La ceramista mexicana traduce en sus objetos ecosistemas invisibles al ojo humano.
Guadalupe Quesada, es una artista plástica mexicana con base en CDMX, que ha vertebrado su carrera especializándose en la creación de piezas que se inspiran en ecosistemas y organismos vivos invisibles al ojo humano. Ella los traduce en cerámicas con estructuras fractales que no dejan de reproducirse en formas y colores. Guadalupe además de ser ceramista y haber fundado en 2023 su propio taller, es la creadora de Terrestre, una marca de floreros hechos a mano, y gestiona dos programas de residencias en CDMX, donde acoge a artistas multidisciplinares Casa Lü y El Sur lugares donde se da la oportunidad de entrar de lleno en la cultura mexicana a través de distintas disciplinas.
¿Qué encuentras en las formas de la naturaleza como para desarrollar un lenguaje acorde a ella?
Lo que más me inspira de la naturaleza son los organismos y ecosistemas que no puedo ver con mis propios ojos, a los cuales solamente tengo acceso gracias a la tecnología: imágenes que encuentro en internet del fondo del mar, criaturas microscópicas, tumores, hongos, entre otros. Me apasiona pensar en los infinitos seres y mundos que existen y no conocemos, ya sea por la falta de tecnología o incluso por nuestras limitaciones sensoriales. Esto me lleva a reflexionar sobre las percepciones, cómo cada ser tiene una capacidad distinta de percibir su entorno, y cómo un mismo objeto o lugar se puede transformar en tantas versiones como el número de perceptores.
Además de ser ceramista tienes tu propio taller y gestionas un par de programas de residencias destinado a artistas de múltiples disciplinas. Primero: ¿de dónde sacas tiempo para tanto? Y segundo ¿en qué se basan y qué se puede desarrollar allí?
Sí, además de hacer esculturas en cerámica y dar clases, tengo una marca de floreros llamada Terrestre. Todas son piezas únicas modeladas y pintadas a mano por mí. También tengo dos programas de residencias para artistas: Casa Lü, que inauguró en 2017, y El Sur en 2021. Ambos programas son muy similares; hospedamos artistas de distintas nacionalidades y disciplinas, sin importar su trayectoria artística. Lo que nos interesa es que sean personas comprometidas con su práctica, que busquen crecer y aprender. Durante el programa, les ayudamos a desarrollar sus proyectos, acompañándolos de manera técnica y conceptual. También organizamos paseos a estudios de artistas locales, museos y galerías para compartir nuestra cultura y mostrarles la escena artística contemporánea de la Ciudad de México. Por último, al final de su estancia, les organizamos una exposición para que compartan el trabajo que realizaron con nosotros. Me da mucha satisfacción ver a nuestros artistas en residencia tan contentos, inspirados y llenos de nuevos aprendizajes.
Trabajar en mis proyectos es lo que más me gusta hacer, por eso les dedico la mayoría de mi tiempo, incluso los fines de semana; siempre estoy trabajando o pensando en maneras de mejorar. En el estudio de cerámica trabajo sola, pero en las residencias tengo un maravilloso equipo que me ha ayudado enormemente a crecer y mejorar el proyecto. Sin ellos, no seríamos lo que somos hoy, en especial mi hermano y socio Vicente Quesada.
Tus piezas tienen un carácter científico y a la vez fancy (como la propia naturaleza mirada por un telescopio), se descubre algo nuevo cada vez que se miran. ¿Cómo es el proceso de desarrollarlas? Desde que nace la idea hasta que entra en el horno?
Primero encuentro un tema que me inspire, por lo general es algún elemento de la naturaleza o una imagen que encuentro en internet. Después hago un boceto sencillo, simplemente para darme una idea de la forma que quiero construir. Por lo general, la pieza final no se parece mucho al boceto, ya que voy teniendo nuevas ideas e improvisando sobre la marcha. Al terminar la forma, elijo los colores. Al mismo tiempo que voy creando la obra, reflexiono sobre lo que significa para mí. Por lo general, tiene algún tipo de relación con lo que estoy viviendo en ese momento. Voy encontrando pistas en mi cotidiano, algún libro, experiencia o conversación. Puedo tardar semanas o incluso años en encontrar el significado, pero cuando aparece, normalmente lo hace con algún tipo de aprendizaje que me ayuda a conocerme mejor o comprender el mundo que me rodea.
Y de todas las partes del proceso ¿cuál es tu favorito? El qué más te enriquece.
Sentir el barro entre mis manos, ya sea al prepararlo o al modelar las piezas, me relaja mucho. También disfruto abrir el horno con piezas esmaltadas; la anticipación es muy emocionante y me divierte el elemento sorpresa cuando los colores son revelados.
¿Siempre te dedicaste a la cerámica o hubo algún oficio antes? Bueno, ¿cómo llegaste a ella? ¿Qué fue lo que motivó el flechazo?
Empecé pintando en París y me inscribí en un curso especializado en ayudarte a postular a las universidades de arte. Mi técnica no era muy buena y durante una revisión de portafolio me dijeron que nunca sería aceptada en la universidad con ese trabajo, pero vieron algo interesante en una maqueta que hice y me sugirieron explorar la escultura. Preparé un portafolio con solamente esculturas hechas en papel maché y fui aceptada en la Escuela de Bellas Artes en París, donde estudié 5 años. La universidad ofrecía varios cursos y como me sentía un poco perdida, decidí inscribirme a todos: fotografía, carpintería, herrería, animación, entre otros, pero solamente el taller de escultura en yeso me llamó la atención. Pocos meses después de eso, entré al taller de cerámica y en cuanto toqué el material supe que estaba en el lugar correcto; se volvió mi técnica principal y mi pasión.
¿Hacia qué espacios te gustaría que se dirigieran tus piezas?
A hogares donde traigan alegría e inspiración a quienes las vean, y si algún día llegan a algún museo estaría muy bien. También me encantaría hacer esculturas gigantes en espacios públicos. Pero mi mayor sueño es comprar un terreno con vista a las montañas y construir esculturas monumentales. Crear mi propio universo, un espacio inmersivo en el que los espectadores se sientan transportados a otra realidad. También me gustaría invitar a otros artistas a colaborar en este proyecto.
Algún proyecto que estés desarrollando o algún plan futuro que quieras compartir.
Estoy trabajando en una nueva serie de esculturas en la que, por primera vez, no me he inspirado en la naturaleza, sino en objetos realizados por el ser humano, en el arte tibetano y en objetos sagrados que fotografié en monasterios y templos budistas durante un recorrido por Ladakh. Aún no encuentro el significado de estas piezas, pero me emociona mucho el proyecto, ya que estoy utilizando formas que nunca había hecho antes. Me siento muy orgullosa de los resultados.
Un sueño que ya hayas cumplido o que te quede poquito.
El año pasado cumplí dos de mis más grandes sueños: un viaje de tres semanas en Ladakh y la construcción de mi propio estudio de cerámica. El sueño que sigue por cumplir es tener una exposición individual para mostrar las esculturas que resultaron de este viaje.
Fotos y texto de Rocío Madrid
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