APPSOLESCENCIA: artesanía que perdura en el tiempo

01 / 12 / 2022
POR María Quiles

Una marca con una forma rebelde de improvisar y disfrutar del propio error durante el proceso de creación. En #VEINDIGITAL hablamos con Lorena Madrazo, la fundadora de esta firma artesanal.

Appsolescencia es un proyecto que nace a partir de la creación de tejidos hechos a mano como una vía de escape a la producción pautada. Una forma rebelde de improvisar y disfrutar del propio error durante el proceso de creación, según explica Lorena Madrazo, creadora de esta firma artesanal.
El tapiz es una de las técnicas fundamentales de Appsolescecia, pero también utiliza otras manuales de tejidos. A estos métodos artesanales se suman otros mucho más innovadores relacionados con lo tecnológico: arte wearable, realidad aumentada, Liveforevr, piezas NFT o hasta experiencias inmersivas.
En #VEINDIGITAL hemos tenido la oportunidad de hablar con Lorena Madrazo, la creadora de esta firma artesanal, sobre la singularidad y el proceso de creación e inspiración de los tejidos de Appsolescencia. También nos cuenta los detalles sobre su último editorial en colaboración con la fotógrafa Eva Casanueva.

¿Cómo nació Appsolescencia?

Allá por el 2015 hice mi primer taller de creación de tapiz con Lala de Dios, un referente en el ámbito textil. Un año después hice un intensivo en su estudio para seguir aprendiendo sobre tejidos utilizando el telar de bajo lizo. A partir de ahí me compré un pequeño bastidor y empecé mis primeras piezas textiles.

Mi primera serie de tres estaba inspirada en un viaje a Roma. Empecé recreándome con la combinación de distintas texturas, cambios de hilos, buscando las atmósferas de lo que quería representar con resultados abstractos. Yo ya sabía usar las agujas de tejer y el ganchillo aunque de manera muy intuitiva y ni idea de patronaje.

Mientras estudiaba un máster sobre creación de productos digitales, apareció el nombre de Appsolescencia. Un tributo con voluntad de unir mis dos mundos: el arte textil y el digital, reivindicando la idea de crear tejidos duraderos en contraposición a lo que veía a mi alrededor que pasaba con las aplicaciones y el hardware. Pocas sobreviven permaneciendo útiles y usables en nuestra cotidianidad, lo mismo que la obsolescencia programada del hardware en general, de los objetos que usamos en nuestro día a día.

El nombre se relaciona con el boom de la creación de aplicaciones y su corta estancia en nuestros terminales. Appsolescencia nace por la necesidad de ponerme en contacto con mi propia naturaleza, salir de la pantalla para trabajar con las manos y con los materiales y crear sin un plan muy definido, solo por el gusto de hacer. Para experimentar y pensar en tejidos únicos, perdurables y artesanos, estableciendo un componente afectivo con cada pieza y un fuerte lazo de pensamiento con el resultado. Es una propuesta que pretende dar una nueva vida a componentes reciclados y a materiales elegidos a conciencia, cuyo origen natural es perfectamente trazable. Trato de inventar con lo que tengo.

¿Por qué tejidos hechos a mano como eje central de la marca?

Existe en mí una rebeldía natural al hecho de crear planificando hasta el último detalle, huyo de de la producción pautada sin espacio para la improvisación y el disfrute del aparente error.

Appsolescencia surgió como proyecto paralelo y como escape a un trabajo normalizado. Así que debía perseguir mi naturaleza más primitiva y trabajar con las ideas, con imágenes indefinidas y materializarlas en forma de tejido.

Cuando diseñas tienes que tomar muchas decisiones, y a mí me gusta pensar que, en ocasiones, la selección del material, por ejemplo, me viene dada, y solo tengo que seleccionar entre lo que tengo disponible y ponerme a ello. Es un proceso muy impulsivo y por eso debe acompañarse de una ejecución manual y directa para no perder frescura. Es acción-reacción, casi como estar siempre investigando, en proceso.

Soy incapaz de repetir y trabajar sobre producciones seriadas, hechas a máquina, con una pequeña intervención manual, no lo veo. Me produce mucha satisfacción pensar que he utilizado hilos sobrantes, descartes que sin mucho plan comienzan a formar parte de algo nuevo en vez de estar olvidados en el fondo de un cajón. Esta es la espontaneidad que me impulsa a trabajar de esta forma, preservando la unicidad y carácter en cada pieza. La mano me permite ser más libre que la conciencia planificada, me funciona y además siempre encuentro nuevos espacios para sorprenderme y crear. Si tuviese todo diseñado al milímetro y elaborado no podría encontrarme con esto ya que voy aprendiendo mientras hago, me provoca mucho hastío la repetición. Cada tejido, cada objeto es una oportunidad y no quiero malgastarla en hacer lo mismo.

¿En qué te inspiras a la hora de crear prendas con estructuras escultóricas?

Observo mucho la ciudad donde vivo, no me queda otra que fijarme en las edificaciones y detalles constructivos, en las plantas y los árboles que me rodean. Paseo a mi perra Lola por el parque y veo cada día cómo cambia el paisaje, de forma natural con las estaciones o por la acción del hombre. Para mí es una gran fuente de inspiración, su evolución, colores, su efimeridad, la estacionalidad. Hay zonas donde las ramas se asoman a la superficie y los arbustos equilibrando los espacios secretos para dar cobijo a pájaros y a madrigueras de conejos. Hay todo un mundo alrededor y solo hay que dedicarle tiempo.

Por otro lado, veo muchas pelis, expos, conciertos y últimamente, danza contemporánea. Intento fijarme muy profundamente en detalles que no tienen que ver con lo formal sino que trato de relacionarlo con emociones y asociarlas de alguna forma en la memoria. No tengo un método muy claro, solo sé que me empeño en mirar con distintos enfoques y en ocasiones, de reojo. Mi hacer se basa en lo intuitivo, buscando el cambio, el volumen y al final, cuando lo doy por terminado, lo razono. Elaboro mis hipótesis sobre lo que funciona y lo que no o cómo podría seguir y evolucionar.

En las coreografías hay ciertos movimientos aprendidos, igual que los puntos que se hacen sobre el telar. Luego está la expresión particular de los mismos, eso es lo que yo pretendo con mis tejidos. Que sean expresión del movimiento de los hilos mientras se traman y parte del movimientos cuando se visten. Pienso en tejidos que se adapten a tu cuerpo como tú quieras, no veo un patrón adaptado formalmente desde las primeras pasadas hasta el final. Una vez sacado del telar comienza el juego.

¿De qué forma implementas tus conocimientos sobre la producción de
biomateriales en Appsolescencia?

Trabajar con estos nuevos materiales es un proceso contínuo de aprendizaje, de hacer muchas pruebas, de manejar tiempos y esperar. Es todo un ejercicio de paciencia y para la reflexión. El empleo de nuevos componentes de origen natural que reemplacen los derivados plásticos puede llevarnos mucho tiempo, que no tenemos. Mientras tanto, lo que busco es generar preguntas y alternativas al consumo voraz en que estamos metidos. No podemos seguir en la cultura de consumo extractivo planetario generando residuos que provienen en gran parte del mundo textil. De ahí la necesidad de utilizar los restos de hilatura de otros proyectos para generar nuevos tejidos, de reciclarlos y mezclarlos con ingredientes orgánicos y deshechos para crear nuevas estructuras. En esta línea van mis experimentos. Me interesa mucho darle vida al sobrante, al descarte, a lo inútil para convertirlo a otro estado, mutándolo, por ejemplo, de ser una superficie blanda y maleable a moldearla y convertirla en rígida. También tenemos que empezar a pensar en un nuevo sistema de creencias en relación al acabado y propiedades de estos futuros materiales. Repensando los valores atribuidos tradicionalmente, su estética, durabilidad y mantenimiento. Todo funciona diferente a como conocemos hasta ahora. Por ahora todas las pruebas que estoy haciendo se basan en la mezcla de biopolímeros con estructuras tramadas o restos de hilaturas para construir otros tejidos.

Tus creaciones son resultado de unproceso complejo, ¿cómo consigues trabajar guiándote bajo la intuición e improvisar sobre la marcha a la hora de diseñar?

Trabajo sobre ideas abstractas y bocetos muy básicos. No soy muy estricta con la consecución de la idea perfecta porque para mi no existe. Soy muy permeable a cambios y variaciones, a improvisaciones. Si no trabajo para un encargo me muevo por una intuición constante, me fio de mis manos, de mi realidad y la contrasto a través del reposo, cuando paro y observo. Me gusta mirar muchas veces y distinto en cada ocasión, como desde otro prisma. También he aprendido a preguntarle a la idea según avanzo, haciendo caso a mis propias emociones. Si voy por el buen camino la respuesta la encuentro en una sensación física que atribuyo a estar serena o contenta con el resultado. En realidad, es algo muy básico y sensitivo y, sobre todas las cosas, no me importa empezar por un lugar y terminar en otro. Necesito sorprenderme constantemente.

¿Cómo consigues unir el mundo digital con el mundo físico a través del tapiz?

Vengo del diseño, de pensar y hacer visualmente que un sitio cuente un producto, una marca, de inventar una experiencia en base a una necesidad de una parte de la población. Me relaciono naturalmente con la tecnología, pero necesito completar la experiencia con el hecho artesanal. Cada vez parece más imposible separar el espacio digital del físico. En nuestras vidas, ambas realidades se combinan en lo cotidiano. El comercio online fue el primer paso, la plataforma de paso entre la adquisición de un producto físico en un espacio virtual. Para mí, ambas disciplinas se mezclan en lo que hago y en lo que me rodea, es inevitable.

Mi necesidad radica en establecer un puente sin fisuras, tranquilo y natural. Así, la conexión está hecha. Un ejemplo son los filtros que hice a modo de máscara para Instagram utilizando fotografías de las tramas creadas en los tapices con piezas de porcelana. Se trata de una forma sencilla y fácil de extender una realidad física, de acercar al público las texturas y el aspecto de mis tejidos a través de la imagen, en modo entretenimiento. Me interesa mucho la moda digital, el objeto de arte Wearable en el espacio del metaverso y la realidad aumentada. Me encuentro ahora preparando junto con la plataforma creativa de contenidos de Liveforevr, una serie de piezas NFT y de experiencias inmersivas que combinan ambos universos.

a

¿Podrías explicarnos en qué consiste la técnica low tech y cómo utilizas esta
forma tan primitiva en los diseños de Appsolescencia?

Se trata de emplear tecnología muy básica, sencilla y tradicional para sacarle el máximo rendimiento. Utilizar artefactos muy elementales potencia la imaginación. En mi caso, uso un telar muy rudimentario, de peine rígido, que no tiene la opción de cambiar el dibujo con los lizos. Yo intervengo la trama manualmente, saltando unos hilos, anudando otros y alterando las pasadas sobre la urdimbre. Las pasadas son gestos que nacen sobre una posición de la urdimbre y terminan en otra, generando el tejido, brotando como movimientos que efectúan mis manos. Si tuviese una tecnología muy avanzada como un telar de jacquard tendría que tener previsto de antemano el diseño definitivo. Por mi forma de trabajar, la improvisación es necesaria junto a la emoción de imaginar haciendo en cada pieza, sin repetir, sin aburrirme a mí misma. Lo mismo me pasa con los colores y las texturas. Me gusta el cambio, el reto y el no saber qué viene después, manejar la incertidumbre. Confío en mi método. Trabajo con ideas abstractas y la intuición me guía. Si tengo que deshacer, lo hago sin importarme y en el camino, aprendo. Esto solo puede ocurrir si trabajas con las manos de principio a fin y controlas cada pieza.

¿Cómo actúan los materiales que utilizas, al convertirse en prendas de ropa, con el propio cuerpo?

La versatilidad de las hilaturas comienza en el momento en el que las uso como trama o como urdimbre, como hilos verticales o en sus versiones en horizontal. También cuando los tejo con agujas. En ese momento cada material y su naturaleza juega un papel diferenciador en la mezcla y el acabado. Al sacar del telar un tejido comienza para mí la diversión, lo posiciono de diversas formas, lo doblo o lo frunzo, multiplicando las opciones del tejido recto. Luego me figuro cómo podría convertirse en prenda sobre una silueta humana. Cada tejido es ya prenda, en potencia. Lo puedo combinar con el punto a modo manga o como la parte baja de un chaleco. También se admite como una tela que te pones por encima, a modo bufanda o chal.

Recuerdo un tapiz de cuerdas de macramé, muy pesado y rico en texturas que hice, en principio, para pared pero que terminó como prenda, como una capa. El cuerpo y la elección particular determinan el final de cada tejido.

¿Cuál es la narrativa de este editorial que has realizado con la participación de bailarines?

Yo quería contar, narrar visualmente los tapices y las prendas de forma diferente. No quería un editorial de moda con una gran producción. El planteamiento era vivirlo para poder capturarlo como si se tratase de una actuación, de estar presentes en el transcurso de una coreografía cotidiana desde un punto de vista sencillo y costumbrista. Conceptos como la trashumancia y cuerpos, el desplazamiento y la naturalidad sin artificios, guiaron el desarrollo de las escenas. Junto con Eva Casanueva, fotógrafa y directora de arte, creamos una serie de escenarios sobre el espacio natural en una finca cerca de Madrid. Los árboles frutales, el huerto y los campos de trigo son los elementos protagonistas.

Queríamos evocar atmósferas donde se pudiesen desarrollar imágenes de cuerpos enredados, de torsos y extremidades tensas pero fluidas sugiriendo un diálogo interno entre los bailarines y las prendas. También relacionar la incertidumbre y la expresividad de sus desplazamientos con los emprendidos por mis manos al tejer sobre telar o con agujas. Las premisas son sencillas: la localización y los movimientos, el día y la noche, la suma de los cuerpos y la improvisación. Eva es especialista en retratos y en capturar la esencia de los caracteres y los bailarines son muy comunicativos, desprenden mucha mucha personalidad y energía. Fue fácil la mutación y simbiosis entre los bailarines y las prendas.

En él vemos reflejado el movimiento de las piezas de Appsolescencia a través de la danza, ¿por qué escogisteis esta disciplina artística para el shooting?

La danza está muy presente en nuestras vidas y, en concreto, Eva convive habitualmente con bailarines. Fue casualidad que en el momento de plantear la sesión fotográfica compartía su piso con Elias, que estaba ensayando una coreografía de Antonio Ruz, “Pharsalia”. Él, junto a Lucía, Ana y Joan estrenaban pronto en Madrid, Eva les propuso colaborar y se prestaron encantados. Además, por suerte, Fernando y Nacho, recién regresados de girar por Europa, también se unieron. Un total de seis bailarines y una suerte de combinaciones por su estilo e interpretación hicieron posible esta alquimia. Sus cuerpos y sus mentes rápidamente se conectaron en cada escena. Es alucinante la posibilidad de transformación de los cuerpos y de las posturas, de los gestos y sus expresiones faciales. Cada uno interpretaba el tejido de una forma diferente. Pasamos un día y medio de inmersión todos juntos. Se nota mucha conexión en el resultado obtenido.

Bailarines

Ana
Elias
Joan
Fernando
Nacho
Lucia
Conoce aquí más sobre Appsolescencia.