A propósito del estreno de ’14 días, 12 noches’, hablamos sobre el miedo inherente en la adopción y en la pérdida del hijo, dos dinámicas que van frecuentemente de la mano y que el cine ha sabido plasmar a través de familias en formación.
Existe un miedo irreversible en cuanto nace un hijo. La posibilidad de perderlo. La posibilidad de fracasar como figura paterna o materna y echar a perder todo aquello por lo que uno ha pasado. Eso sin contar con los estrechos vínculos que se desarrollan. El cine de terror, como bien explica la crítica de cine Desirée de Fez en su libro ‘Reina del grito’ (Blackie Books, 2020), se ha nutrido especialmente en estos últimos tiempos de directores – y especialmente directoras – que ponen la pérdida del hijo en el centro de sus relatos como los mayores temores de sus protagonistas. Ejemplo de ello son películas como ‘Babadook’ (Jennifer Kent, 2014) e incluso ‘Hereditary’ (Ari Aster, 2018), donde el miedo a que los hijos hereden lo peor de nosotros provoque otra forma de pérdida.
¿Pero qué sucede cuando se pierde un hijo adoptado? La familia donante en el cine acostumbra a manifestar este trauma por el desprendimiento del ser querido. Los familia receptora, en cambio, lucha por conquistar un terreno inseguro: la aceptación y adaptación del hijo en el nuevo ambiente. El miedo a no llegar a conocer bien a ese ser, salido de las entrañas, genera dudas y sentimientos de culpabilidad que en ocasiones carcomen la solidez familiar. A propósito del estreno de ’14 días, 12 noches’ de Jean-Philippe Duval, comentamos 10 dramas con adopciones en las que, de alguna manera o de otra, alguien acaba perdiendo.
’14 días, 12 noches’ (Jean-Philippe Duval, 2021)
La película de Jean-Philippe Duval nos pone en la tesitura de una madre adoptiva (Anne Dorval, muy presente en la filmografía de Xavier Dolan) que viaja desde Canadá hasta Vietnam para contarle a la madre biológica de su hija que esta ha fallecido en un accidente. Las imágenes de Duval están llenas de contrastes entre las diferencias paisajísticas y culturales de Canadá y Vietnam, que acompañan el duelo, la contención y el secreto de esta madre atormentada que desea conocer más de cerca los orígenes reales de su hija. El filme era la seleccionada por Canadá para optar al Oscar a Mejor Película Extranjera y la actriz Leanna Chea fue nominada en los Canadian Screen Awards por el angustioso papel de una madre que deberá vivir con la certeza de que nunca conocerá a su hija.
‘True Mothers’ (Naomi Kawase, 2020)
Que la madre biológica de tu hijo se presente en tu casa sin previo aviso, reclamando lo que es suyo, debe ser una de las peores pesadillas de los padres adoptivos. Suena a película de terror, pero Kawase baña de luz este drama sobre la maternidad a partir de una incómoda situación que acontece en casa de Satoko (Hiromi Nagasaku) y que hace tambalear la estabilidad emocional de toda la familia. La directora de ‘Una pastelería en Tokio’ (2015) abre una ventana sobre la crudeza social del embarazo juvenil en Japón y sobre las casas de adopción que se ocupan de ocultar a las chicas hasta que estas den a luz.
‘El chico’ (Charlie Chaplin, 1921)
Esta joya del cine clásico volvió a la cartelera a comienzos de febrero en conmemoración de su 100º aniversario, con una gran acogida del público. La comicidad de cada gesto del vagabundo Charlot y su complicidad con el chico en cuestión, un niño que encuentra abandonado por su madre por no poder ofrecerle una vida digna, vuelven a brillar en la gran pantalla gracias a su restauración en 4K. Pero más allá de los gags cómicos, el melodrama sobrevuela por toda la historia, en la que el mismo Charlot sufre pesadillas cuando cree que él también ha perdido al niño. Quizás no vivió en la abundancia, pero este chico no pudo tener un tutor más divertido.
‘Baby’ (Juanma Bajo Ulloa, 2020)
La nueva película del director de ‘Alas de mariposa’ (1991) y ‘La madre muerta’ (1993) comparte con ‘El chico’ la ausencia del habla. Esta vez, eso sí, debido a una elección del director para desarrollar, a modo de cuento moderno y estéticamente manierista, la historia de recuperación de un bebé dado en adopción a una extraña matrona que hace sus funciones de villana. La evolución del apego al bebé de la protagonista (Rosie Day) parte desde la negación, acompañada de los errores provocados por las adicciones a las drogas y el alcohol, hasta el costoso arrepentimiento de la joven cuando intenta rescatar a su criatura en una especie de mansión convertida en un tren de la bruja que no para de dar vueltas.
‘Juno’ (Jason Reitman, 2007)
Película indie referencial sobre adolescencia y embarazo donde las haya. Cuenta con un guion de Oscar firmado por Diablo Cody y la memorable interpretación de Elliot Page, con las rayas de su icónica camiseta distorsionadas por la barriga de embarazada. Ambos factores supusieron la combinación perfecta para nutrir de comentarios ácidos temas espinosos como el embarazo juvenil, el aborto o el vientre de alquiler. Las dudas sobre cada decisión revolotean constantemente la cabeza de Juno, hasta que decide convertirse en madre de alquiler para un joven matrimonio. Las cosas se retuercen aun más cuando Juno descubre que tiene muchas cosas en común con el futuro padre adoptivo.
‘Lion’ (Garth Davis, 2016)
El actor Dev Patel mejora como el vino con cada papel desde que se popularizase en aquella oscarizada ‘Slumdog Millionaire’ (Danny Boyle, 2018). En la película de Garth Davis encarna a Saroo Brierly y su historia real sobre la búsqueda de su familia biológica a través de Internet. Una emotiva historia en la que también destaca Nicole Kidman como una mujer australiana que prefiere adoptar, antes que procrear, a este niño hindú que se pierde en las calles de Calcuta. ‘Lion’ es una película que no solo habla de conexiones tecnológicas, sino también de presentimientos emocionales y vínculos de sangre que unen a personas al otro lado del mundo.
‘El intercambio’ (Clint Eastwood, 2008)
Aunque no se trate de una adopción demasiado legal, la historia de Christine Collins (Angelina Jolie), madre soltera norteamericana en 1928, también está basada en hechos reales y muy, muy traumáticos. Su hijo de 9 años desaparece en casa sin mayor explicación, y la policía local le hace entrega de otro niño que asegura llamarse igual que su hijo. Esta inusual adopción a la fuerza se eterniza ante constantes respuestas violentas por parte de la policía a las quejas de la señora Collins. Toda una crítica al abuso de poder del sistema desde el punto de vista de una maternidad interrumpida.
‘El niño’ (Jean-Pierre y Luc Dardenne, 2005)
El padre de la criatura no es, desde luego, la mejor de las influencias para un niño. Bruno (Jérémie Rénier) es un jovencísimo ladrón de poca monta que trata de sobrevivir en las calles de Lieja con su chica Sónia (Deborah François). Cuando nace el hijo que tienen en común, Bruno ve una oportunidad de venderlo en el mercado negro. Aunque consigue recuperarlo, Sonia cae enferma tras el disgusto y le costará mucho volver a confiar en Bruno. Como siempre, los hermanos Dardenne observan la intimidad de las personas desde el prisma de lo social y las expectativas de la vida de los personajes menos privilegiados.
‘Verano 1993’ (Carla Simón, 2017)
La directora Carla Simón sitúa este retrato familiar a comienzos de los años 90, con el azote del sida como contexto social. La pequeña Frida (Laia Artigas) se ha quedado huérfana y debe irse a vivir al campo con sus tíos y su prima. La vida allí se presenta cálida y festiva, pero la niña no encuentra la motivación por la que adaptarse a ese entorno desconocido. A Frida le costará todo un verano dejar a un lado el juego y exorcizar su enajenamiento ante esta situación tan incomprensible para ella.
Ema (Pablo Larraín, 2020)
Hay una cuestión sobre el baile y el cuerpo que Ema (Mariana Di Girolamo) sabe muy bien: es suyo y nadie puede arrebatárselo. A partir de aquí, debe esquivar las voces que tratan de enclaustrarla en unos movimientos concretos, incluida la de su marido Gastón (Gael García Bernal), quien la culpabiliza de haber adoptado a Polo, un niño de 6 años, y haberlo devuelto al poco tiempo. La historia transcurre mientras Ema trata de buscar de nuevo a Polo y romper con los estigmas que la sociedad impone hacia ella y sus decisiones.
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