La cantante presenta ‘Amadora’, nuevo disco en el que ahonda en diversos conflictos, desde la prevención al suicidio hasta la relación materna o las amistades. En #VEINDIGITAL hablamos con ella.
Amadora se enfrenta a diversos conflictos, como la vida misma. Una persona que se dedica a amar, con la consecuencia que produce a veces. “Cuando he tenido la certeza o intuición de que amar de esa manera tiene un coste, cuando he sentido que podía contar un poco esa historia del coste de ese amor incondicional es cuando lo he armado”, explica sobre su disco Miren Iza, mayormente conocida como Tulsa. La vasca se encuentra feliz y con una alegría plena ante ‘Amadora’. Un álbum de estudio conformado por diez canciones que narran las vivencias de una figura externa a la artista, aunque bebe de algunas experiencias propias. Amadora es una mujer que sufre las diversas facetas que tiene el dolor, y lo hace dando voz de una manera melódica que traslada, y, sobre todo, traspasa logrando emocionarte ante el inminente cambio.
¿Cómo te sientes tras lanzar tu nuevo disco?
Estoy muy contenta, y experimentando una alegría bastante plena. Me cuesta ver las cosas sin fisura alguna o con algún aspecto que me gustaría tocar, pero en este caso tras el estreno de teatro también me he sentido muy plena. El quitarme un peso de encima, después de mucho trabajo y recolocaciones, ver que ya ha salido todo bien. Es una cosa menos que sabe muy bien.
Comentas que ya has estrenado la obra musical en el Festival de Otoño, ¿qué esperas de ella?
Esperamos que haya una prolongación de vida, que se dé una gira. Aún está por marcar, pero también es como que se acaba una etapa de preparación, de incertidumbre, el ver si se podía levantar el proyecto o no… Toda esa fase tan bonita, pero tan insegura y frágil. Me he quedado bastante feliz y esperando a ver qué ocurre, ya que digamos que esta parte ya no depende de mí. (sonríe)
Acabas de estrenar proyecto, ¿cómo llegaste a ‘Amadora’?
El nombre de ‘Amadora’ lo tenía ya como anotado en varias libretas que voy teniendo, y viene a raíz de la ciudad portuguesa. Hay una ciudad en Portugal, al lado de Lisboa, que se llama Amadora y me parecía un nombre bonito y muy resignificable. Como persona que se dedica a amar me parecía muy potente, pero no lo tome hasta que no se ha cargado de un contenido significante. Toda esta idea viene antes del disco anterior, y cuando he sentido que tenía aquello que cuadraba no ha salido.
Entonces, cuando he tenido la certeza o intuición de que amar de esa manera tiene un coste, cuando he sentido que podía contar un poco esa historia del coste de ese amor incondicional es cuando lo he armado.
Comentaste en una entrevista que “en el proceso de hacer una canción hay parte de resolución de un conflicto”, ¿has sentido esto con algún track?
Sí, muchos (se ríe) Creo que cada canción en cierta manera intenta afrontar un pequeño conflicto. En este disco hay sin duda un conflicto que pongo fuera, pero que está también muy dentro. Yo he pasado esa transición de llamarme chica a señora, luego el usted. Entonces, a veces te cuestionas esas cosas que haces, entrecomillas, de señora y las que no. Así como cuál era el mandato que a mí me llegó como herencia, cuál era mi legado y cómo me comporto ante esto… Esa consigna un poco de la vía materna, aunque es social.
Estamos ante un conflicto muy potente central, el cual dispara el disco, pero que luego se abre en bifurcaciones de cuestionamientos diversos. Desde qué punto las amigas son importantes o la relación con la madre hasta qué vías de resolución se pueden encontrar, el reprimirse o dejarse llevar que se saborea en ‘Melocotón’, el suicidio en ‘024’… Está repleto de conflictos.
Hablando de ‘Melocotón’, escuchamos que ahondas en la destrucción de un yo previo para asumir una nueva mirada. ¿Cómo fue dar voz a este pensamiento?
Todo el disco ha sido muy placentero de escribir, también porque había como una especie de auto mandato interno. Era como una especie de encargo interno. Entonces, estoy hablando de experiencias de Amadora, no mías, aunque haya cosas de mí. Y en el caso de este tema quería que fuera como ese momento de fuga, esa necesidad de hacer una mudanza de piel. Amadora tenía que dejarse de reprimir, principalmente porque reprimirse se atasca en los músculos y por ello duele el cuerpo. Veía necesario esto para que se dé después el cambio.
Mudar de piel, evolucionar… ¿Qué sientes ahora si escuchas tu EP ‘Tulsa’ de 2006?
No lo escucho, me parece que es un poco de otra persona. Lo podría escuchar porque ya tengo esa distancia suficiente, no, pero me da un poco de cosa. Yo qué sé, es que es que lo miro como si viera fotos de la primera comunión (se ríe).
Me parece bonito destacar esa inconsciencia en este primer proyecto, y no contaba con que se diera esta continuidad. Me gusta remarcar que si hay un seguir andando. No lo habré pensado, no habré seguido una estrategia o no ha sido como el plan, pero ha salido así. Hay que reconocer, que es celebratorio verlo.
Amadora vive diferentes facetas del dolor, ¿cómo ha sido abrazar esa emoción?
No me ha costado, no ha sido tormentosa. Y creo que es porque me encontraba en un momento tan feliz, a gusto componiendo y produciendo junto a Ángel Lujan, y, sobre todo, jugando tanto. Ha sido la única manera de abordar este proyecto. En realidad, ahora que lo pienso, creo que, sino el disco habría sido muy oscuro, probablemente muy difícil de soportar.
Entonces, creo que hay una compensación de la temática con la envoltura musical que proviene de que estoy genial. En otros momentos en los que he estado más baja, pues a lo mejor no era el momento de hacer este disco, creo que este disco se tiene que acometer con cierta fortaleza y distancia, incluso humor.
‘No quiero hacer historia’ fue el primer adelanto de este disco, ¿qué hizo que este track fuera la primera muestra de ‘Amadora’?
Fue la primera canción que compuse del álbum, y me parece que se que sienta muy bien las bases de lo que va a ser la historia de la protagonista. Una especie de declaración de intenciones, y podría ser el resumen de todo el disco y de lo que se respira ahí. La historia de esta mujer.
Y como cierre de proyecto escuchamos ‘La estrella’
Tenía mucha pinta de final, es una canción que viene de otro proyecto y que finalmente no se llevó a cabo. Si quedaba como un último grito al cielo, y que podía resumir un poco las bases del cambio. Igual que el primer adelanto introducía al concepto del proyecto, con este track sentía que reunía ese final.
La base electrónica le daba ese erotismo que ella va descubriendo, con esa estructura que es bastante loca e inusual. Es el resumen perfecto, y un punto de partida digamos.
Te preguntaron hace poco que el cierre de ‘Ese Éxtasis’ era como un inicio a ‘Amadora’, ¿puede tratarse de un nuevo camino tras este proyecto?
Me gustó mucho ese enlace que encontraron entre ‘Yo no soy Penélope’ y lo que venía con ‘Amadora’. Había una especie de grito de cambio del orden social, en términos de roles de género. Por ejemplo, Penélope deja de esperar y se declara mujer no disponible. Parecía que ahí empezaba un “run run”, de querer escribir otro tipo de personaje y otro tipo de mujer. He escrito mucho de desamor y ahora ya me parece lo más ridículo que pasa con los discos antiguos. Esa idea del amor… La idea idealizada de lo romántico creo que ha sido una trampa muy brutal para las mujeres.
Ante esto, no sé qué será lo siguiente, pero me ha gustado mucho este viaje que he hecho.
Para finalizar, ¿cuál es el mensaje que traslada Amadora?
Sin duda, Amadora es la descripción de un personaje que a través del dolor se permite cambiar.
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