La pintora de lienzos florales en el siglo XIX: el mito de la artista ‘’perfecta’’

28 / 08 / 2019
POR Andrea García

Casta, sensible, delicada… son características que, atribuidas a las mujeres en el siglo XIX, desencadenaron una moda frenética por la pintura femenina especializada en la representación de flores.

Retrato de Eva Gonzalès. Édouard Manet. 1870.

 

La historia del arte ha sido machista a lo largo de los siglos. Por ejemplo, durante el siglo XIX el arte occidental sufre una importante regresión en materia de igualdad de género. Las flores se van a convertir en protagonistas de muchos cuadros hechos por mujeres. De hecho, algunas artistas enfocaron su trayectoria artística hacia la pintura floral de forma exclusiva. Sin embargo, en otras centurias las pintoras también trabajaron otros temas, como las escenas religiosas y los retratos. A través de los siguientes tres puntos descubriremos qué sucedió en la época decimonónica para que se originara esta particular moda.

 

1. Las artistas tuvieron prohibido observar personas desnudas

El Apolo Dameriano. Escuela británica. 1789.

 

Así es. En el siglo XIX, las artistas tuvieron prohibido ver a personas desnudas o semidesnudas porque se consideró una falta a su pureza natural. De este modo, los teóricos misóginos venidos de la filosofía, el arte y la ciencia argumentaron que las mujeres se corrompían si observaban la desnudez masculina o femenina, convirtiendo su ideario en una verdadera ley. Ya en 1789 se comenzó a palpar el descontento prácticamente generalizado hacia las artistas que se atrevieron a crear desnudos, aunque fuera con sus propios medios como la copia de ilustraciones o de esculturas. Es el caso de la escultora Anne Seymour Damer porque en mencionado año un grabado satírico la representa esculpiendo al dios Apolo mientras contempla una escultura griega de la deidad. ¿Ves que El Apolo Dameriano está muy mal concebido, con un cuerpo asexuado y una pose absurda? Por supuesto, la artista realizó esculturas excepcionales, pero la crítica misógina del arte tuvo que frenar su éxito de maneras tan denigrantes como la descrita.

En el estudio. Marie Bashkirtseff. 1881.

 

Pese a que se fundaron muchas academias y escuelas solo para artistas femeninas en esta centuria, todas ellas impidieron que las mujeres estudiaran la anatomía humana. En las instituciones mixtas, las artistas tampoco pudieron asistir a las clases del natural, es decir, con modelos femeninos o masculinos de carne y hueso. A finales de siglo y gracias al progreso del feminismo, algunas escuelas permitieron que las mujeres acudieran a clases del natural, pero el modelo solía ser un niño o una niña, tal y como atestigua el óleo En el estudio de la pintora Marie Bashkirtseff (1881). Por tanto, las artistas tuvieron vedado el acceso al cuerpo adulto.

 

2. ¿Qué sucedió al impedir que las mujeres observaran desnudos? El éxito de la naturaleza muerta con flores.

La anatomía de los hombres y las mujeres adultos debía conocerse si una artista quería especializarse en los temas alegóricos, históricos y religiosos. Las representaciones de este tipo integran figuras desnudas o con poca ropa. Dadas las restricciones, la mayoría de las pintoras y escultoras tuvieron que consagrarse a otros temas avalados por el sistema, por ejemplo, los retratos y las escenas cotidianas. Puesto que nos interesa más hablar de las pintoras, el tema que más se impuso fue la naturaleza muerta.

Interior con una joven que calca una flor. Louise Adéone Drolling. 1824.

 

La naturaleza muerta representa seres y objetos inanimados, si bien las mujeres fueron orientadas a una clase de naturaleza muerta protagonizada por flores de distintas clases que se agrupan en un gran florero. Se trata de una imposición sutil por parte del patriarcado, pues en el siglo XIX la mujer perfecta era pura, casta, maternal, sensible y delicada. Por esta razón, se fomentó la naturaleza muerta porque requiere de una gran meticulosidad y paciencia, pensándose que esas eran cualidades innatas de las mujeres. El hecho de utilizar las flores como motivo habitual se liga a que estas son consideradas atributos femeninos desde antaño. Si nos remontamos a la mitología de la Antigua Grecia, la diosa Afrodita tiene una rosa como símbolo identificativo y se ha gestado una larga tradición que relaciona a las mujeres con las flores.

El retrato de la pintora Eva Gonzalès realizado por el pintor Édouard Manet es un ejemplo ilustrativo que sirve para ver que la naturaleza muerta con flores fue un tema considerado femenino y perfecto para las artistas. Curiosamente, Gonzales se orientó a la pintura de sucesos diarios, sobre todo escenas en el interior de los hogares. El afán del machismo para imponer la naturaleza muerta con flores llevó a que el crítico de arte Leon Lagrange arguyese que las mujeres necesitaban centrarse en pintar retratos, miniaturas y cuadros de flores, pues eran los temas más adecuados a la personalidad femenina. Esto aconteció en los años sesenta de la centuria decimonónica, pero no significa que antes no existieran tales recomendaciones. En 1824, la pintora Louise Adéone Drolling pintó Interior con una joven que calca una flor para reflejar el interés de las mujeres por las flores en el arte.

Naturaleza muerta con nido de pájaros y rosas. Mary Ensor. Fecha desconocida, aunque como referencia la artista nació en 1863 y falleció en 1897.

 

A pesar de que la crítica feminista del arte intentó que las pintoras evadieran la naturaleza muerta para no caer en la trampa del patriarcado, hubo algunas pintoras excelentes de naturalezas muertas en pleno siglo XIX. Una de ellas fue Mary Ensor, pues practicó el movimiento impresionista. Esta corriente artística permitió que los pintores y pintoras pudieran salir con sus paletas, papeles y lienzos al aire libre, ya que antiguamente los pigmentos no se conservaban bien en el exterior y las obras finales se ejecutaban en los estudios artísticos. Gracias a la contemplación directa de la naturaleza, Ensor pintó nidos de aves como el mirlo adornados con flores bajo un estilo de arte muy en boga en Francia.

 

3. ¿Han privilegiado las pintoras la naturaleza muerta en otras épocas? ¿Pudieron trabajar otros temas con mayor libertad que en la Edad Contemporánea?

Para responder a la primera pregunta, lo cierto es que no. La naturaleza muerta, incluso la que representa flores siempre fue cultivada por pintores y pintoras desde que comenzó la moda en la Edad Moderna. Por tanto, la proporción entre aquellas que pintaron naturalezas muertas y las que se centraron en otros temas es más bien igualitaria. La enorme misoginia del siglo XIX, rearmada para luchar contra el feminismo incipiente, fue la clave para las numerosas prohibiciones y recomendaciones tediosas que tuvieron que soportar las mujeres en todo tipo de ámbitos.

Naturaleza muerta floral. Rachel Ruysch. 1726.

 

La historia del arte anterior, aunque machista, no fue tan constrictora. Las naturalezas muertas se convirtieron en un tema muy exitoso en el siglo XVII. Los artistas y las artistas del periodo Barroco llegaron a enriquecerse con estas obras de arte que muchas veces tienen un significado moralizante, científico y, a veces, desconocido. En el caso femenino, hubo pintoras de naturalezas muertas con un enorme renombre y especializadas en las flores, pero vamos a destacar la figura de Rachel Ruysch. Fue una pintora flamenca cuyos hermosos y suntuosos lienzos florales comunican su virtuosismo técnico e igualmente la capacidad de transmitir conceptos y emociones. Véase su Naturaleza muerta floral, donde algunas de las rosas se marchitan cayendo del jarrón en una habitación penumbrosa. La fugacidad de la vida y la desolación pueden percibirse en cuadros como este, pero también la gran variedad de insectos que se aprovechan de vivir en torno a las plantas con flores. Las mariposas revolotean y están dibujadas con un detallismo científico.

Betsabé bañándose. Artemisia Gentileschi. 1650.

 

Sin embargo, otros temas no estuvieron directamente prohibidos para las artistas, independientemente de que se dedicaran a la pintura o a la escultura. De esta suerte, aquí responderemos a la segunda pregunta. Se aceptó que trabajaran temas históricos y religiosos, a pesar de que incluyeran desnudos. El ejemplo más recurrente reside en la pintora Artemisia Gentileschi, pues su recorrido concentra obras de arte alegóricas, históricas y religiosas. Así, los óleos Alegoría de la Inclinación (1615), Cleopatra (1620) y Betsabé bañándose (1650) simbolizan un asunto alegórico, es decir, la personificación de la inclinación entendida como el talento, un pasaje de la historia antigua y un personaje del Antiguo Testamento, respectivamente. Esto no significa que la época de Gentileschi fuera más tolerante que hace doscientos años. Empero, sí es cierto que algunas normas machistas se consolidaron tras reafirmarse el patriarcado en la Edad Contemporánea, a la par que se fortaleció el feminismo tras una tradición de varios siglos.