El gobierno ahora prohíbe a las marcas destruir las toneladas de excedentes que no venden, por lo que replantearse el modelo de negocio es un imperativo.
inhabitat.com
Hace dos años, Francia fue pionera en sacar una ley que prohibiera a los supermercados tirar o destruir la comida que no se vendía, y ahora pretenden hacer lo mismo con la ropa. Se trataría de un cambio positivo y que comenzaría a marcar la diferencia, teniendo en cuenta que de las 600.000 toneladas de prendas y accesorios que desecharon las marcas en el país el año pasado, sólo un cuarto se destinó al reciclaje o venta en tiendas solidarias.
Los legisladores anticipan que esta propuesta incluirá exenciones tributarias potentes para aquellos que opten por el reciclaje de sus productos, asegurando que no se tratará de una ley propiamente dicha, sino más bien de una medida para incentivar. Los cambios que se implementarán, bajo términos que aún se desconocen del todo, tal y como señalan en BOF, responden a un nuevo plan de economía circular- intersección de aspectos ambientales y económicos – que recoge más de 50 medidas que pretenden hacer el país más sostenible, emprendiendo camino hacia la restauración y regeneración y dejando atrás esa otra economía lineal de extracción, fabricación, utilización y eliminación.
La Fundación Ellen MacArthur, que trabaja con el gobierno francés en esta estrategia, subraya tres de las áreas de acción en las que las firmas deberían empezar a cambiar. La primera sería establecer un nuevo modelo de empresa que se aleje de esa idea tradicional de negocio textil. El segundo paso sería innovar y optar por materiales reciclados, para posteriormente – paso número tres – usarlos en sus productos, incorporándolos en el proceso de diseño.
Casas tan importantes como Louis Vuitton se han situado en el ojo del escándalo por presumiblemente quemar bolsos a final de temporada, evitando así tener que rebajar su precio y devaluar la marca. Le sigue de cerca el gigante H&M , acusado críticamente por la televisión danesa, en el programa ‘Operation X’, de destruir 12 toneladas de ropa nueva cada año. Chanel, sin embargo, arroja un poco de luz y pone sobre la mesa su estrategia de producción, que consiste básicamente en confeccionar las prendas sólo cuando reciben un pedido de sus clientes, reduciendo considerablemente el stock de artículos sin vender.
Europa consumió alrededor de 6.4 millones de toneladas de ropa en 2017. Dato que sin duda debería animar a las marcas a rehumanizarse, optando por modelos de negocio que satisfagan las necesidades de todos.
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