El ARTE de Mari Quiñonero

24 / 07 / 2018
POR Anna Alfaro

Muchos creen que Mari es ilustradora pero Mari es ARTISTA y lo es así, en mayúsculas y con todas las letras. Anna Alfaro se mete en su casa…

 

En casa de Mari Quiñonero se está en la gloria. No se oye ruido a pesar de estar en Malasaña, la luz natural que se filtra por las balconeras del salón y estudio de la artista, es perfecta para trabajar, relajarse o disfrutar de cualquier cosa que desees hacer en el interior de casa. Un lugar tranquilo en el que se siguen los ritmos de la luz. Trabaja en casa (¡quién no lo haría en ese maravilloso lugar!) y lo hace acompañada de sus dos galgos, Manolo y Hugo, y la pequeñita. Elige trabajar en casa por el espacio pero también para tenerlo todo a mano. Sus lápices, todos sus colores, texturas, tejidos, materiales… Y sin duda, su pequeña familia perruna que la acompaña dentro y fuera de casa.

 

 

Muchos creen que Mari es ilustradora pero Mari es ARTISTA y lo es así, en mayúsculas y con todas las letras. Sus clientes finales son coleccionistas de arte o personas que directamente le compran obra de arte, a ella o a la Galería que la representa aquí en España, “Échale guindas”, un proyecto de María y Laura que nace del gusto por el arte y el diseño y que se ubica en pleno barrio de Las Salesas de Madrid. Ellas querían rodearse de cosas bonitas y acercarlas a todos los amantes del arte y lo consiguen trabajando con personas del talento de Mari; desde hace un año, a Mari también la representan desde y para Hong Kong y Japón, Petit Morpho Gallery.

 

 

Mari Quiñonero estudió Historia del Arte en Murcia y más tarde un Máster de Márqueting, ya en Madrid. Siempre hizo un poco de todo. Pintar, ilustrar, coleccionar cromos… De eso último surgió el collage aunque para ella, su experiencia con el collage siempre fue más que un “corta-pega”. Ella, con todas esas revistas antiguas que tenía en casa (su familia las coleccionaba en blanco y negro) cortaba, pegaba pero además dibujaba en aquellos huecos que le faltaban por rellenar y completar cuando no encontraba los recortes adecuados. Ahí y así empezó a dibujar. Un proceso natural, sin escuela, sin doctrinas, sin enseñanzas. Algo totalmente autodidacta y que no tiene que ver con técnicas ya que hay momentos en los que elige trabajar con los pasteles y otros en los que se vuelca por completo al trabajo con acrílicos o rotulador.

 

 

“No me quiero cerrar y quiero experimentar. No quiero que la técnica me coarte. Yo tengo una idea en mi cabeza y me da igual la técnica que vaya a usar. Lo importante y lo interesante (y sin duda lo que yo deseo) es que al final salga lo que llevo dentro, de un modo u otro”.

 

En su proceso de trabajo, Mari siempre se sienta con una idea.

 

“Cuando tengo la idea clara me pongo a trabajar como una loca y trabajo directamente sobre el lienzo. Lo mejor es que de esa prueba, ensayo y error van saliendo cosas que me gustan. No quiero que esos errores se descarten. ¿Qué es un error en realidad? Igual (de hecho muchísimas veces) en ese error hay también algo bonito y que ha salido directamente de mí”.

 

 

Su obra se vende los 365 días del año, dentro y fuera del país, únicamente crea obra original, no hace prints ni serigrafías. Colabora también con marcas con las que crea sinergias interesantes, como la llevada a cabo con Zubi recientemente diseñando para las hermanas una edición de Chicas del Turbante con estampados suyos. Este verano ha visto también la luz la colección para Maria Emes en la que ha creado 4 ilustraciones que se han estampado en prendas de la diseñadora. También muchos de sus encargos son para bodas, especialmente collages y Chicas del turbante, uno de sus grandes hits.

 

 

“Al principio me fastidiaba un poco porque era como si no se me relacionara con nada más y siempre he hecho muchas más cosas además de las chicas del turbante pero me reconcilié hace mucho con esto. Si a la gente le gusta, a mí también y sobre todo, porque al final Mis chicas me permiten siempre trabajar con diferentes materiales con los que experimento para cada turbante. No puedo cansarme porque al final es siempre distinto. Me siento muy agradecida”.

 

 

Esta semana Mari está en Bristol en The Other Art Fair y ha sido también seleccionada para su edición en Londres del próximo octubre cuyo título Not 30% y la obra de las 30 mujeres artistas seleccionadas, pretende defender la figura de la mujer dentro del mundo del arte, luchando para no seguir siendo ignoradas.

 

 

¿Y qué hace Mari cuando “no produce”? Trabaja para nutrirse. Investiga leyendo, acudiendo a exposiciones, viendo películas o series en Netflix, acude a exposiciones, recurre a sus referencias de sus estudios de Historia del Arte… son épocas en las que no coge papel ni lápiz y se centra en un trabajo más intelectual. Es una cuestión de personalidad y cuando se es inquieto, se busca y se investiga en cualquier lugar y rincón. “Leo todo lo que puedo pero supongo que es un poco la actitud de cada uno también en la vida, cada uno busca los sectores que le gustan y va aprendiendo”. Recientemente, Quiñonero ha estado leyendo mucho sobre Miró, algo que tiene mucho que ver con toda su investigación para su actual trabajo basado en figuras geométricas. También lee y devora todo sobre el mundo de pintores de vanguardia de París de hasta la Segunda Guerra Mundial.

 

 

Si piensas en Mari Quiñonero, sabes en qué y en quién estás pensando. Mari tiene un estilo muy propio. Su obra es sensible, detallista, femenina y emotiva. Es preciosa, sencilla pero cargada de significado, de sentimientos, de mensajes. Y quien posa su mirada en ella y la entiende, ha encontrado a su artista.

 

Texto Anna Alfaro y fotografías de Sandra Rojo para #VEINDIGITAL