El desfile SS25 de Marc Jacobs en la Nueva York Public Library fue una alegoría visual de un mundo en crisis. Con siluetas exageradas y volúmenes inflados, el diseñador invita a cuestionar la realidad con prendas que fusionaban lo surreal con lo político. Un grito visual por la resistencia, la libertad de expresión y la urgencia de actuar en un mundo en crisis.
«Estamos viviendo en un mundo al revés. De ciudades en llamas y pueblos sumidos. De derechos humanos amenazados», apuntó Marc Jacobs en sus notas, estableciendo un contexto para su propuesta. Y, lejos de lo que podríamos esperar, la colección no apeló a la nostalgia ni a la comodidad; nos ofreció algo mucho más potente: una llamada a la valentía.
Para expresar esa «resistencia visual», Jacobs se alejó de las formas clásicas y apostó por una sobrecarga de proporciones y volúmenes que desbordaban la pasarela. Suéteres con inserciones de espuma que jugaban con la textura y la forma, pantalones con costuras inusuales y faldas transformadas en figuras casi surrealistas, evocando muñecas de papel recortadas o formas rocosas con una rotunda presencia. La exageración era el leitmotiv, creando una silueta distorsionada que recordaba tanto a la moda de décadas pasadas como a una reinterpretación radical del presente.
«El miedo no es mi enemigo, es un compañero necesario de la creatividad, la autenticidad, la integridad y la vida.» – MARC JACOBS
Lejos de ser una propuesta meramente estética, la colección de Jacobs era también un vehículo para transmitir un mensaje político y social. A través de sus prendas, evoca figuras como la Reina de Corazones, Betty Boop o María Antonieta, íconos de la historia y la cultura popular que, al fusionarse en la pasarela, nos llevan a un terreno ambiguo entre lo real y lo fantástico. La música que acompañó el desfile, ‘Einstein on the Beach’, una pieza de Philip Glass, intensificó este ambiente onírico, entre lo aleatorio y lo repetitivo, en lo que podría entenderse como un paralelismo con la fragmentación de la realidad.
Las botas gigantes, que se curvaban hacia arriba como zapatos de elfo, y los tacones de noche de punta surrealista, añadieron una dosis extra de irreverencia a la propuesta. Cada par de zapatos parecía un desafío a la funcionalidad, un recordatorio de que la moda, cuando se la deja ser, puede romper con los límites establecidos para convertirse en una forma de expresión absolutamente libre y desafiante.
Pero uno de los momentos más impactantes del desfile fue el detalle de los puntos brillantes sobre los labios de las modelos. Más allá de la estética, parecía un mensaje claro: la sociedad está al borde del colapso, y nuestra voz, como seres humanos y como colectivo, tiene que ser escuchada. Un gesto sutil que reforzaba la urgencia de tomar conciencia, de expresarnos y de confrontar los problemas con valentía.