No me toques el pelo y punto

18 / 03 / 2019
POR Antonina Cupe

El cabello afro despierta admiración y curiosidad. Sin embargo, nadie debería tener que explicarte que es inaceptable abordar el cabello de un desconocido solo porque te llame la atención. 

 

Fotograma del videoclip «Cranes in the sky» de Solange.

 
Tener el cabello afro implica llamar la atención. Es algo que todos los que tenemos este tipo de cabello hemos aprendido a asumir. Sorprende el volumen, el espesor, la textura o cómo parece desafiar la gravedad. Personalmente, he escuchado a gente comparar mi cabello con una esponja, alabar su posible función como almohada, quejarse de que les quito visibilidad si estoy sentada delante o cómo es una pena que con tanto pelo no se me vea la cara –no estoy para nada de acuerdo con esto–. Sin embargo, pese a que entiendo la admiración o curiosidad que pueda despertar, considero inaceptable que un extraño, y me atrevería a incluir conocido, se crea con derecho a tocarme solo porque le llame la atención. Prefiero no hablar de cómo la gente hace comentarios en voz alta creyendo que, por alguna razón, no les puedo oír. Lo mismo ocurre con las trenzas, las rastas o con prácticamente cualquier peinado que luzca una persona negra.
 
Antes de tocarle el pelo a alguien, deberías preguntar y, sobre todo, aceptar que la persona rechace tu propuesta si no se siente cómoda. Yo he tenido que soportar que extraños aborden con sus manos mi melena sin previo aviso. Yo no sé qué has tocado o dónde las has metido y normalmente no me importaría, pero si te atreves a tocarme con ellas, tenemos un problema. Cuando encima te ofendes porque consideras mi reacción exagerada, me planteo gritarte, darte una lección de civismo o dejarlo estar –el 90% de las veces suelo dejarlo estar porque no tengo madera de educadora–. ¿Por qué tanta sensibilidad? Solo es pelo. Bueno, me temo que es mucho más. Cuando le tocas el cabello a una persona negra como si estuvieras en el zoo, la haces sentir diferente, contribuyes a esa noción de otredad que bien reflejan términos como «exótico» que en pelo siglo XXI deberían estar desterrados. 
 
Numerosos autores han abordado la experimentación del cuerpo de las minorías. En el caso de la diáspora africana, el cabello tiene una carga simbólica e histórica que no podemos obviar y que impacta mucho en la estética y en la relación que tenemos con el mismo. Y es que la textura del cabello se ha utilizado a lo largo de la historia como un potente indicador racial. En Sudáfrica, durante el apartheid, una prueba para determinar la raza de los ciudadanos era la del lápiz. Se introducía un lápiz en el pelo de la persona, si éste caía era porque era blanco, si caía al agitar la cabeza, era “coloured” (de color o mestizo) y si no caía, era negro. El cabello podía determinar así tu rol en la sociedad sudafricana y por lo tanto, tu calidad de vida.  En el documental “400 years without a comb” (1973), Willie Morrow analiza la historia del cabello afro desde la llegada de los esclavos a tierras hoy estadounidenses. El cabello y, sobre todo, las técnicas de peinado y estilismo de la población negra hasta nuestros días. se convierten en un fiel reflejo de la expropiación cultural, del aprendizaje y de la asimilación a la que se enfrentaron.
 
En la obra Peinando diferencias, bregas de pertenencia: el alisado y el llamado “pelo malo” de Isar P. Godreau, se nos proporcionan ejemplos de toda una nomenclatura existente en Puerto Rico para categorizar tipos de cabello, como el término  “pelo pimienta” o “pelo malo”. La autora desvincula el alisado a un problema de autoestima o al deseo de ser blanco.  El cabello liso es para la mujer negra una forma de reivindicar ese mestizaje del que es fruto Puerto Rico y que no es visible en su piel. Aunque no hay un único canon de belleza, el país se aleja lo máximo posible de la negritud y hace del mestizaje su símbolo identitario. El alisado es además, en muchas ocasiones, una técnica de embellecimiento necesario en el ámbito laboral si se quiere cumplir con expectativas arraigadas en cuanto a la estética en el trabajo. Cabe destacar como en los últimos años, numerosos movimientos a favor del cabello natural, están cambiando mentalidades y rompiendo con estereotipos.
 
No tienes por qué estar al tanto de nada de esto, pero si debes saber que es una falta de educación de la que personalmente estoy harta. Mi consejo es que admires desde la distancia y, si eres capaz, con disimulo. Yo veo a chicas con largas melenas lisas a diario y no me permito acariciarles como lo haría con un caballo solo porque la textura de su cabello es diferente a la mía. Si sientes curiosidad, ahí tienes internet, un pozo sin fondo de información abierto 24 horas al día, 365 días al año.