Sylvette David o la chica de la coleta que revivió a Picasso

10 / 09 / 2018
POR Paula Martíns

Nunca una mujer tuvo tanta repercusión en el trabajo del pintor. Musa del malagueño y precursora del peinado de la mismísima Brigitte Bardot, así es en la actualidad.

 
sylvette
 
Era el año 1953 y Picasso atravesaba uno de los momentos más difíciles de su vida: su relación con la madre de sus 2 hijos, Françoise Gilot, estaba llegando a su fin. La tristeza invadió su cuerpo y decidió poner todas sus fuerzas en su trabajo. Los momentos duros tienen fama de ser los mejores para los buenos artistas y sin duda alguna, el pintor enfocó su esfuerzo en esa dirección que se vio acompañada y notablemente beneficiada por la figura de una joven musa: Sylvette David.

Sylvette era una chica de 19 años que vivía junto a su prometido, Toby Kellinek en Vallauris, una pequeña ciudad de la Costa Azul. Con su melena rubia y coleta larga se paseaba todos los días por la calle en la que se situaba el estudio de Picasso y un día decidió entrar. Fue entonces cuando el pintor, que ya se había fijado en ella a través de la cristalera y la había pintado previamente de memoria, se dejó llevar por su belleza y encanto y le propuso retratarla. Sylvette aceptó sin saber la trascendencia que podía llegar a tener aparecer en sus pinturas. Ella sólo conocía al artista como un vecino del pueblo: «Para mí era como un gran pez en un pequeño estanque. No sabía mucho sobre su trabajo, porque vivíamos muy simple. Yo nunca había estudiado y era de mente simple. No teníamos libros en casa, ni televisión ni, por supuesto, nada que nos viniera del mundo exterior» afirma en su página web. Pero lo cierto es que Picasso ya era reconocido a nivel mundial y la joven se convirtió en su mayor musa.

Precisamente la coleta de ella también tiene historia. Siempre se recogía el pelo y ese hecho no era casualidad. Tras ver un drama griego en París donde la protagonista de la historia lucía una cola de caballo muy alta, ella decidió copiar su peinado y lucirlo en la mayoría de las ocasiones en honor a su padre, con quién había comentado la obra. Lo que ella no se esperaba era que ese detalle sería tendencia de actrices como Brigitte Bardot o foco de la pintura de Picasso.

El malagueño -que por aquel entonces tenía 73 años- retrató a Sylvette en todos sus formatos: en pinturas, dibujos, esculturas de metal e incluso en cerámica tanto de modo figurativo como abstracto. De hecho, su escultura neoyorkina de Bleekel Street es la figura de la joven.

Tampoco jamás se imaginaría que la relación con el pintor sería tan cercana. Fueron confidentes pero no amantes ya que, a pesar de los rumores que se decían sobre ellos, Sylvette siempre fue fiel a Toby: «Tal vez si hubiera sido una chica diferente y más madura hubiese sido diferente, pero tenía a Toby y era fiel a él». Aunque era obvio que la belleza de la joven encandiló al pintor, ella lo recuerda como un hombre agradable, sereno, trabajador y nada grosero: «Nos sentábamos juntos en silencio mientras él pintaba y aquí es donde el artista va: a un espacio interior, al lado visionario de la vida. A través de la contemplación uno entra a otro mundo, más cerca de Dios sin saberlo, más cerca de su propia alma. Creo que vivió para su trabajo.»

Sylvette, que además era hija de una pintora de aceite y de un comerciante de arte, siempre creció en entornos creativos y su contacto con Picasso fue el broche definitivo para saber que ella quería seguir el mismo camino. Aunque su padre siempre la animó  a pintar no fue hasta los 45 años cuando, viviendo en Inglaterra, despertó en ella el lado artístico. Primero fue modelo, luego rechazó trabajos de actriz y en la actualidad vive en South Devon donde se dedica profesionalmente a la pintura y a la cerámica. Pero aunque antes era Sylvette, ella ahora es Lydia Corbett. Se cambió el nombre de nacimiento a uno artístico y abrió una tienda online de pinturas al óleo, acuarelas, cerámica y grabados. Nunca rechazó su historia con Picasso y siempre la elogia admitiendo que fue la experiencia que más cambió su vida y a la que está eternamente agradecida. Por ello también escribió un libro de memorias que documenta la relación entre ambos titulado Yo era Sylvette.