Tras su paso por la Escuela de cine de Cuba, la actriz y directora vallisoletana nos cuenta sus vivencias y todo lo que hay detrás de su nuevo y primer cortometraje.
Conocerás a Sara Rivero por su trabajo en teatro o en series de televisión como ‘Velvet’ (a3media), ‘Borgia’ (Canal + Francia), ‘Isabel’ (Tve1) o ‘Amar es para Siempre’ (Antena3). O quizá por su magnífica interpretación de Jacky Kennedy en el controvertido cortometraje de Eduardo Casanova ‘Lo siento mi amor’, sin embargo, Sara se vincula al mundo cinematográfico más allá de su trabajo como actriz y en la actualidad, centrada en el medio audiovisual, experimenta con las posibilidades de un género tan dispar como es el documental así como con los límites entre disciplinas artísticas desde una perspectiva de lo más experimental.
Después de formarse en España, Reino Unido y en última instancia, en Cuba, Sara Rivero nos ha sorprendido con su trabajo como creadora. Tras “Señora panadera” o “La fé”, en el pasado Seminci 2019 (Semana Internacional de Cine de Valladolid) presentaba ‘Papá Cohiba’, su primer cortometraje. En este último trabajo rodado en Cuba, la música electrónica se fusiona con el género documental dando lugar a una pieza en la que se sortea cualquier imposición de etiquetas o géneros cerrados para crear una obra a la que ella misma denomina como “electrodocumental”.
Hablamos con Sara Rivero sobre este concepto y su trabajo, cómo ha sido rodar y formarse en la Escuela de Cine de Cuba y qué significa para ella ‘Papá Cohiba’.
Te conocemos sobre todo por tu trabajo como actriz tanto en televisión, como en cortometrajes o teatro, pero dado el momento comienzas tu andadura como creadora, ¿qué te ha aportado cada faceta? Si tuvieras que elegir, ¿con cuál te sientes más cómoda o identificada?
No hay que elegir. El actor, es de base creador y desde ahí puede proyectarse o asumir multitud de posiciones. Te voy a poner un ejemplo: a un psicólogo que tiene sus pacientes particulares, da clases en la universidad y ha publicado algunos libros, nadie le plantea si se siente mas profesor, escritor, o terapeuta; porque se entiende que puede utilizar sus conocimientos en muchas direcciones y que cada experiencia nutre el contenido de las otras dos. Es lógico que los actores dirijamos, produzcamos, distribuyamos, hagamos teatro, cine, doblaje y todo lo que pueda aplicarse a nuestro medio. Todo forma parte de lo mismo.
Además de tu formación en España y Reino Unido, ¿Cómo ha sido tu experiencia en la escuela de Cine de Cuba?, ¿qué te ha aportado?
La experiencia en la EICTV de San Antonio de los Baños, fue maravillosa. Es una de las grades escuelas a nivel internacional, porque aunque es muy precaria en infraestructura -como lo es toda Cuba-, a nivel pedagógico es un bombazo. Está mas orientada al cine de creación y autoría, que al blockbuster y eso para mi era un punto a favor. Aprendí, disfruté y algo muy increíble .. aprendí a bailar salsa siendo de Valladolid (risas).
Defines ‘Papá Cohiba’, tu nuevo cortometraje, como un “electrodocumental”, ¿podrías explicar este concepto?
Hoy en día todo tiene que ser catalogado dentro de un género, como si no pudiéramos descansar tranquilos si no somos capaces de definir, qué es y a dónde pertenece lo que nos rodea. Para mí la obra audiovisual es válida en si misma, sean cuales sean sus características formales y es así como enfrento el proceso creativo: dejando que ante esa necesidad de catalogación, la obra se defina por si misma. El electrodocumental surge como gesto de libertad ante la forma. Tiene que ver con el abrazo a un género tan rico y flexible como es el documental, en convivencia con lo performativo, lo estético y lo sensorial. Con mi forma de ver el mundo y con todo lo que me conforma hoy. Ahora.
Tras ‘La fé’, este constituye la segunda parte de la ‘Trilogía de la renuncia’, ¿de dónde nace este proyecto y de qué trata?
La fe era una pieza de vídeo y texto, Papá Cohiba es un cortometraje y Señora panadera finalmente es una propuesta performativa en la que se une vídeo y puesta en escena. Supongo que cada una es un paso más respecto a la anterior, en lo que a la experimentación entre texto, video y puesta en escena se refiere. Y respecto al contenido, se concibieron como piezas independientes pero están todas enmarcadas en una misma idea: la documentación y reflexión de un presente, en el que sucede un proceso de desapego. La fe tiene que ver con la renuncia al consumo, Papá Cohiba con la renuncia al tabaco, y Señora panadera con mi intolerancia al gluten y la renuncia al pan. Pero en todo esto, la experiencia personal es solo la forma de lanzar la reflexión sobre el nosotros y lo colectivo. Es un señuelo. Las piezas hablan más del nosotros que de mi.
¿Qué conceptos exploras con ‘Papá Cohiba’?
Papá Cohiba se acerca a los orígenes del tabaco desde un punto de vista ancestral, pero también desde un punto de vista cotidiano, para nosotros desconocido. Podríamos decir que explora el cine-diario, la experimentación de formas y, sobre todo, cómo éstas pueden convivir con un contenido sin supeditarse a él.
¿Por qué Cuba y no otro emplazamiento?
Porque en mis piezas documento una experiencia que ocurre en un momento y lugar exacto, y en relación a mi; así que quien vea el corto entenderá que está rodado en Cuba porque no podía ser otro lugar.
¿Por qué el género documental?
El documental es un género tan flexible y con tantas posibilidades que me permite ser completamente libre y crear sin restricciones. Pero tampoco es que haga documental, estrictamente. Puede enmarcarse ahí, y me gusta jugar con esa idea, o mejor dicho con la revisión de esa idea (“electro») pero a la vez cada nuevo trabajo va mutando y bebe de donde necesita. Olvidemos las etiquetas.
En este nuevo proyecto la música electrónica tiene un protagonismo fundamental, ¿qué supone para ti la integración de esta disciplina con el mundo cinematográfico?
La música es un lenguaje tan directo con un impacto tan fuerte sobre el cuerpo, que quería trabajar con ella para que la experiencia del observador fuera sensorial también. Llegar al espectador no solo desde el intelecto, sino desde algo más físico como es la vibración. Una vibración con contenido. Un contenido que moviliza e implica al cuerpo.
¿Qué esperas aportar al espectador con este “electrodocumental”?
Pienso en compartir. Compartir un proceso de trabajo, una reflexión, una experiencia…y desde ahí abrir un diálogo con el espectador que lo reciba. Es muy bonito cuando se da el diálogo.
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