¿Qué hay de nuevo? La columna de Estel Vilaseca
Me ahorraré un post sobre la Met Gala (y de paso os lo ahorro a vosotras). Si todavía os quedan ganas de saber algo más sobre la mega-mediática gala benéfica orquestrada por Anna Wintour, podéis escuchar a Vanessa Friedman, crítica de The New York Times, hablar sobre ella en el podcast de The Business of Fashion junto a Imran Amed. También podéis leer a Leticia García en El País, donde escribió dos interesantes artículos. En uno se hace eco de la teoría de Dana Thomas que está segura de que Anna Wintour y Condé Nast están trabajando desde hace meses en el lavado reputacional de John Galliano para allanar su camino de vuelta a una de las grandes del lujo (¿Givenchy, Céline?). En el otro, reflexiona sobre alguno de los diseños más llamativos que se vieron en la gala, que tras su función estética y emocional abandonaron por completo cualquier cortesía con el cuerpo que los llevaba. La imagen de Tyla aupada por cinco hombres como si fuera una muñeca a lo largo de las escaleras del MET es ya una imagen histórica de los tiempos contradictorios y confusos en los que vivimos. En la cuenta de estilo de The New York Times fueron muy rápidos y, en pocos minutos, consiguieron hacer un buen resumen de ese vestido incómodo en el que se ha convertido la Met Gala.
Esta semana, en realidad, os quería hablar de algunas ideas de estilo que podemos aplicar desde ahora mismo con cosas que ya tenemos en el armario. O bien comprando en la cada vez más amplia oferta de segunda mano. Incluso, animándonos a coger por primera vez hilo y aguja para hackear y dar nueva vida a viejas piezas. En un mundo donde las prendas nuevas se usan de media entre tres y siete veces, comprar tendría que ser una acción meditada, enfocada a apoyar a aquellas pequeñas marcas o proyectos que nos gustan. El resto tiene que ver con abordar nuestro ropero desde nuevos puntos de vista, probando nuevas combinaciones, jugando con complementos inesperados que nos ayuden a refrescar nuestros estilismos para el día a día, re-encariñándonos con lo que ya tenemos. Buceando en las nuevas colecciones de otoño he escogido cuatro ideas que se repiten en algunas de las propuestas más interesantes que vimos encima de la pasarela. Todas ellas comparten la voluntad de añadir sorpresa y fantasía en las piezas más funcionales; también se aprecia un intento de establecer diálogos con siluetas y tejidos que durante años se consideraban incompatibles. En un mundo donde la polaridad lo está dividiendo todo, los diseñadores se esfuerzan en mantener vivo el diálogo entre opuestos, acentuando los contrastes y la riqueza del encuentro entre lo dispar.
Los colores neutros, que han dominado las últimas temporadas: gris, marrón y beige, se salpican y contrastan con notas de rosa, lavanda y verde. Al igual que ocurre en el interiorismo, donde la teoría del color inesperado puede transformar un espacio, con mezclas de tonos convencionales con otros más raros logramos llegar a combinaciones de ropa inusuales. Ya ocurrió este invierno con la ubicua tendencia de las medias rojas. De pronto, volvimos a vestir todos los pequeños vestidos negros que teníamos en el armario desde un nuevo punto de vista. En las colecciones del próximo otoño de Dries Van Noten y Prada es donde hemos encontrado algunas de las combinaciones de colores más inspiradoras. “Creo en el poder del color. Tiene la capacidad de elevar y transformar” reflexionaba el diseñador belga.
El denim, particularmente en su color añil original, más o menos lavado, se declina en mil y una variantes y se combina con prendas elegantes ofreciendo ese contraste que desde hace décadas es infalible. Tras algunas temporadas en las que ha prevalecido su lado más callejero, ahora se busca un efecto chic. Fue en 1998 cuando, por primera vez y de forma absolutamente casual, el denim debutó en la portada de Vogue junto a una prenda de alta costura firmada por Lacroix. A la modelo, Michaela Berçu, la falda no le entraba y la estilista, Carlyne Cerf de Dudzeele, conocida precisamente por su amor por combinar prendas de lujo con piezas más urbanas, la enfundó en un par de jeans. “Me encantan los tejanos. Son parte de la vida real. Todo el mundo los lleva todo el rato”, explicaba en una entrevista. La editora Diana Vreeland los adoraba: “son la cosa más bonita desde la creación de la góndola”. Y a Yves Saint Laurent le hubiera gustado inventarlos: “tienen todo lo que deseo en mis prendas: expresión, modestia, encanto sexual y sencillez”.
Tras varias temporadas en las que la ropa interior, con sus transparencias y encajes, ha pasado al exterior, en parte como gesto para reivindicar ese cuerpo femenino que Instagram censura, los tejidos translúcidos toman nuevas dimensiones. Arrancan la tendencia Prada y Carven este verano, con prendas etéreas y transparentes que se combinan con piezas más estructuradas, y la evolucionan Undercover, Dries Van Noten o Cecilie Bahnsen, que superponen su ligereza con piezas más pesadas, camiseras o de punto creando un interesante diálogo entre lo liviano y lo pesado, la tradición y la evanescencia. Me encantan las texturas que se generan cuando en Dries Van Noten combinan un cuerpo transparente encima de una camisa. Justo ahora en París el Museo de Yves Saint Laurent expone “The diaphanous creations of Yves Saint Laurent”, una muestra dedicada al uso pionero que este creador hizo de los tejidos translúcidos como el chifón, el encaje o el tul a partir de los años sesenta. No es casualidad pues la oda a la transparencia de Vaccarello para Saint Laurent.
El efecto coquette, o pon algo de magia en tu vida, se hace eco en las pasarelas. Las prendas de carácter utilitario se embellecen con efectos inesperados, como la gabardina de Cecilie Bahnsen con flores troqueladas que muestran un reverso plateado, la falda de piel de Bally con mil y una tachuelas o el vestido de Prada lleno de lazos. Y a los estilismos de diario se les añade un toque de fantasía y brillo, una estrategia sobre la que se construyó la maravillosa colección de Undercover. Me fascinan los tutoriales que me enseñan cómo transformar unas zapatillas de deporte en una pequeña fantasía (aquí uno, aquí otro). Porque en los próximos meses, mientras navegamos tiempos de incertidumbre, quizá la mejor manera de sobrellevar esta cotidianidad extraña sea convirtiendo cada día en una pequeña fiesta