Caroline Polachek y el fluorescente deseo

19 / 02 / 2023
POR Antonio Rodríguez @awerpower

Absolutamente dueña de su destino, Caroline Polachek vuelve con el mejor trabajo de su carrera que la sitúa como una de las mejores y más innovadoras artistas del momento.

Se cree que la ciencia, el sistema político, la filosofía o el pensamiento artístico son los conceptos que hacen que la sociedad avance en aquello que se llama progreso. Me gusta pensar que es el pop femenino internacional el que realmente marca hitos en el paisaje que vemos al mirar hacia atrás; es de las pocas cosas que reafirman que la música nos acompañó y fue testigo de nuestros mejores y peores momentos, y que conjuga simultáneamente la excitación por el futuro.

Esta pasada semana ha sido clave en este sentido porque se ha publicado uno de esos esperados discos que en el futuro serán referencia para entender lo de ahora, de la misma forma que ‘Born To Die” de Lana del Rey (2012), ‘Art Angels’ de Grimes (2015), ‘Anti’ de Rihanna (2016), ‘Melodrama’ de Lorde (2017), o ‘Golden Hour’ de Kacey Musgraves (2018), por citar algunos, lo son para entender lo de ayer. Es clave entender que la sensibilidad y los imaginarios de estas monumentales artistas no sólo han definido códigos musicales de la cultura pop de nuestra última década, sino que lo han hecho, además, con creaciones pop que nos salvan de nuestros males.

Ese disco es ‘Desire, I Want To Turn Into You” de Caroline Polachek, publicado el pasado 14 de febrero (y terminado sólo una semana antes de su publicación), y que suponía un reto para la cantante neoyorquina; uno que la consagraría como referente de su generación. Y aunque intuíamos una gran obra de arte, ha sido una grata sorpresa ver cómo la crítica internacional así lo ha valorado: ha supuesto apertura para el gran público, y sobre todo, que efectivamente estamos ante un álbum muy, muy grande. Hay algo que hace de Polachek una artista irremediablemente cool, y es su habilidad para entender y hacer converger nuevos lenguajes contemporáneos en su trabajo, en cuanto a sonido, composición, inspiración, ejecución y virtuosidad: su voz es un instrumento en todos los sentidos, pero su forma de trabajar con ella es uno de los factores que hace que ella sea la que recoge el testigo de otras, pioneras, y sigue escribiendo el lenguaje contemporáneo. Polachek ha explicado en más de una ocasión que su mecanismo para escribir canciones es melódico a la hora de componerlas, para después dejarse llevar por la inercia en la asonancia de su voz, que suele dar lugar a las letras. Lo que hace aún más interesante ver cómo encaja sus creaciones en una estructura libre pero acotada a su propia producción vocal, resultante en tremendas imágenes.

 

 

Caroline Polachek comenzó su carrera musical en 2007 en la formación indie Chairlift. Los primeros trabajos del grupo no fueron especialmente destacables, pero la inclusión de su canción ‘Bruises’ en uno de los anuncios del iPod Nano, les hizo muy conocidos. Desde ese momento, la banda publicó algún disco interesante en el que se inclinaban a un sonido más electrónico que empezaba a mostrar uno de sus grandes secretos: la voz de Caroline. Tras ello, el proyecto Ramona Lisa (aquí empezamos a entender la gran habilidad de la artista con el naming de sus proyectos y canciones) puso el foco sobre su potencial. Pero fue en 2019 cuando sorprendió al mundo con su proyecto en solitario, y que gracias a la colaboración con el productor y compositor Danny L. Harle supuso la incursión de la artista en un sonido más cercano al hyperpop, synth pop, r&b e incluso el italo-disco, resultando en su primer LP, ‘Pang’. Un disco de pop perfecto, sostenido en la brecha que separa el pop alternativo del comercial. Y así llegamos al nuevo; uno en el que es difícil buscar comparaciones, pero en el que hay claras manifestaciones de la influencia de artistas como Cocteau Twins, Björk o Enya en su trabajo.

Se podía ver a los lejos, en los últimos dos años, como este disco se dejaba llevar por una inercia que le colocaría en un status que le ha otorgado una puntuación de 96/100 en metacritic, y situándolo en el segundo mejor de la historia del site. Y esto se debe a que el disco viene precedido por una serie de cuatro impecables singles que poco a poco han ido relatando la fascinante diversidad del universo Polachek, y que comenzó con la publicación de ‘Bunny is a Rider’ en 2021. Una canción pop óptima, un estribillo que evoca a “Orlando: una biografía” de Virginia Wolf en forma de relato onírico (I’m so non-physical / I do, I do, feel like the lady / I do, I do, fireworks blazing / I do, I do, heart is unbreaking / I do, I do, but don’t drop my name) y que hace un guiño a la novela de Beatrice Sparks, “Go Ask Alice” (1917). Y todo esto no solo dota de personalidad al tema, que se reproduce con una producción minimalista acompañada de silbidos, sino que se convirtió en una de las mejores canciones de 2021, una oda al self-empowerment, una canción redonda. Una canción sobre alguien que se siente seguro, sexy sin necesidad de estar validado por otros, alguien que está preparado y disfruta de la aventura. Alguien que te responde al WhatsApp cuando le venga bien.

 

 

A los pocos meses llego ‘Billions’, quizás una de las canciones de la artista que mejor revela las particularidades de su imaginario, con la inclusión del impresionante coro infantil de Trinity. La sensualidad y el humor se fusionan y se repite el estribillo que cierra el disco (I never felt so close to you) en un ejercicio nada casual que reconoce al oyente como una parte esencial de esta experiencia casi extrasensorial con unos auriculares o equipo de sonido adecuados.

La mitad del disco fue planteado, como muchos otros, durante ese espacio tan raro como fue la pandemia para muchos artistas. A lo largo del álbum hay muchas referencias a Londres y a la cultura inglesa; a Caroline le pillo el confinamiento en Inglaterra. Y eso le permitió una escapada a Barcelona, en la que no sólo realizó una colaboración con la artista visual Carlota Guerrero; sino que le llevó al tercer single del disco, ‘Sunset’, producido junto a Sega Bodega, y que es una canción que comienza con guitarras españolas. Hemos de parar un momento para hablar de este pedazo de cliché: si vas a hacer una obra memorable, debes tener tu momento de guiri en España que se enamora paseando por las calles de Barcelona y se retoza en la playa esperando a une chique latine (Caroline es fan de Las Chuches, no es broma). Y aunque las referencias a la pasión, el fuego interno, y demás estereotipos de nuestra cultura son bastante típicos, una vez más es la forma, la composición y los ‘hey’ que acompañan al ritmo son los que invitan a dejarse llevar por esta fantasía de tema. Además, hay algo muy importante y significativo del estilo de Polachek en este disco; la relevancia del sujeto que narra los acontecimientos como unos que se suceden alrededor de éste, incluso cuando no se pueden controlar (These days, I wear my body like an uninvited guest / I turn it right and right and right instead of turning left).

 

 

Y es que el propio título del disco plantea una interesantísima forma del relato de una artista pop contemporánea, muy de su tiempo, cuya mayor habilidad es que el sujeto es quien genera su propio deseo, y no al revés (Desire I want to turn into you). No sólo se observa a lo largo del disco, sino que lo abre con el último de estos cuatro bombazos que lo han presentado. ‘Welcome to My Island’ es el single que ha llegado justo antes del disco, que lo abre, y que incluye en su estribillo el título, y que a su vez recoge la intención de un proyecto que nos habla del amor de una forma distinta, una en la que luz que se arroja sobre éste es clave. En esta canción Caroline se desgañita ofreciéndonos un grito que alerta de su presencia y de la aventura que estamos a punto de comenzar. Abrir el disco con una canción tan gigante y triunfal supone un riesgo sólo asumible por cantantes que saben que tienen una joya para presentarnos.

 

 

Y así se sucede en las ocho canciones restantes que nos quedaban por descubrir. ‘I Believe’ es una visita al dance más vintage que saluda las producciones de “Ray of Light” de Madonna, sólo que su increíble falsetto y esos beats que destellan y suenan metálicos la elevan. Hay muchas referencias a lo etéreo y sobrenatural en este temazo para bailar el enamoramiento, el subidón más pasional del amor (Violent love, feel my embrace, oh (I believe). Justo cuando está terminando levanta de nuevo, y juega con la cadencia de la misma forma que juega con el deseo. ‘Pretty In Possible’ (menudo juego) es otro ejemplo de esto a nivel lírico (Oracle and Oddysey with the bloody nose / If I’m on your street, you’ll be the last to know) sobre una base trip-hop que muestra otro lado del disco, el más divertido. Hasta que nos cruzamos con ‘Crude Drawing of an Angel’, en la que la ruptura de la estructura habitual de la canción pop como item es uno de los esfuerzos con mejores resultados (igualmente ocurre en ‘Billions’). Aquí podemos escucharla cantando y a su vez narrando la simulada realización de una cámara a otra colocando este tema en un plano cinematográfico, y jugando con la perspectiva del oyente, volviendo a cuestionar la posición del sujeto junto al deseo, e inspirado según la propia artista en el libro de “Berger on Drawing” (2005) de John Berger, donde precisamente se apela a estos posicionamientos. (Draw your wings from your back / I’ll not be shy, no, I’ll not be gentle with you (Red light). Es el tema más ‘Pang’ de todos. Es sin duda una de las mejores canciones del disco, con una potente atmósfera que recuerda por momentos la BSO de Twin Peaks y a la obra de Kate Bush. Curiosamente, Polachek declaraba a través de un tweet que con todo el respeto que le tiene a Bush como artista, ella no quiere ni tiene porqué ser catalogada como la Kate Bush de nuestra generación (¿Acaso llamamos a The Weeknd el Michael Jackson de nuestra generación?).

 

 

Nos encontramos con ‘Fly to you’ una colaboración con Grimes, e inesperada pero acertadamente con Dido. Es hora de reconocer la obra de la artista británica y Polachek lo hace invitándola a este trío de fuegos artificiales que se unen en esta canción. Hay un breakbeat guiado por unos acordes de guitarra más propias del folk-rock del “White Ladder” (2001) de David Gray, y que aquí suenan limpias y orgánicas. El tema concluye con una interesante mezcla de las tres voces; cada una con su estrofa van ocupando el espacio sónico como si de una enredadera se tratase, fluyendo y uniéndose en una constelación. Una vez más, Caroline muestra en este tema una resistencia a ser otra persona la que marque su destino, incluso cuando eso suponga enamorarse de una nueva persona; ella sigue siendo la dueña de sus decisiones (Ooh, I fly to you / After all the tears, you’re all I need / I fly to you / Not just somewhere deep inside of me). Otra de las cosas notables, comentada por la propia artista es que a pesar de casi no haberlo usado en su discografía es bastante fan del autotune y sí que reconoce usar su voz para emular el efecto (a veces casi yodeler), algo que se puede comprobar en éste y otros temas.

Casi al final del disco aparece probablemente el momento más solemne y vulnerable con ‘Butterfly Net”. La canción tiene una construcción basada en otra llamada ‘Chansons de Bilitis’ de Claude Debussy, una canción que la artista aprendió con su profesora de ópera. El padre de Polachek falleció en abril de 2020 durante la pandemia, dejando a la artista afectada por no haber podido despedirse de él al estar en Reino Unido sin poder volver a EEUU. Algo de lo que parece hablar en este tema; uno en el que el que la artista quería crear estribillos más espaciados y con estructuras más cercanas al estilo de la música italiana de los 60, y en el que aparecen devastadoras imágenes en la que se abre a la adversidad (I collected / Stupid ashes / So that after you’d gone / I could hold onto something).

 

 

Y todo esto con las atenciones siempre puestas también en los detalles; se puede escuchar el sonido de una mariposa acercándose y revoloteando cerca del micrófono, de la misma forma que el pajarillo de ‘Bunny is a Rider’ aparece en ‘I Believe’, o cómo la melodía de ‘Pretty In possible’ reaparece en ‘Smoke’ donde también se escucha a la mariposa inicial. ‘Smoke’ era una canción que los fans ya habíamos podido escuchar en los directos que anticipaban al disco y que juega a medio camino entre la agresividad y la potencia luminosa que su voz regala al estribillo. Esta vez el deseo se manifiesta, sin miedo, relatando los efectos que el emisor genera con él. La producción sube y baja de la misma forma que un volcán borbotea, y el bajo le otorga una profundidad perfecta para contener la grandeza del mensaje.

‘Hopedrunk Everasking’ (los títulos de las canciones, las Brontë estarían orgullosas) es una de las canciones menos accesibles del disco, pero también de las mejores. Pasa como una nube discreta, pero toca las teclas adecuadas hablando sobre la oscuridad y el ostracismo (Starlight in the tunnel / Kind of familiar / Hopedrunk everasking / How does it feel to know / Your final form? / So old, so new). Una sentida alegoría de la caída, o del retorno a la misma, en una secuencia de desdichas, y en la que podemos reconocer la gran influencia de Björk y su estética en la artista.

 

 

El disco continúa, y a dos canciones para terminar nos encontramos con ‘Blood & Butter’, otro de los hits del disco. Aquí The Corrs (Polachek versionó el año pasado ‘Breathless’) se encuentran con Imogen Heap, pero también con Savage Garden e implosionan en producción folk-pastoral que se torna casi psicodélica; la sangre y la mantequilla evocan lo sexy, lo primitivo e inconsciente de la pasión, es la canción más sexual pero la más sugerente. Y cuando menos lo esperas, justo en el lugar de una guitarra eléctrica aparecen… unas gaitas. Y entonces te das cuenta de que tiene todo el sentido en esta visita a la isla en la que Caroline nos hace un free tour. El humor hace presencia con un guiño a lo posmoderno (Look at you all mythicalogical / And Wikipediated / Look how I forget who I was / Before I was the way I am with you Where did you come from, you?). En todo el disco reina una elegante producción, una extravagancia bien dosificada. Para entender la potencia y el talento de Caroline Polachek como artista hay que atender a sus vídeos. Probablemente ‘Billions’ la canción que cierra a la perfección este proyecto contiene uno de los más interesantes esfuerzos visuales que recoge buenos ejemplos de los que Polachek representa para la música pop actual; una mujer resplandeciente que lleva una gorra de tenista y sus mejores joyas para la vendimia, en la que recolecta los mejores frutos a través de un cristal que distorsiona y propone nuevas y esperanzadoras formas.

Hay disidencia en su música y sus videos, despojando las referencias habituales de fuentes, encuadres, colores, moda o estilos de portadas para crear algunas nuevas, y eso supone posicionar su música de forma peculiar para crear nuevos significados apelando a subculturas y a la mezcla de éstas. ‘Desire, I Want To Turn Into You’ es un disco que suena fresco, es una nueva lectura del pop contemporáneo. Cuando el fandom brasileño te adora es que estás haciéndolo bien. Este disco es el Tumblr pop que merecíamos en 2023.

 

 

Probablemente, su gran potencial recoge la esencia de la música pop; acercarnos más unos a otros, entendernos mejor, cantar juntos. Hay tantas barreras que superar en cuanto al mecanismo de la industria musical (Tik Tok, Spotify, multinacionales, etc…) que es difícil que cualquier artista consiga manifestar su esencia, sus inquietudes y su visión en su trabajo sin que se pierda algo de ellas por el camino. Por eso hay que reconocer la valentía y perseverancia de Caroline Polachek que, siendo mujer con todo lo que ello supone en el mundo de la música, ha encontrado una especie de libertad: nos invita con amabilidad a un mundo en el que se muestra como una mujer segura y sin temor a nada.

Es verdaderamente gratificante para el oyente sentarse delante de un disco como ‘Desire, I Want To Turn Into You’ pues proporciona una luz nueva y fluorescente que se escapa de las redes que puedan intentar capturarla para seguir alumbrando con talento y nuevas perspectivas el futuro más cercano de la música pop: este momento que acaba de pasar pero en el que su música sobrevive.

 

Escuchar a Caroline Polachek en Spotify


Texto: Antonio Rodríguez Molina @awerpower
Fotografías promocionales: Aidan Zamiri