¿Qué hay de nuevo? La columna de Estel Vilaseca para VEIN
Era primeros de diciembre y ya hacía algunos días que en el correo empezaban a acumularse propuestas navideñas de todo tipo: tiendas temporales, colecciones especiales, nuevos lanzamientos… abro el de Marlota. En la imagen hay una vela en la que está escrito “Less is enough”. ¿Es posible vivir lejos del exceso, de la acumulación sin sentido, regresando a la esencia? Como siempre es necesario contextualizar. Para aquellos que no tienen prácticamente nada, esta frase podría ser una broma pesada, mientras que para los que ya tenemos todas nuestras necesidades básicas cubiertas, cobra sentido, sobre todo cuando empezamos a ver que tener más no siempre es sinónimo de mejor. Busco en internet. Existe un libro con este mismo título: “Menos es suficiente” firmado por Pier Vittorio Aureli que reflexiona entorno a los peligros ideológicos que puede acarrear las lecturas de la famosa sentencia “Menos es más” atribuida al arquitecto Mies Van der Rohe para llegar a la siguiente conclusión: “Mientras la economía solo puede evaluar la riqueza social en términos de más – es decir, más desarrollo y más crecimiento – decir menos es suficiente es un intento de definir una forma de vida que vaya más allá tanto de las promesas de crecimiento de la retórica amenazante de la escasez (…) cuanto menos tengamos en términos de posesiones, más seremos capaces de compartir. Decir suficiente (en lugar de más) significa redefinir lo que realmente necesitamos para vivir una buena vida”.
Vela «Less is enough» de Marlota
Algunos días después de cruzarme con esta frase, la agenda me llevó a CUS, el proyecto de moda sostenible de Ariadna Zalacain. Esta firma pionera en el ejercicio de la práctica de moda sostenible escribió en mayo de 2022 un nuevo capítulo en su historia y abrió su bonito espacio de “transparencia radical” en la calle Sèneca de Barcelona. Su fundadora, que hasta la fecha llevaba su proyecto con las inercias y los procesos tradicionales decidió dar un giro a su emprendimiento y simplificarlo. Para ello montó una tienda-taller en la que un pequeño equipo produce una cantidad limitada de prendas, básicamente el máximo que cuatro manos pueden producir y que abastecen a sus tiendas más fieles, la mayoría en el extranjero. En ese momento de cambio, Ariadna intentaba dar respuesta a una pregunta que le parecía importante “¿Existe otra manera de crecer que no sea en cantidad?”. Esta cuestión me llevó mentalmente al título de otro libro que en su día recomendó Kavita Parmar, diseñadora y activista, en una ponencia de moda sostenible en la que se hablaba de los límites planetarios: “Lo pequeño es hermoso”, un libro de 2011 en el que su autor, Ernst Friedrich Schumacher, se hacía otras preguntas similares e intentaba responderlas ante la inminente crisis del petróleo: “¿Vamos a seguir aferrándonos a un estilo de vida que recientemente vacía al mundo y desbasta a la naturaleza por medio de su excesivo énfasis en las satisfacciones materiales, o vamos a emplear los poderes creativos de la ciencia y de la tecnología, bajo el control de la sabiduría, en la elaboración de formas de vida que se encuadren dentro de las leyes inalterables del universo y que sean capaces de altura las más altas aspiraciones de la naturaleza humana?”.
Paqui, a craftswoman, an artisan. A priviledge to have her as a maker of our garments. @cusbarcelona
¿Cuando es suficiente? La ensayista Katy Kelleher, que acaba de publicar “La terrible historia de las cosas bellas. Ensayos sobre deseo y consumo” volvía de nuevo a la idea que nos ocupa al ser preguntada a cerca del consumismo actual en una entrevista en eldiario.es: “Las personas compran demasiadas cosas porque creen que eso hará que sus vidas sean mejores, que los demás los respeten más. Constantemente nos están diciendo mentiras sobre nosotros mismos, que no somos suficientemente guapos, ni ricos, ni buenos. En el capítulo sobre la seda, escribo sobre el acto radical de tener suficiente. Mirar tus cosas y decir: “Ya tengo suficiente”. Es difícil hacerlo, ya que nuestra economía se basa en crear una sensación de carencia. Pero hay muchas formas de experimentar la belleza que no están monetizadas. Puedes disfrutar de cosas hermosas sin gastar un céntimo. Solo necesitas entrenar tus sentidos para apreciar el mundo que te rodea”. Esos mismos días, una carta a la directora de El País, se volvía viral: “Siempre hay una formación más, una hora más de trabajo, un deseo más que tachar en la interminable lista de sueños, etc. La era de la productividad se ha convertido en la de la insatisfacción. Jamás es suficiente, pero siempre faltan horas en el día”, escribía Lidia Ana Pérez Sánchez de Málaga.
Volver a lo importante puede ser un buen propósito para 2024. Y es que lo más valioso es lo que tenemos más cerca. Empezar por ahí es la forma más fácil de transformar el mundo. Serendipias de la vida, con esta columna prácticamente terminada, me llevé de regalo a casa una libreta de la exposición de Antonio López en la Pedrera (dura hasta el 14.01. Si no la habéis visto, ¡id a verla!), y al girarla me encontré con esta frase que me parece muy adecuada para cerrar el escrito: “Lo interesante ocurre cerca de ti y solo tienes que saber mirarlo”. ¡Feliz 2024!