Confesión de una dueña terriblemente despreocupada (?)
Mi perro no lleva una linterna por la noche y gafas de sol durante el día, ni tiene su bolsito personal para salir y no se lo he preguntado, pero creo que no necesita peluquería semanal, ir a un spa para relajarse de vez en cuando y uñas con el color de temporada con incrustaciones brillantes. Y la verdad, creo que si tuviera cualquier otro animal, como por ejemplo un gato, este podría vivir tranquilamente sin la necesidad de llevar un gorrito con orejas de Hello Kitty, ni comer chucherías de mil formas y colores y obviamente sin el último diseño de super mini-casita exterior de bambú y algodón orgánico.
No niego que haya mascotas que viven hasta mejor que yo, pero no son mis mascotas. Wild mode!
Mi experiencia
Ahora sé con certeza que existe “la mascota complemento”. Una realidad un tanto surrealista que nunca habría pensado que podría estar tan normalizada a mi alrededor. Evidentemente ya sabía de la existencia de la película Un chihuahua en Beverly Hills y que hay gente que viste a sus animales. Sé que existen mascotas con Facebook e Insatgram con un sinfín de followers, pero para mí toda esto era simple información banal e innecesaria que solo ejemplificaba la capacidad que a veces tiene el ser humano de dejarse llevar por idioteces.
Pero como he mencionado en otros artículos, ahora estoy en Tokyo y por curiosidad a lo desconocido la semana pasada decidí ver que sucedía con esta gente a favor de la ornamentación animal, tal y como hice con los Cup cakes cuando era de las que defendía la Magdalena. Con los días me he dado cuenta de que esa realidad esta normalizada y que diariamente y sobretodo los fines de semana me encuentro por la calle una gran cantidad de perros vestidos de forma conjuntada e impecable, montados en cochecitos o bolsos especiales, muchas veces recién salidos de la peluquería y con la manicura hecha.
Los dueños pasean orgullosos y con toda naturalidad estos bichos, exhibiendo su nuevo mini perro con chaqueta, cómo un supuesto símbolo coolness de status y lo más curioso es que nadie a mi alrededor se sorprende, ¡parezco Tarzán en medio de la civilización! Es entonces cuando me entra la risa, honestamente, me parece el extremo de lo innecesario pero intento asumir esta realidad extraterrestre, me lo intento tomar con humor. En estos paseos, he llegado a pensar en qué diría el animal en cuestión en esas situaciones o en el sentimiento de inferioridad de un perro desnudo e incivilizado paseando a su lado. En fin, no ha sido revelador pero si realmente curioso y divertido visitar esas tiendas, peluquerías y pasear observando esta realidad, poco a poco una va aceptando las rarezas niponas, por surrealistas que puedan parecer a veces.