olvidadas’ se recuerda a mujeres maltratadas, vapuleadas, sumidas…¿Cuál de todas las historias que hay en la obra ha sido la más compleja de escribir? y ¿de representar?
Es difícil de responder. Las situaciones que nos quedan más lejos son las que más cuesta que tomen tierra pero a la vez, las que tenemos más cerca, cuestan de ver con perspectiva. En el proceso ha habido una lucha entre el estereotipo y lo más íntimo y personal. Entre juzgar y comprender. Me parece importante estudiar los propios prejuicios y las ideas preconcebidas para conseguir tocar el hueso que está manteniendo una normalidad abusiva.
Hay algo muy bonito dentro de la pieza y es que, tal y como has citado: “solo nos tenemos unas a otras”, ¿Crees que a través de los ojos de las protagonistas la red puede hacerse más grande?
Esa es la idea. Ayudar a crear una red infinita donde cuidarnos y sostenernos. Aunque me parece importante recordarnos que, consigamos o no ese tejido conectivo, las personas humanas sólo nos tenemos las unas a las otras para construir realidad. Creo que no hay que olvidarlo jamás. Para lo bueno y para lo malo.
Después de representar la obra en Barcelona, ¿cómo afrontas el cambio de aterrizar en la capital? ¿Qué esperas de esta nueva etapa de ‘Las olvidadas’?
Espero y deseo conectar profundamente con el corazón de quien venga y ampliar ese grupo cada vez más gigante que llevamos dentro. Las que nos llevan y, a la vez, llevamos con nosotras.
Viaja a través de ‘Las olvidadas‘ de Lara Díez Quintanilla
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