¿Qué hay de nuevo? La Columna de Estel Vilaseca para VEIN
Es difícil no adorar a Marc Jacobs. Más ahora en su etapa senior, ataviado con bailarinas y disfrutando de su inesperada faceta de influencer en las redes. Solvente intérprete de la realidad, que propulsó su carrera gracias a poner en valor el grunge, celebraba el pasado 3 de febrero 40 años en la industria con un videogénico desfile. Las modelos, que vieron reducida su escala al tamaño de una muñeca al desfilar junto a las esculturas XXL de Robert Therrien, presentaron prendas de volúmenes exagerados que ofrecían una interesante distorsión de las siluetas clásicas de las que bebían. “Al examinar lo memorable y lo mundano abstraemos y exageramos con una familiaridad que nos desorienta en nuestro deseo de expresar algo ingenuo y elegante” se explicaba en la nota del desfile.
El diseñador americano, que lleva más de tres décadas colaborando con Juergen Teller en sus campañas, hace ya tiempo que echa mano de la ironía como motor para comentar el contexto. Una de sus campañas más memorables fue aquella en la que en 2008 Victoria Beckham aparecía como si fuera una muñeca dentro de una bolsa gigante de papel de Marc Jacobs. En el interesante artículo académico “El sistema de la moda. De sus orígenes a la postmodernidad” (2011) de Carmen Abad Zardoya, Teller es presentado como ejemplo de la fotografía posmoderna. En sus fotos “la belleza de la imagen o de la modelo está siempre mediatizada por un lado oscuro en tanto que incierto; hay una permanente tensión entre lo real y lo imaginario, lo familiar y lo extraño”, unas palabras que bien podrían aplicarse a la última presentación de Jacobs. Este camino que toma la fotografía está en sintonía con el que había emprendido la moda desde hacía ya algunas décadas, cada vez más autorreferencial y paródica de la mano de creadores como John Galliano, Jean Paul Gaultier, Vivienne Westwood o Franco Moschino.
Juergen Teller Victoria Beckham, Legs, bag and shoes, Marc Jacobs Campaign Spring Summer 2008, 2007
A pesar de esta dislocación entre las narrativas que suceden encima de la pasarela, en las producciones editoriales y publicitarias y la moda a pie de calle, “moda y código indumentario mantienen una fluida relación entre sí, especialmente cuando hablamos de un código lo suficientemente flexible y permeable como para incorporar, aunque sea atemperadas, algunas de las tendencias de moda”, reflexionaba Abad Zardoya en este texto que escribió hace más de una década. En el escenario actual no podemos obviar la aparición de las nuevas realidades digitales que hacen de la vida real (IRL), un espacio mucho más complejo. Las botas virales rojas Astro Boy de la firma experimental MSCH llevaron la ironía un poco más allá: “La caricatura es una abstracción que nos libera de las limitaciones de la realidad”, explicaba el comunicado de prensa de las botas. “En el mundo de los dibujos animados, el trabajo de representación funciona con información reducida para que se pueda reconocer de forma inmediata un objeto, en lugar de representarlo literalmente. La Big Red Boot funciona a partir de un principio similar, a partir de una forma absurda y simplificada que transmite la idea de “BOTA” sin preocuparse mucho de que sea detalladamente realista”, explicaba el co-fundador de la firma, Daniel Greenberg a TheHighSnobiety cuando se lanzó este diseño hace poco más de un año. De golpe, la ficción y la realidad se solaparon en las calles de Nueva York. “It’s faction”, que diría Diana Vreeland.
J.W. Anderson, director creativo de Loewe, al que hemos citado en este espacio en repetidas ocasiones, es un diseñador que desde hace varias temporadas reflexiona sobre el impacto de la cultura digital en nuestras realidades. En la colección primavera-verano 2022, los vestidos que incluían espejos distorsionados nos invitaban a, como hizo Alicia, atravesarlos; en la propuesta de otoño-invierno los trampantojos se llevaban de nuevo el protagonismo para reflexionar sobre “la psicología de cómo vemos últimamente las cosas online”, comentaba el diseñador a colación de los vestidos impresos sobre vestidos. La colección primavera-verano 2023 incluía varias piezas pixeladas que, de nuevo, parecían hackear la realidad, “el mundo digital se descontextualiza (…) Los píxeles ampliados crean un fallo en el mundo real”. Y en su presentación masculina este pasado enero, el diseñador ofrecía comentarios sobre la hegemonía a la que nos conducen los algoritmos: “El sueño americano se ha convertido, de alguna forma, en un sueño global (…) Aunque ahora, de una forma extraña, ya no tiene que ver con países. Se trata de internet. Somos simplemente internet”.
Es probable que el argentino Adrian Appiolaza, el nuevo director creativo de Moschino, que presentará su nueva colección en los próximos días, nos ofrezca nuevas e interesantes dosis de metamoda. No hay mejor marca que Moschino para hacerlo. El que ha sido director de diseño de la línea femenina en Loewe durante más de diez años es, además, un dedicado coleccionista de moda contemporánea. Estamos expectantes.