“Kedi”, el documental sobre los gatos de Estambul

21 / 07 / 2017
POR Maria Arranz

Bajando la colina del barrio de Cihangir, en Estambul, había un gran puerto en la época otomana. Barcos de todo el mundo llegaban allí, y a bordo de esos barcos, los marineros llevaban gatos para ahuyentar a las ratas. Cuando comenzaban a descargar las mercancías que traían, los gatos bajaban pensando que habían llegado a su destino y se subían a lo alto de la colina. Luego el barco partía y los gatos se quedaban en Cihangir, por eso, desde entonces, hay gatos de todo el mundo viviendo en Estambul. Cuando los otomanos construyeron las alcantarillas, las ratas gigantes se convirtieron en un problema también en las ciudades, así que cada casa empezó a tener su propio gato para ahuyentarlas.


Atigrados, calicó, angora, gatos noruegos y de todos los colores habitan en sus calles en un estado intermedio entre lo salvaje y lo doméstico. Algunos tienen su propio dueño y otros tienen varios; algunos son los guardianes de edificios enteros, donde toda la comunidad se encarga de darles de comer, mientras que otros, simplemente van de aquí para allá, alimentándose de los numerosos recipientes con comida y agua que hay para ellos por toda la ciudad. Y es que, en Estambul, los gatos son uno de los animales más queridos y sus habitantes han aprendido a quererlos y a cuidar de ellos como nadie.

 

Esta relación tan especial merecía ser retratada y así lo ha hecho la directora turca Ceyda Torun en el documental “Kedi”, que este viernes 21 de julio llega por fin a los cines españoles. A través de las historias de siete gatos, Torun ejemplifica el tipo de relación que los habitantes de Estambul tienen con estos animales.

 

Sari es una gata anaranjada que, desde que es madre, se ha convertido en una auténtica estratega, siempre atenta a cualquier trozo de comida que se cae o que encuentra por los rincones. Duman, en cambio, está hecho todo un gentleman; con una pose casi aristocrática, jamás mendiga ni roba comida, sino que la pide tocando con sus patitas el cristal de la tienda de delicatessen que se hace cargo de él; ternera asada o pavo ahumado son algunos de sus platos preferidos. Bengü es una gata adorable que se ha ganado los corazones de los trabajadores de la zona industrial en la que vive; muchos la consideran casi una hija y le dan mimos a todas horas. Aslan Parçasi es un cazador nato, cuya misión es mantener a raya a las ratas que tratan de acercarse al restaurante de pescado en el que cuidan de él; se gana su sustento cada día y es rápido como ninguno. Gamsiz es un simpático gato blanco y negro del barrio de Cihangir, que conoce a la perfección a todos sus vecinos y sabe qué tipo de comida puede conseguir de cada uno de ellos. Su habilidad y encanto le convierten en un animal muy querido, aunque cuando se trata de defender su territorio de otros gatos, no tiene ningún problema en sacar su lado menos amigable. El travieso Deniz es el alma de un mercado en que se pasa el día trasteando entre los puestos, jugando con otros gatos o con cualquier cosa que encuentre por el suelo y durmiendo entre las cajas de té. Y por último, Psikopat, una gata a quien han bautizado así por algo; esta hembra de mirada desafiante es peleona y con su actitud se ha ganado el respeto de todo el mundo, incluso de los perros del barrio, que esconden el rabo entre las piernas cuando se cruzan con ella.


Respeto, cariño y mucho amor es lo que los habitantes de Estambul le profesan a los gatos callejeros. Dicen que no se imaginan las calles de su ciudad sin gatos, que sin ellos estarían vacías; que es importante que sigan conservando su lado salvaje y que son ellos los que eligen a las personas que quieren que les cuiden; que los gatos son un símbolo cultural de Estambul y que pocas cosas hay tan especiales como lograr establecer un diálogo con alguno de ellos; que cuando un gato maúlla y se retuerce entre tus piernas, es un signo de vida y de buena suerte, y que son como espejos que nos ayudan a pensar sobre nuestras propias vidas.


La directora del documental afirma que todo el que haya crecido en Estambul tiene una historia que contar relacionada con un gato. A veces son historias divertidas, otras más espirituales, pero siempre memorables y muy personales. Desde que su familia dejó Estambul cuando ella tenía once años, Ceyda Torun ha echado de menos a los gatos callejeros y está segura de que su infancia habría sido mucho más solitaria de no ser por ellos. Y es que, los felinos de Estambul son parte de la identidad de la ciudad, por eso, este documental es, en realidad, una carta de amor para ellos y para toda la gente que los cuida día a día.

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