María Hesse o cómo pintar el sentimiento incontrolado

24 / 10 / 2018
POR Paula de Aguirre

Conversamos con la ilustradora onubense con motivo de la exposición “Tinta y Sensibilidad” que recopila 30 obras originales de sus libros David Bowie, Frida Kahlo y Mujercitas. Se podrá visitar hasta el 25 de noviembre en el Museo ABC.

 

Foto: Erea Azurmendi


 
“Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior” afirmaba la pintora Frida Kahlo, convertida en indiscutible icono pop de nuestro tiempo. Ese mismo alegato en pro de mostrar las emociones más crudas y viscerales define el trabajo de María Hesse (Huelva, 1982) quien, desde los 28 años, no ha dejado de pintar de manera frenética, casi obsesiva.

Bajo un aspecto ingenuo, la ilustraciones de la artista son como flechas disparadas al corazón, un órgano que no siempre ha situado en el pecho, haciendo también alusión a la sexualidad femenina.

‘Tinta y sensibilidad’ es una muestra en el Museo ABC recoge sus trabajos realizados para el clásico “Mujercitas” de Louisa May Alcott y la biografía del camaleónico David Bowie, sin olvidar a la ya mencionada Frida Kahlo. Hablamos con ella de sueños, temores y la necesidad de expresarse.

¿En qué momento decidiste dedicarte a la ilustración?¿Fue una especie de epifanía o se trataba de una pasión cultivada desde hace tiempo?

Fue un poco de las dos cosas. Yo he dibujado desde siempre y además siempre contaba historias en mis dibujos y hacía cuentos. De pequeña quería ser pintora, cantante y actriz, pero me di cuenta que le hacía un favor al mundo si no me dedicaba a cantar y actuar jajajaja.

Cuando terminé el instituto no pude estudiar Bellas Artes, así que que dejé aparcado el sueño de dedicarme a esto. Pero a los 28 años me di cuenta de que no era feliz dedicándome a otras cosas, así que dejé las oposiciones y me puse a estudiar ilustración.

A lo largo de tu trabajo te has centrado, muy especialmente, en la ilustración de personajes femeninos, tanto reales como de ficción. ¿Se trata de una elección personal o ha venido dada de manera aleatoria?

Pintaba mujeres sin pensarlo, era algo salía de forma natural. Luego comencé a hablar de nosotras con una intención clara. Estaba cansada de la narración que se hace de la mujer desde la visión del hombre, según la cual somos amantes, esposas, cuidadoras o sufridoras. Nosotras somos mucho más que todo eso y por suerte ahora estamos reivindicando que se escuchen nuestras voces.

¿Qué papel juega la sexualidad de la mujer en tu obra?

Juega un papel muy importante. Yo recibí una educación muy tradicional donde el sexo era algo que hacías con el amor de tu vida y nadie me habló del placer. La masturbación era algo que las chicas decentes no hacían. Fui rompiendo con esto pensando que era algo que solo me pasaba a mi pero, al hablar con mis amigas, me di cuenta de cómo ha sido muy común que nuestra sexualidad haya sido censurada.

Un día pensé que esas conversaciones que tenía con mis amigas y que tanto nos habían ayudado debía traspasarlas al papel. Que nosotras tengamos limitada la relación con nuestro cuerpo es una forma más de dominación y sumisión. Tenemos que naturalizar nuestra sexualidad para comprendernos mejor y que ellos también nos comprendan.

¿Qué desafío plantea enfrentarse a la ilustración de personajes enmarcados en una literatura de siglos anteriores, como los que abordas en “Mujercitas” u “Orgullo y prejuicio”?

Para mi no ha supuesto un desafío. Más bien ha sido un regalo. Cuando me llegan estas propuestas trato de disfrutarlas al máximo.
 

 

Las ilustraciones de Bowie combinan momentos de su vida, personajes llevados por él mismo a la gran pantalla o que se cuelan en las letras de sus canciones. ¿Cómo ha sido la experiencia de retratar a alguien tan camaleónico como el artista inglés?

Ha sido un reto y un placer absoluto. Lo primero que sentí fue miedo, porque yo no suelo dibujar hombres, pero es bueno romper con nuestra zona de confort y enfrentarnos a nuestros temores. Es la única forma de crecer en nuestro trabajo. Ese miedo se convirtió después en un juego precioso.
 


El libro de “Frida Kahlo. Una autobiografía” va por su 15ª edición y se ha publicado en 12 países. ¿Qué aprendizaje te ha reportado dibujar a la célebre pintora mexicana? ¿Ha supuesto para ti algún tipo de “presión” el hecho de que su imagen sea tan extendida y popular a nivel internacional?

Al principio sí que sentí presión al ver que ya se había hablado mucho de ello. Al fin y al cabo ¿qué podía aportar yo? Luego comprendí que lo que podía aportar era mi visión de ella. Tardé mucho en darme cuenta de esto. Fue fundamental documentarme y descubrir miles de detalles que eran completamente desconocidos para mi.

De este libro he aprendido que lo importante es hacer las cosas como te salen de dentro y que es impredecible el éxito que tendrá, pero tampoco hay que obsesionarse con ello.
 

El gouache y la tinta se han acabado convirtiendo en elementos habituales en tus creaciones. ¿Qué te aportan estos frente a la ilustración digital, por ejemplo?

Me da una paz que no consigo con lo digital. Es ese momento donde se para el mundo y me mancho las manos. Separarme del ordenador me hace bien.

En tus trabajos se repiten también, de manera constante, los motivos vegetales y las incisiones en cuerpos femeninos dejando ver su corazón. ¿Cómo se han acabado convirtiendo estos elementos en tu seña de identidad y qué importancia tienen?

Para mi son la forma que tengo de hablar de las emociones, de lo visceral. Soy muy yo. Siempre llena de luces y sombras.

Por lo general, se intuye una cierta admiración hacia los personajes que dibujas, pero ¿alguna vez te ha tocado dibujar a un personaje con el que no simpatizas? ¿Serías capaz de enfrentarte a un reto así?

Bowie no me simpatizaba al principio (risas). Es cierto que me gustaba su carrera como músico, pero no como persona. Fue Fran Ruiz –escritor de “Bowie. Una biografía”– quien me hizo amarlo.

Yo soy capaz de ilustrar personajes con los que no empatizo, pero tengo un código ético. Puedo dibujar una viñeta de Trump para ironizar sobre él, pero no podría dibujarlo en un artículo que lo alabara.

Has realizado algunos experimentos de ilustración en directo, como por ejemplo, poniéndole imagen a las canciones de Maga. ¿Cómo fue este experimento? ¿Tienes pensado volver a hacer algo similar? Y en tal caso, ¿con qué artista musical te gustaría colaborar?

Justo ahora estamos en el fin de gira donde les acompaño. El 18 de octubre estaremos en Sevilla y el 16 y 23 de noviembre en Barcelona y Madrid, respectivamente.

Para mi, hacer esto es de las cosas que más placer me da. Es la forma de pertenecer a un grupo, de ser una especie de «cantante». Cuando Miguel se pone a cantar desaparece todo y me dejo llevar por la música. Lo disfruto muchísimo.

Ahora me cuesta pensar en hacerlo con otro artista, pero creo que con Zahara o Tulsa sería bonito. Y puestas a soñar, con Björk, Patti Smith, Portishead, Arcade Fire, Sigur Ros, etc. Casi ná, jajajajajaja.

¿Qué es algo que, bajo ningún concepto, te atreverías a ilustrar? Es decir ¿cuáles son tus vetos a la hora de pintar?

Algo que vaya en contra de mis principios. He rechazado propuestas que no entendía por qué me las hacían a mí, como ilustrar libros de señoros machistas. ¿Te imaginas?

¿Qué tipo de proyecto te gustaría llevar a cabo? (tanto mural como editorial o textil). Y un poco en la misma línea ¿A qué personaje real o ficticio te gustaría dibujar (y a quien no hayas dibujado ya, claro)?

Biografías ahora mismo no me planteo. Probablemente, haya más en el futuro, pero me apetece hacer otras cosas.

Por otro lado, sé que Björk me daría mucho juego visual y Patti Smith me parece una mujer fascinante, pero ambas están vivas y no me atrevería, a no ser que las escribieran ellas.

En cuanto a otros proyectos, me apetece pintar un mural en exterior. Siempre lo he hecho en paredes encerradas en el interior de un edificio.
 

«Tinta y sensibilidad» de María Hesse se podrá visitar en la planta baja del Museo ABC (C/ Amaniel 29-31) hasta el 25 de noviembre. La entrada es gratuita.