Coincidiendo con el 76º aniversario de su muerte, recordamos a la autora que modernizó los viejos estilos de la literatura inglesa, atreviéndose a denunciar el papel supeditado de la mujer, y a escribir sobre su independencia y su sexualidad.
A Virginia Woolf le gustaba autodefinirse como la “hija de un hombre educado”. La expresión quedaría por siempre plasmada en su obra Tres Guineas, y tras ella se esconde un mensaje antipatriarcal con el que la escritora atacaba la situación de la mujer en la vieja sociedad victoriana.
Nació un 25 de enero de 1882, en el núcleo de una modélica familia burguesa como fruto del segundo matrimonio tanto de su padre como de su madre, ambos viudos. De su madre, Julia Prinsep Stephen, musa y modelo de los primeros fotógrafos y de pintores prerrafaelistas como Edward Burne-Jones, Virginia recibió su belleza. De su padre, Leslie Stephen, una extraordinaria biblioteca y dos medio hermanos que abusarían tanto de ella como de su hermana tras la muerte de su madre. Abusos que contribuyeron a desarrollar los problemas psicológicos de Virginia, en parte de herencia genética, y agravados con las sucesivas pérdidas familiares. A la temprana muerte de su madre en 1895, se le sumarían la de su hermana mayor Stella en 1897, la de su padre en 1904, y la de su hermano Thoby, núcleo central del Círculo de Bloomsbury, en 1907.
Propuesta por conocidas feministas y escritoras como Jane Marcus como la “madre de todas las batallas y discursos feministas” que hoy se producen, recordamos la figura de Virginia Woolf a través de 9 de sus obras en un año especialmente activo en la lucha por los derechos de la mujer.
1. Fin de Viaje, 1915.
Tras comenzar de manera oficial su carrera como escritora en 1905 con la publicación de su primer artículo anónimo en el Times Literary Supplement, Virginia Woolf publica Fin de Viaje, su primera novela, en 1915.
Denominada inicialmente con el nombre de Melymbrosia, el relato narra el viaje de autodescubrimiento de Rachel Vinrace abordo del barco de su padre por América del Sur.
La gestación de esta primera obra coincide con un periodo especialmente tortuoso en la vida de Virginia. A la pérdida en 1907 de su hermano Thoby, se sumaba el drama ante la separación de su hermana Vanessa, que contraía matrimonio aquel mismo año con Clive Bell. Tras la boda y el nacimiento del primer hijo de los Bell, Virginia y su cuñado iniciaban un romance que se prolongaría durante años, desatando los rumores entre sus amistades y abriendo una profunda brecha en la relación entre las hermanas. Se iniciaba entonces un movimiento alentado por su propia hermana ante la urgencia de “casar a Virginia”, que acabaría con la unión de Virginia con Leonard Woolf en 1912.
(1) Virginia Woolf y Clive Bell en la playa de Studland, 1909. (2) Virginia Woolf retratada por su hermana Vanessa Bell, 1912.
2. La Señora Dalloway, 1925.
“La señora Dalloway dijo que ella misma compraría las flores”. Con esta sencilla frase comienza la cuarta novela de Virginia Woolf, y con esta sencilla frase la escritora desmonta la estructura tradicional de la novela en un ejercicio de modernidad y vanguardia literaria.
Plagada de túneles temporales y haciendo uso del monólogo interior como recurso, la historia cuenta de manera coral las vivencias de una serie de personajes a lo largo de un día de junio en el Londres de entre guerras. Girando en torno a la figura de Clarissa Dalloway, personaje introducido ya en Fin de viaje, y a su ajetreada jornada ocupada con los preparativos de una gran fiesta, Virginia Woolf realiza un duro ataque contra la sociedad victoriana, su hipocresía plagada de falsas apariencias y contra el papel de “Angel protector” del hogar que se veían obligabas a representar todas las mujeres de la época.
“Mrs. Dalloway se ha ramificado en un libro; y presagio aquí que será un estudio de la lucidez y de la locura y el suicidio; el mundo visto por los sanos y por los enfermos, unos al lado de los otros… algo así”. Con estas palabras escritas en su diario, Virginia Woolf plasmaba las guías de la que será una de sus obras más completas y maduras.
(1) Julia Prinsep Stephen, madre de virginia Woolf, retratada en una obra de Edward Burne-Jones, 1866. (2) Virginia Woolf fotografiada por George Charles Beresford, 1902.
3. Al Faro, 1927.
Con Al faro, Woolf vuelve a poner en entredicho la institución familiar victoriana y su discurso patriarcal.
La obra gira en torno a una escena costumbrista y trivial, una jornada “idílica” de playa de la modélica familia Ramsay. Una historia de violencia en el seno de la institución familiar que Woolf crea recurriendo a los recuerdos de su propia infancia y de los largos veranos pasados en Cornualles, “Va a ser bastante corta; voy a tratar de construir la personalidad de mi padre lo más rotunda posible; y también la de mi madre; y St Yves; y la infancia; y también todas esas cosas normales que habitualmente trato de meter – la vida, la muerte, etc. Pero el punto central es la personalidad de mi padre, en la barca, recitando”, escribía en su diario.
(1) Fotografía de Leslie Stephen, padre de Virginia Woolf. (2) Faro de Godrevy, lugar de inspiración para la obra “Al faro” de Virginia Woolf.
4. Orlando: una biografía, 1928.
Abordando de manera pública temas tabús en la época victoriana como la homosexualidad y la sexualidad femenina, e incidiendo de nuevo sobre el papel reservado a la mujer por la sociedad, en Orlando: una biografía, Virginia Woolf realiza un brillante ataque contra los modelos tradicionales tanto sociales, como literarios.
La obra cuenta la fantástica historia del joven y andrógino Orlando a través de sus tres siglos de vida. Una burla contra el género biográfico, con la que Woolf divulgaba la libertad sexual y de género defendida por el Círculo de Bloomsbury. Siendo la mayoría de sus amistadas de tendencia abiertamente homosexual, también Woolf mantuvo a lo largo de su vida relaciones especialmente íntimas con mujeres como Violet Dickinson, Vita Sacville-West y Ethel Smith. Será precisamente Vita Sacvillle-West quien sirva de inspiración para la figura de Orlando, en lo que su propio hijo Nigel Nicolson no dudó de calificar como “la más larga y encantadora carta de amor de la literatura”.
A pesar de haber pasado casi 90 años desde su publicación, Orlando sigue poseyendo el mismo poder de atracción. Llevado al cine en 1993 de la mano de Tilda Swinton, en los últimos años ha sido motivo de inspiración para diseñadores como Palomo Spain, e hilo conductor de colecciones como la presentada por Burberry durante la Semana de la moda de Londres de 2016.
(1) Imagen de la colección del diseñador Palomo Spain inspirada en “Orlando”. (2) Modelo presentado durante el desfile de Burberry en 2016.
5. Una habitación propia, 1929.
Sobre la situación de la mujer, y especialmente de las mujeres que desean dedicarse a la escritura, gira este ensayo de carácter feminista en el que Woolf incluye su famosa frase “una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir novelas”.
La reivindicación de la autonomía económica de la mujer como antesala de su completa libertad creadora, independiente a la figura del varón, era especialmente delicada de defender en la patriarcal y misógina Inglaterra victoriana. La frase/sentencia en torno a la que gira el ensayo partía de las reflexiones y vivencias de la propia Virginia.
Será la muerte de su tía Caroline Amelia Stephen, y la herencia de una renta anual de 300 libras, la que le de a Virginia la independencia económica necesaria para su labor como escritora.
6. Las olas, 1931.
Las olas supone uno de los mayores experimentos literarios de Virginia Woolf. Haciendo uso de una estructura espacio-temporal fragmentada, la obra se desarrolla mediante el continuo hilvanado de monólogos interiores de sus seis protagonistas.
Para la construcción de los personajes, Woolf se sirve de las características de amigos y personas pertenecientes a su círculo más cercano, plasmando sus propias inseguridades y debilidades en el personaje de la tímida, retraída y acomplejada Rhoda. Existe un séptimo personaje, con presencia, pero no voz. Percival, un joven apolíneo que se da a conocer a través de las reflexiones y observaciones de los otros seis personajes, y del que se sirve la autora para resucitar el recuerdo de su desaparecido hermano Thoby.
Fotografía de Thoby Stephen, hermano de Virginia Woolf y el “Percival” de “Las olas”.
7. Los Años, 1937.
Los Años fue una de las novelas que más éxito cosechó en vida de la propia autora. En ella Woolf vuelve a centrar la trama en el núcleo de una tradicional familia burguesa de finales de la época victoriana, los Pargiter, narrando los diferentes conflictos políticos, económicos y sociales que atraviesan a lo largo de los años, desde 1880, hasta la “actual” década de 1930.
8. Tres Guineas, 1938.
Tres Guineas es un duro manifiesto feminista, antibelicista y antifascista, con el que Woolf intenta desmontar las políticas patriarcales que originaron la Gran Guerra del 14, analizando detalladamente la situación de discriminación de la mujer y su falta de poder y de influencia, derivado de la carencia de oportunidades tanto educativas, como profesionales.
Portada de las ediciones de “La Señora Dalloway”, “Una habitación propia” y “Tres Guineas” diseñadas por Vanessa Bell.
9. Entre Actos, 1941.
Cargada de dobles significados y mensajes ocultos, Entre actos recopila muchos de los temas que preocuparon a Virginia Woolf a lo largo de su vida, como su aversión a la guerra, las diferencias generacionales, sexuales y de clase, o las barreras y dificultades de comunicación existentes incluso entre personas que se entienden, comprenden y se aman.
La historia se desarrolla en una pequeña Villa de campo Inglesa, cuyos habitantes se encuentran ocupados en la organización de una función durante los días previos al comienzo de la Segunda Guerra Mundial.
Pocos meses antes de que fuese publicada, Virginia Woolf recreaba para sí, con la misma lírica con la que componía sus obras, la trágica y bella muerte entre las aguas de una Ophelia shakesperiana. Y el 28 de marzo de 1941, llenaba de piedras los bolsillos de su abrigo y se arrojaba a las profundidades del río Ouse. Como último escrito dejaba una nota de despedida dirigida a su marido en la que, entre temores a nuevos brote de locura, le confesaba, “Si alguien podía haberme salvado, habrías sido tú”.
(1) Interior de Monk’s House, la casa familiar de los Woolf en Rodmell. (2) Virginia Woolf fotografiada por Gisèle Freund, 1939.