¿Qué hay de nuevo? La columna de Estel Vilaseca en VEIN.ES
Rick Owens Fall/Winter 2024 en Paris Fashion Week
Debería empezar esta columna hablando de moda, pero en realidad sólo me apetece hablaros de “Fallen Leaves” la última película de Aki Kaurismäki. Si no la habéis visto, id al cine. Ochenta minutos de puro disfrute y dos personajes construidos con tal maestría que su recuerdo os acompañará unas cuantas horas tras la salida de la sala. Una película que, de forma simultánea, contiene una cara A y una cara B. En la cara A una historia de amor con final feliz, en la cara B, el retrato de la precariedad laboral y una Europa en guerra. Además de una fotografía y una dirección de arte que son exquisitas, con una paleta que es puro Edward Hopper, lo que más me gustó del metraje es que me transportó a otra época. Antes la vida era así, recordé. Y es que aunque el guión está escrito en el presente, la nostalgia por una realidad que ya no existe lo impregna todo. Y además, todo ello aderezado con una banda sonora en la que destaca el hit “Syntynt suruun ja puettu pettymyskin” del dúo de hermanas Maustetyöt.
Pero…¿Qué es la realidad hoy? Esa misma pregunta le hizo la escritora y ensayista Naomi Klein al escritor ojibe Jesse Wente. Éste le contestó: “La realidad es una montaña”, algo que Klein interpreta como la necesidad de volver “a lo básico”. “No sé lo que es la realidad, pero sé que las montañas son reales”, reflexiona en una entrevista que publica hoy sobre ella El País y que también os encomiendo que leáis. Son tiempos convulsos y la lectura de la realidad se ha vuelto cada vez más compleja, sobre todo porque ésta es líquida, maleable, fractal, múltiple y cambiante.
A su manera, la moda que importa siempre intenta conectar e interpretar con la realidad del momento presente. Milán abrió la temporada de desfiles de otoño-invierno con un conjunto de propuestas en las que, por encima de todo, ha imperado una contención general. Miuccia Prada y Raf Simons, de nuevo, además de prendas, han aportado su propia lectura del ahora: “Hay una sensación de estar al aire libre, de la realidad de la naturaleza y una expresión directa del deseo de salir, de experimentar el mundo”, explicaba Simons a colación de su nueva propuesta.
Tras Milán, le ha llegado el turno a París. Después de unos años en los que la moda tomó vistosos posicionamientos políticos, algunos más honestos que otros, en la actualidad sorprende la indiferencia y neutralidad que están mostrando las grandes casas en tiempos de guerra. Y sólo algunos, particularmente los independientes, son los únicos que se están atreviendo a alzar la voz, a cuestionar el presente, a huir de los excesos y la ostentación.
Walter Van Beirendonck, cómo le pasó en su día a Vivienne Westwood, empieza a tomar relevancia gracias a la reivindicación de las generaciones más jóvenes, que disfrutan con sus propuestas arriesgadas y se aburren con la monotonía que impera en las grandes corporaciones. “Stop War” se puede leer en un parche de una de sus chaquetas al mismo tiempo que la mirada queda atrapada con sus juegos de volúmenes y sus prendas con guiños surrealistas. Con una presentación muy íntima, el belga fue muy crítico con el dispendio de las grandes marcas: “No quería hacer una gran película del Far West”, en una clara alusión al súper desfile de Louis Vuitton. “A veces siento que es demasiado. Se gasta tanto dinero, lo deberían invertir en mejores cosas”, explicó a AFP entre bambalinas.
Lemaire y Sarah-Linh Tran optaron también por un formato low-fi y desfilaron en su estudio con una puesta en escena minimalista compuesta por una pasarela circular concebida por la artista Fran Cottell. “Era el momento adecuado para recibiros donde trabajamos, porque Lemaire tiene que con el estilo. Queríamos enfocarnos en lo que hacemos y en nuestra pasión por la ropa, y es en este espacio, que presenta una forma colectiva de trabajar en la moda. Somos suficientemente afortunados como para tenerlo todo en el mismo sitio: el taller, las oficinas y el estudio. Es imporante, porque creemos que el proceso define el resultado”, explicaron a Fashion Network.
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Rick Owens, que ha logrado de nuevo seducir al algoritmo con sus botas hinchables en colaboración con Straytukay, llevó la reflexión más lejos y presentó su nueva colección en el salón de su casa: “El momento en el que vivimos es lúgubre, intolerante y horrible. (…) He decidido presentar mi colección en mi casa esta temporada porque una atmósfera festiva no parecía apropiada para los tiempos que corren (…) Desfilar en mi casa es también un gesto íntimo. Un gesto que no es fácil de hacer para muchos diseñadores, si están asociados a una gran casa, y tienen que dar respuesta a muchas voces. Una de nuestras mayores fortalezas es que somos una sola voz y puedo ser tan honesto como quiera ser y tan íntimo como quiera para recibir a la gente donde trabajo y vivo” explicaba a System Magazine, poniendo en evidencia la ventaja que ofrece la independencia creativa y financiera.