Por lo visto, todo comenzó en los premios MTV de 2009, cuando Kanye West, el rapero-deluxe acusado en numerosas ocasiones de machista, interrumpió a la princesa country-pop tildada por algunos de «barbie elitista nazi», porque el premio que ella había recibido como mejor artista del año lo merecía Beyoncé. Lo que se rumoreaba es que él sentía celos porque alguna de sus canciones tenían más visitas que las de él, por ejemplo. También durante la última edición de dichos premios, Nicki Minaj manifestó su desacuerdo con las nominaciones y los premios que recibía Swift, pero esta vez sí mencionó específicamente cuestiones de raza. Y lo cierto es que en la cultura pop, el blanqueamiento continuo sigue siendo el síntoma más evidente de una sociedad que sufre la enfermedad de la desigualdad. Uno de los casos actuales más sonados es el de Hollywood, los Premios Oscar y y la muy escasa presencia entre los candidatos de gente de color frente a la de gente blanca.
Ahora el lío viene porque el marido de Kim Kardashian ha dedicado un par de versos a la cantante en su canción Famous, «I feel like me and Taylor might still have sex / I made that bitch famous» (Creo que Taylor y yo podríamos tener sexo. Hice famosa a esa zorra). En EE.UU. Es normal el uso de palabras como bitch, slut o cunt (perra, zorra o puta) y podría parecer que Kanye se habría dejado arrastrar ingenuamente por esa corriente arrasadora que socava la autoestima y la fama de tantas mujeres. Sin embargo, en 2012, tras lanzar el álbum Cruel Summer con la canción dedicada a su mujer, Perfect Bitch, al hip-hopero le surgieron algunas dudas que compartió en su cuenta de twitter en septiembre de ese mismo año:
«Normalmente no lanzo preguntas a través de tuits pero estoy luchando con esta así que aquí va… ¿Es la palabra BITCH aceptable? Para ser más específico ¿Es aceptable para un hombre llamar a una mujer BITCH incluso si lo hace en términos cariñosos? ¿Nos ha condicionado el hip-hop a aceptar esta palabra?«
Esas preguntas las lanzaba el rapero justo cuando el feminismo, heredero de aquel de los 90 o, incluso de los 70, comenzaba de nuevo a reapropiarse de las armas verbales que el machismo utiliza contra la mujer. El problema no es que llame zorra a Taylor, porque ¿qué es ser una zorra? el problema reside en la intención que le pone. Y eso le convierte en un flojo, porque, aun sabiendo todo lo que esconde ese gesto, lo hace ¿Y qué encierra esa palabra? una forma fácil de minar o, al menos intentarlo, la autoestima de las mujeres, su libertad sexual, la confianza en sí mismas y su capacidad para no depender de la opinión ajena.
Ahora Kanye dice que ya lo ha arreglado con Taylor, que cuenta con su bendición e, incluso, con la de su mujer. Pero el problema no radica en si ellas se lo reprochan o no, sino en que él utiliza sus palabras como armas discriminatorias que el sistema promueve para perpetuar la diferencia y la desigualdad entre hombres y mujeres, blancos y negros, ricos y pobres, heteros y gays, etc.
