Rodrigo Gervasi presenta “Recorridos Mínimos”, el retrato cotidiano de un joven inquieto.

20 / 12 / 2022
POR Juan Marti

Una chispeante Cher y una jovencísima Christina Ricci, coreaban al unísono un mantra muy especial en la película de 1990, “Sirenas”. Ante una atónita Winona Ryder, las dos exclamaban “El infierno es… vivir en el pasado o quedarse en un lugar demasiado tiempo” y justo esa reflexión puede ir a juego con el poderoso relato que el joven escritor Rodrigo Gervasi plasma en su primera novela, “Recorridos Mínimos”. En su opera prima, Rodrigo repasa los momentos claves de una juventud cotidiana donde el día a día cobra un cariz especial y se torna trascendente, brindándonos la oportunidad de extraer profundas y emocionantes reflexiones de una vida corriente pero, al mismo tiempo, terriblemente emocionante. Y es que Rodrigo se nos presenta tal y como es, con una naturalidad que desarma y un poderío en sus frases que nos engancha y nos desvela que un recorrido, por mínimo que sea, puede llevarte muy muy lejos.

 

Lo primero, me gustaría preguntarte por tu reacción a la publicación del libro. ¿Cómo lo estás viviendo?

Estoy viviendo la publicación en sí con mucha normalidad. Mi objetivo era escribir el libro, lograr terminarlo, y ahora que ya está publicado ha dejado de ser mío. No puedo controlar las reacciones de las personas ni cambiar un solo detalle y eso me libera. Sin embargo, sí que me generan ansiedad los aspectos promocionales, el tener que enfrentarme a los lectores. Creo que la lectura es algo muy íntimo entre el lector y la obra y no encuentro muy bien mi cabida en ese espacio.

 

¿Por qué ahora? ¿Por qué has decidido sacar a la luz Recorridos Mínimos?

La decisión de sacar Recorridos Mínimos remonta en realidad a mediados de 2020, cuando comencé a escribir estos trayectos cotidianos. Al principio no tenían mayor pretensión que apaciguar mi miedo a olvidar, algo que lleva preocupándome desde hace años, pero a medida que fueron tomando forma, me di cuenta de que tenían un mayor potencial. Que se hayan publicado ahora y no antes, tan solo tiene que ver con mis tiempos; no quise apresurar el proceso. Es un libro donde los detalles están extremadamente cuidados y cada frase tiene una razón de ser. Creo que, al final, el lector se da cuenta de ello y por eso conecta tanto con los diferentes recorridos.

 

 

¿Qué papel podrías decir que representa esta narración tan íntima dentro de tu propia vida emocional?

Para mí, este libro es una cápsula que almacena recuerdos y sensaciones muy precisas de momentos que he vivido. Es, en cierto modo, la versión mejorada de un álbum de fotos, pues captura con extrema precisión diferentes etapas de mi vida, y supongo que más adelante podré releerlo y recordar detalles que había olvidado. Para el resto cobra una vertiente mucho más interesante: es una especie de escaparate a una vida ajena desde el que poder observar y empatizar con sensaciones que nunca han sentido y a la vez verse identificados en muchas otras. En cada capítulo he intentado explicitar sentimientos cotidianos a los que no prestamos mayor importancia, sensaciones y estímulos que todos conocemos, pero que siempre han quedado relegados a un segundo plano. El libro tiene un compromiso con mostrar la belleza en la cotidianidad, en la repetición, en los comportamientos automáticos. Huye de los fuegos artificiales y los grandes eventos para desvelar que nuestras vidas y nuestro bienestar, se fundamentan en todo aquello que no es extraordinario.

 

¿Qué transmite este libro sobre el convivir con uno mismo?

Algo particularmente interesante del libro es que las épocas durante las que se realizan los diferentes recorridos rutinarios son muy variadas. Desde mi yo de seis años, pasando por la adolescencia, hasta la adultez, los trayectos desglosan cómo se va formando la personalidad de un individuo y las variaciones que la acompañan. Cada capítulo está narrado en presente y refleja los pensamientos del instante, por lo que, durante la lectura, el lector podrá experimentar la evolución de la manera de ser de una persona frente a sus circunstancias. Los cambios de prioridades en función de los años y el aprendizaje a vivir con uno mismo.

 

 ¿Consideras que la publicación del libro funciona como altavoz para denunciar la discriminación del colectivo LGTB+?

A lo largo del libro no he intentado escribir desde la opresión que sufren las personas LGTB+, pero como persona del colectivo —que ha sufrido homofobia— me parece natural que se refleje en el relato. Es importante que haya cabida para este tipo de historias en todos los aspectos de nuestro día a día, incluido en la cultura, por lo que celebro que Ediciones Menguantes haya apostado por un libro que visibiliza esta realidad.

 

¿Crees que Recorridos mínimos es una forma de dar cierre a ciertas cuentas pendientes con tu pasado?

No lo creo en absoluto. Veo mi vida como una sucesión de eventos intrínsecamente ligados entre sí. Mi pasado sigue teniendo un lugar en mi presente, pues de ningún modo podría ser quien soy hoy si este no existiese. En definitiva, Recorridos Mínimos es una forma de brindar unidad a mi vida, de reflejar en un solo lugar todas las etapas que me configuran como persona. Como diría Lorde, es tal vez un museo o incluso un mausoleo, en el que he escrito cuidadosamente cada momento, y ahora está ahí grabado para siempre.

 

¿Qué ha sido lo más difícil a la hora de escribir Recorridos Mínimos?

Todo el proceso ha sido extremadamente exigente. Tardé un año en escribirlo y luego estuve otro reescribiéndolo. Cuando por fin estaba terminado, comenzó el proceso de publicación, en el que durante unos meses junto con Lía, mi editora, pulimos cada capítulo. El resultado final ha hecho que todo haya valido la pena, pero ha sido un camino muy duro.

 

¿Podrías mencionarme quiénes han sido tus influencias literarias?

Durante el proceso de escritura leí muchísimo para encontrar diferentes puntos de inspiración. Me gusta pensar que Recorridos mínimos es una pequeña mezcla de todas las obras que me han marcado. Si tuviera que quedarme con unas pocas, escogería Niadela de Beatriz Montañez por enseñarme que nunca se cuentan demasiados detalles, y, como he repetido miles de veces, Permagel de Eva Baltasar por la potencia de la voz interior de su protagonista.

 

¿Te gustaría seguir explorando tu faceta como escritor?

Ahora mismo me siento bastante drenado y hasta que no sienta que tengo algo nuevo que contar no creo que pueda volver a ponerme a escribir. Para un hipotético próximo libro me gustaría lanzarme en el mundo de la ficción. Me encantan las novelas cortas que consiguen transmitir en muy pocas páginas un denso viaje. Tal vez la inspiración en esta ocasión parta de “La soledad era esto” de Juan José Millás.

 

¿Dónde podemos encontrar el libro?

El libro está disponible en librerías y diferentes portales online. Si queréis haceros con uno, os recomiendo ir a una librería de barrio para apoyar los pequeños comercios.

 

Fotografías Bárbara Fernández