María Hesse: «Yo no quiero sobrevivir, yo quiero vivir»

27 / 11 / 2024

Hablamos con María Hesse sobre ‘El miedo’, obra llena de una conmovedora fuerza narrativa y un acompañamiento visual que casan a la perfección.

En su nuevo libro, ‘El miedo’ (Lumen, 2024), María Hesse se embarca en una instropección, en una búsqueda y en un descubrimiento. Todo a un mismo tiempo. Esta obra, editada por Lumen, es un reflejo de la calidad literaria y artística de esta autora e ilustradora, que alcanza aquí una madurez mucho más palpable, empática y sensible. Este es un libro no solo para disfrutar. Es un espejo en el que cada uno se puede sentir reflejado.

¿Desde qué punto vital y desde qué punto artístico dirías que nace este libro?

Al principio no iba a ser un libro. Estaba en un momento vital en el que me sentía muy cansada y no sabía por qué. Y se me empezaron a venir unas imágenes a la cabeza que tenían que ver con miedos que yo tenía, y entonces empecé a dibujar. Mi idea era hacer una exposición u otra cosa. De hecho, en mi cabeza muchas veces veía los dibujos como escenas animadas, y por eso surgió la parte del cómic. Entonces, pues hablando con mi editora, ella me dijo que le gustaba la idea de un libro. Yo no lo tenía claro, y entre medias estuve trabajando en otros libros. Salieron “Marilyn” y “Malas mujeres” y ya luego pues me decidí a empezar a escribir. O sea, a raíz de las ilustraciones que había hecho sobre los miedos que estaba teniendo o estaba enfrentando, y del cómic, decidí crear la historia de ficción del personaje que aparece en el libro que va transitando unos miedos muy parecidos a los míos, o que parten de mis miedos.

Yo soy una persona que dibuja todavía las casas son un sol sonriente encima. ¿Primero piensas la historia o la narración y luego la ilustras o nace todo de un dibujo, de un boceto… de algo más visual?

Yo lo primero que hago es documentarme muchísimo, ya sea leyendo libros, ensayos, biografías… Pero en este caso no había un fin en concreto. O sea, como que yo no estaba haciendo esto para nadie, empezó por ser algo mío y empecé primero con el dibujo. Incluso empecé primero ilustrando canciones y poemas porque era como el momento que yo estaba atravesando. Empecé primero por la parte visual: solo las imágenes y el cómic. Y una vez que lo leí todo, volví al principio y ya empecé con el texto, porque creo que la parte visual en realidad es como la parte más pura, y que además quizás sea la que mejor pueda conectar con más gente, porque no hay un camino que te vaya dirigiendo. O sea, no hay un personaje que te cuenta una historia en sí, sino que es mucho más más onírico.

Esa vez fue diferente, porque partía de lo que, para mí, a diferencia tuya, es lo más natural, que era expresarme a través de la imagen. A mí la imagen me ha acompañado desde que era pequeña, y es de lo que me ayudaba a entenderme sin pararme a pensar, porque yo muchas veces he dibujado porque me apetecía, porque había algo que no sabía cómo expresar y que, tiempo después, cuando veía la imagen, decía “es que esto representaba el momento que estaba viviendo” pero yo no era consciente en ese momento que lo estaba dibujando.

¿Te llevó mucho crear este libro?

Me llevó cuatro años el madurar la idea y encontrar el lenguaje. Yo lo quería contar y quería también entender lo que me estaba pasando. Claro, un libro no solamente es el momento en el que te sientas y te ponen a escribir. Ahora justo en redes sociales están hablando de la necesidad de vivir para poder contar las cosas. Y yo he necesitado esos cuatro años de vivencia para que saliera el miedo.

¿Consideras que el miedo funcionó aquí como una fuerza creativa? Tras el libro, ¿cómo has pasado a relacionarte con esa emoción en tu vida privada y también en tu vida artística?

Al final ha sido una fuerza creativa de forma inconsciente. No era mi intención, pero yo siempre he necesitado expresar lo que sentía, ya sea en conversaciones o pintando. Yo lo que creo es que dibujar me ha ayudado a comprender el miedo. Y luego, evidentemente, la terapia también ha sido necesaria, sobre todo para enfrentarme de forma consciente a mis miedos. Porque, claro, con el dibujo había un enfrentamiento de forma inconsciente o subconsciente. Y yo creo que necesité la terapia para entender por qué soy como soy, por qué hago las cosas como hago. Entender también el miedo que había detrás y no tanto superarlos, porque yo creo que, bueno, que al final de alguna manera casi la mayoría de miedos siguen ahí. Hay subidas y bajadas, y así es como aprendes a vivir con ellos

Dices que hay un enfrentamiento a esos miedos. Yo tenía apuntado que en “El fin de la vida” hablas muy abiertamente sobre la maternidad. Me dio la sensación de que la voz de la narradora o protagonista vencía ese miedo cuando se hundía muy profundamente en él. ¿Es así?

El miedo a la maternidad… pues bueno, es que ahora soy madre, tengo muchos miedos nuevos relacionados con la maternidad. Evidentemente, no tengo miedo a ser madre, porque ya tomé un camino, pero yo durante todo el embarazo sí que tuve mucho miedo, solo que yo tomé la decisión de seguir adelante con lo bueno y con lo malo.

Me refiero más bien a si consideras que la lección vital que te has llevado con este libro- porque es un poco la que me dio la sensación a mí- es la de que a veces hay como que profundizar mucho en un miedo, ¿puede ser?

Sí, hay que profundizar, por lo menos para mí, no digo que sea una experiencia para todo el mundo. Yo necesito mirarlo de frente y profundizar en él. Para mí esa es la conclusión, porque este libro es un ejercicio y surge de un cansancio vital. A pesar de los miedos, yo seguía adelante, pero en realidad seguía adelante sin mirar. Sin saber. Sin pensar en las consecuencias de mirar adelante. Seguir para adelante sin mirar de cara a los miedos para mí ha sido necesario para comprenderlos. Nunca voy a hablar por los demás, pero uno aprende a funcionar en la vida según las experiencias que va teniendo, y a veces su funcionamiento no es bueno. O sea, puede ser un mecanismo que tú has desarrollado de supervivencia… pero yo no quiero sobrevivir, yo quiero vivir.

En “Danza macabra” dices “me acostumbré a convivir con la muerte y la ansiedad”. A mí, y esto es algo totalmente subjetivo mío, me da la sensación de que el miedo a la muerte quedó sepultado en lo artístico. Que apenas se habla de eso. Y me da la sensación de que tú lo has recuperado. ¿Es algo en lo que pienses a menudo?

Yo no sé si se pienso poco, o si es una cosa generacional… Yo pienso mucho en la muerte. A día de hoy, sigo pensando también en eso. A veces más y a veces menos. Ahora que soy madre y veo lo rápido que pasa el tiempo, y me parece más tangible. Pero también siento que el cuerpo y la cabeza no envejecen a la misma velocidad. Pero cuando tienes un hijo, ves que su cuerpo cambia muy rápido, ves su crecimiento. Y piensas más en eso.

Yo pienso mucho en cómo pasa el tiempo, y me da mucho miedo desaparecer. Pero también recuerdo cuando en el instituto cuando empecé a leer sobre existencialismo; fue una cosa en la que me paré a pensar, y que me angustiaba mucho. Yo no quise rescatar el miedo a la muerte, es que me da mucho miedo morir y desaparecer.

¿Te consideras una persona miedosa?

Es que creo que todo el mundo tiene miedo, y quien no lo tienes pues es un temerario. No creo que yo tenga más miedo ni menos que las demás personas del mundo. Es cierto que yo pienso mucho, en general. Me paso la vida meditando mucho sobre las cosas que me pasan. Y sí, me paro más en ese pensamiento, pero porque me paro en todo. Pero no creo que tenga más miedos.

En la lista que haces de los pequeños y grandes miedos se puede ver que algunos de ellos son contradictorios (o aparentemente contradictorios). Siempre se dice que el miedo es algo irracional, ¿qué consideras que has aprendido tú sobre este sentimiento después de escribir esta obra?

Mi relación con el miedo ha cambiado, pero seguirá cambiando, no es algo estático. Mi relación con el miedo ha cambiado en muchos momentos vitales y justo ahora también porque estoy atravesando algo tan potente como la maternidad, que creo que es lo que más me ha cambiado como persona. Y, de hecho, el libro está escrito antes de ser madre, aunque en esa lista aparecen algunos miedos en relación a esto como el de no volver a estar sola, que es algo que echo mucho de menos, mis espacios de soledad y que ahora mismo no lo tengo ni sé cuándo lo volveré tener. Pero, claro, los miedos van a variar no solo porque yo haya escrito un libro, sino porque yo como persona también voy cambiando.

¿Te has sentido particularmente expuesta con este libro?

Pues yo en el libro me he expuesto mucho. Pero también en ‘El Placer’, donde hablo de algo íntimo, como es mi sexualidad. Hay algo en esta historia que es de ficción, y explico que son personajes creados. Y evidentemente me nutro de mi vida. De hecho, empecé a escribirlo en tercera persona y al final lo cambié a primera. Evidentemente, parte o nace de mis miedos. Y lo primero que me preguntaba es qué sentido tenía. Porque no lo empecé con la idea de publicarlo. Y me preguntaba a quién le podía interesar. No sabía el fin. Y mientras escribía, mi editora me decía “por favor, sigue, porque me está encantando.” No me ha dado miedo compartir mi vulnerabilidad porque no creo que tenga que ser algo de lo que me avergüence. Pero estaba muy nerviosa. Y sigue teniendo una acogida muy bonita. Y me escribe mucha gente diciéndome que se sienten menos solas, que tienen un miedo compartido. Que nos pase a muchas hace que nos sintamos acompañadas.

 

Lee aquí un fragmento de ‘El miedo’, el último libro de María Hesse editado por Lumen.

Fotos de Cristina Valbuena